Por José Yesid Sabogal V. [email protected]
“Si no lees los medios de comunicación estás desinformado, si los lees estás mal informado”.
Esta frase de Mark Twain explica en buena parte que el común de la ciudadanía no pueda hacerse 1
Una idea propia de los acontecimientos. Con los avances tecnológicos es casi impensable que hoy haya gente desinformada, es decir, que no lean, no escuchen o no vean noticias. No, la gran mayoría de la población mundial está expuesta a los poderosos medios de comunicación, por lo cual está muy mal informada y generalmente la mayoría ni siquiera lo sospecha. Pero más allá de la mala información, la actitud frente a lo que ha venido sucediendo en Palestina desde el 8 de octubre del 2023 revela que estamos frente a una profunda crisis de sentido de lo humano. Desinformados o mal informados es, por lo menos, poco humano justificar o ser indiferentes ante el genocidio contra el pueblo palestino.
La influencia de los grandes medios de comunicación lleva a muchas personas a culpar a Hamas por la incursión violenta en Israel, cuando en realidad es una estrategia para que se perciba a Israel como la víctima que se defiende. Por esto, conviene hacer unas precisiones, como que el sionismo y el Estado de Israel han ido siempre en contra de la voluntad de la inmensa mayoría de judíos de todo el mundo; que el genocidio contra el pueblo palestino por parte del gobierno Israelí lleva casi un siglo; que el reclamo de un Estado judío no tenía ninguna legitimidad; que el Estado de Israel fue establecido mediante el terror y por fuera del Derecho Internacional; que el propósito de los sionistas –de izquierda y de derecha – es, en fin, terminar de expulsar de Palestina al pueblo palestino. Empecemos por reseñar el origen del conflicto.
¿Quién comenzó?
Lo primero que hay que comprender es que el conflicto no empezó en Palestina, donde musulmanes, cristianos y judíos convivieron en armonía durante siglos. Todo empezó en Europa cuando un sector de judíos europeos- minoritario con relación al total de la población judía en Europa – consideró que los judíos eran un pueblo, una nación y que, por tanto, requerían de un territorio donde establecer un Estado judío -como si cada religión y creencia necesitara un territorio y un Estado exclusivamente para sus fieles. Atendiendo el llamado de T. Hertzel (autor del libro El Estado Judío publicado en 1986), elites de judíos europeos constituyeron el sionismo, es decir, el movimiento político promotor de la creación del Estado de Israel en territorio palestino.
Sionismo hace alusión al monte de Sion en Jerusalén), “el pueblo de David” y “morada eterna de Dios”, según los textos religiosos. Ese tinte religioso del sionismo fue claramente calculado para que todos los judíos que vivían fuera de Palestina se sintieran concernidos por el llamado a migrar al lugar original de la religión judía, desconociendo que también es el lugar original de las religiones cristiana y musulmana, por lo que precisamente el territorio palestino histórico es considerado Tierra Santa.
Es cierto que el sionismo surgió en un contexto de exacerbado odio a los judíos en toda Europa, por esto, el llamado sionista tuvo eco en comunidades judías europeas pobres y atrozmente discriminadas y oprimidas –sobre todo en Europa Oriental-, y contó con el apoyo político y financiero de algunos sectores judíos burgueses de Europa Occidental. Es importante tener en cuenta igualmente, que el sionismo es hijo del imperialismo europeo, nació en medio de las disputas inter-europeas por el dominio de diferentes regiones del mundo, incluso de la misma Europa. Como las potencias europeas de entonces que se creían (y todavía) razas superiores, los sionistas consideran que los judíos son una raza superior y que por ello tienen tanto el derecho a someter 2 razas que considera inferiores y bárbaras, como el deber de civilizarlas. No obstante, el colonialismo sionista tiene una particularidad: a diferencia de las potencias coloniales tradicionales que buscan someter y explotar al pueblo colonizado, el propósito de los sionistas es expulsar de Palestina al pueblo palestino. La líder sionista Golda Meir -Primer Ministro de Israel (1969-1974), develó esa intención con todo cinismo: “El pueblo palestino no existe. No es como si hubiéramos venido a expulsarlos y a ocupar su país. No existen”.
Pero, fueron la mayoría de los judíos del mundo, justamente, los primeros en declararse anti- sionistas, por diversas razones. Unos porque concebían el judaísmo como una religión no territorial -como todas las otras- y con vocación internacional; otros, porque considerar que el sionismo es un proyecto colonial violento (valga la redundancia) que acrecienta el odio contra los judíos en todo el mundo; y los más, por estar plenamente integrados a las sociedades de los países donde han residido durante generaciones. A pesar de la oposición de la mayoría de judíos, nada detuvo a los sionistas, ni siquiera las peticiones formales de los rabinos alemanes que pidieron abandonar el proyecto. Y, si bien los sionistas decían estar dispuestos a considerar territorios de África y América Latina para establecer su nación, era en el territorio palestino en el que tenían fija su mirada. La advertencia de los judíos ortodoxos sobre la “prohibición a los judíos de regresar a Palestina antes de la llegada del Mesias”, tampoco detuvo al sionismo. Lo que muestra que no es la religión el vector de la empresa sionista, no se trata entonces de una guerra religiosa.
Los sionistas empezaron a migrar a Palestina desde finales del S. 19, siguiendo las orientaciones de Hertzel: “expropiar amablemente” a los palestinos, en un “proceso que debe ser secreto y prudente”. Con dineros del Fondo Nacional Judío (creado en 1901) se compraron tierras en Palestina, al tiempo que un número creciente de colonos sionistas se organizó en milicias y a sangre y fuego avanzaban en la expropiación y expulsión de la población palestina.
Empujados por el racismo y atraídos por el plan colonial sionista, en 1935 ya había migrado a Palestina medio millón de judíos. Desde el inicio de la Segunda Guerra, Hitler ordenó la deportación (de comunistas, socialdemócratas, gitanos, testigos de Jehová, homosexuales, judíos, etc.) a campos de exterminio. De esta terrible situación el sionismo sacó buen partido. Sionistas destacados incidieron en funcionarios nazis para que intensificaran la persecución y forzar la migración masiva de judíos a Palestina. De esta manera, los asentamientos judíos en Palestina crecieron y se esparcieron a todo el territorio palestino, pretendiendo así legitimar el proyecto sionista.
La Nakba
El exterminio atroz de seis millones de judíos por parte del nazismo (el Holocausto) – la Shoah en hebreo- tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) es decir, décadas después de que surgiera el sionismo. Y solo unos años después de la Shoah, entre el 1947 y 1948, en nombre de los judíos, los sionistas a su vez masacraron a miles de palestinos y expulsaron -sin posibilidad de regresar jamás- a cerca de ochocientos mil, lo que se conoce como la Nakba en árabe, la catástrofe palestina. Para el historiador israelí Ilan Pappé “lo que hizo el sionismo contra los palestinos en 1948, fue un caso claro de una operación de limpieza étnica, considerada hoy por el derecho internacional como un crimen de lesa humanidad”. Sin embargo, el gran líder sionista D. Ben-Gurión –quien declaro la creación de Israel- afirmaba que no hubo expulsión de palestinos, sino “un traslado forzoso, no veo nada de inmoral en ello». 3
No es casual que frente a la Shoah como frente a la Nakba, los gobiernos europeos hayan posado como espectadores silenciosos, impotentes. No. Cuando los alemanes exterminaban judíos en masa, el silencio de los otros gobiernos europeos fue complicidad pura, también querían deshacerse de los judíos. El apoyo a la creación del Estado sionista no fue por generosidad o solidaridad europea con los judíos, no, su intención era vaciar, literalmente, a toda Europa de judíos, deshacerse de ellos sin matarlos como Hitler. En el caso de la Nakba, las potencias imperialistas y colonialistas europeas y gringa, además del apoyo militar y financiero, han dado todas las licencias a los sionistas para dominar toda la Palestina, considerando que el sionismo es el bastión del mundo Occidental “que representa “el bien” en la guerra contra “el mal” que representan los árabes de Palestina.
Frente al genocidio en curso desde el 7 de octubre 2023, judíos en todo el mundo han salido a las calles masivamente a gritarle al gobierno de Israel ¡¡¡EN NUESTRO NOMBRE NO!!!
Así pues, el conflicto no surgió en Palestina sino en Europa; lo iniciaron y lo siguen alimentando los judíos sionistas; no se trata de una guerra religiosa, es una guerra imperialista que cuenta con el apoyo abierto de las potencias occidentales.