Un texto de Elizabeth Sepúlveda, publicado en el libro Colcha de relatos, editado por Cafe & letras Renata.
Soy una mujer que por amor vivo muy apegada a mis nietos. Cuando el mayor terminó el bachillerato lo envié a prestar el servicio militar, pero a mí me gustaba más el INPEC, por eso cuando terminó su periodo obligatorio lo envié a hacer el curso respectivo para que formara parte de esa institución.
Una vez terminado este, lo enviaron a La Dorada (Caldas) donde estuvo cuatro años retirado de la familia, aunque todos los meses de mayo nos visitaba, porque según él mismo, le hacíamos falta.
Un día cualquiera después de terminar el turno a media noche y con el permiso del caso, viajó hacia el Quindío en moto con tan mala suerte que se estrelló con una vaca que se le atravesó en el camino. Lo recogieron sin signos vitales y lo llevaron al hospital donde permaneció en cuidados intensivos unos meses, hasta que Dios dispuso que volviera a ver de nuevo a su familia.
El accidente fue muy grave. Hubo necesidad de reconstruirle el rostro y practicarle otras cirugías, mientras que en el hogar todos hicimos una cadena de oración para pedir por él, lo que con toda seguridad dio resultado; El Señor nos escuchó y hoy se encuentra con nosotros de nuevo.
Cuando se recuperó y pudo volver a prestar sus servicios en las prisiones nacionales, lo trasladaron a un establecimiento más cercano, donde aparte de responder con esfuerzo y entrega a su labor, se ha ido curando de sus heridas tanto físicas como anímicas.
La cercanía con quienes lo queremos es una de las cosas que más le ha ayudado, lo mismo que el empeño que ha puesto en su trabajo, aunque se trate de manejar personas difíciles, que no se puede negar, son lecciones de vida que, junto a la experiencia del accidente, han favorecido su recuperación definitiva.
Cumplir un horario, compartir responsabilidades tan delicadas como la vigilancia y atención de los presos, usar un uniforme que lo hace parte de una institución seria y sobre todo contar con el apoyo del Estado y su familia, lo han hecho una “buena persona”, que se superó y salió adelante.