Si tuviera un equipo de fútbol al primero que contrataría sería a Don Florentino Pérez Rodríguez. Ese caballero está en mora de lanzar su candidatura para ser presidente del gobierno español. Hasta en Barcelona votarían por el madrileño. Dicen sus amigos cercanos que sería el único motivo que lo sacaría del equipo. En épocas pasadas alineó en otros partidos políticos.
Todo lo que toca gana. Creemos que la Inteligencia Artificial escudriñó su cerebro para manifestarse en la revolución tecnológica que hoy se impone en el mundo. El presidente del Real Madrid es un adelantado de nuestros tiempos. Un superhumano venido del siglo XXIII. Con triunfos se impone y defiende su trabajo que nadie discute. Es quien verdaderamente mete los goles en el conjunto blanco.
Tiene más títulos que la página WEB de un candidato a ministro del presidente Gustavo Petro. Dispara directo al marketing para exhibir sus hazañas por donde pasa. Es discreto y solo habla lo necesario cuando sale a las ruedas de prensa. No amaga para enaltecer el trabajo de sus colaboradores y para agradecer la energía de los aficionados.
Los equipos de fútbol organizado son empresas consolidadas que tienen en promedio quinientos empleados. Detrás de los futbolistas y el técnico hay cientos de colaboradores y asistentes. Un equipo de fútbol es una misa y la parroquia es su estadio donde comulgan cada ocho días sus hinchas. Es la manifestación perfecta de la democracia porque para pertenecer a ese partido deportivo, el único requisito es que usted se declare seguidor y nadie, ni un juez le podrá quitar ese honor. En la historia de la humanidad nadie ha cambiado de equipo de fútbol. Cuando usted le declara fidelidad es un tatuaje impreso en las vísceras para llevar hasta el más allá.
Para conocer su visión, basta mirar que mientras Real Madrid viajaba a Londres para ganar la final de la Champions ante el Borussia, su sede central, el estadio Santiago Bernabéu, se llenaba con los conciertos de la genial artista estadounidense, Taylor Swift. Nada de lucro cesante. Todo hay que ponerlo a producir. Las millonadas de euros invertidas en el coloso estadio hay que recuperarlas con prontitud. El fútbol y la alta gerencia van unidas de la mano que firma todo en una de las instituciones más poderosas de la tierra.
Estamos ante un prodigio del poder que sabe para qué lo nombraron. A Don Florentino, no hay que criticarlo. Hay que imitarlo para que las cosas nos salgan bien. Tiene tan desarrollado el sentido común unido a la excelencia, que sabe de los movimientos astronómicos del capital económico árabe para ganar la Champions en 2025 y se les adelantó contratando a la estrella francesa Kilyan Mbapée. Conoce a la perfección que la cereza del pastel del fútbol es dicho trofeo y será difícil arrebatárselo.
La liga española de fútbol es una competencia en donde todos juegan por el segundo lugar. El Real Madrid entrena durante un año para prepararse y ganar la Champions. El único bache de los últimos tiempos fue cuando se interpuso en su camino un genio llamado Lionel Andrés Messi Cuccittini.
A hoy, junio de 2024, las apuestas están preguntando: ¿con quién jugará Real Madrid la final del 31 de mayo 2025, en el estadio Allianz Arena de Munich, Alemania? Hagan sus apuestas. Vamos doble o nada con el equipo merengue.
Cuando se hace el tour por el Santiago Bernabéu, en el piso del museo donde están exhibidos los trofeos del equipo, en moldes de oro están impresos los nombres de Fredy Eusebio Rincón, Edwin Congo y James Rodríguez. Allá no olvidan. Son agradecidos y por eso son los más grandes.