Aleyda, en la celebración de su centenario, con su sobrina María Cristina Granada, hija de Luis Granada Mejía.
Sí, Aleyda Granada Mejía vivió casi todo el siglo XX y ha vivido todo el siglo XXI. Este 12 de junio cumplió 100 años y los celebró haciendo la lectura del evangelio en la parroquia de la Inmaculada Concepción de Armenia, sin usar anteojos, sin titubeos y con una firmeza de voz que se la envidia una muchacha de 15 años.
Es la única hermana viva del legendario político y senador conservador del Quindío Luis Granada Mejía, además su defensora sin cuartel, tras los hechos fatídicos del 9 de abril de 1948 o el exilio al que fueron expuestos por oponerse a la creación del Departamento del Quindío en 1966.
Pero también es la única hija viva del preclaro maestro Eudoro Granada, que con su esposa María Mejía Jaramillo procrearon 11 hijos, que vivieron al amparo del diminuto sueldo de profesor de escuela, oficio que empezó don Eudora Granada a la edad de 21 años, en Armenia, en 1906. Con Aleyda Granada es una dicha hablar de los dos personajes más importantes de su vida: su padre Eudoro y su hermano Luis.
Ella cumplió 100 años, pero su memoria está intacta, y por sus neuronas discurren momentos maravillosos de la vida de Armenia en los años treinta y cuarenta, pero también aquellos momentos dolorosos de la Violencia de los años 50 y las amenazas e insultos que tuvieron que soportan por defender la idea de que Armenia y sus municipios cercanos siguieran siendo de Caldas.
Su otro personaje, sin duda, es Jesús, el Nazareno, que lo llevó en su corazón a su exilio en Estados Unidos, donde estuvo durante treinta años de su vida. Y se lo llevó porque como dice ella jocosamente, “…Jesucristo no la abandona a una, como los demás hombres”. Hace cerca de 15 años que regresó a su tierra natal, aquella de los recuerdos de niña y adolescente, como dice la poeta Carmelina Soto, patinada de íntimas nostalgias.
Y con Jesús en su corazón, acude cada día a la misa del mediodía, donde con su juvenil voz de 100 años deleita la homilía leyendo los pasajes bíblicos del santo evangelio. Y así lo hizo este 12 de junio, el día de su cumpleaños, acompañada de una treintena de sobrinos, con el obispo Carlos Arturo Quintero Gómez a su lado, y con una impresionante carga de dulzura, lamida en la esquina de dos siglos.