Obras son amores

12 junio 2024 12:00 am

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Por: Alberto de la Espriella

Sí, pero en el Quindío las obras de infraestructura y servicios, solo son lucrativos trámites para algunos funcionarios de la administración y oscuros contratistas que participan en varios procesos licitatorios o de contratación pública.

Vías urbanas y terciarias, acueductos, escuelas, puentes… o cualquier intervención por reparación o renovación del mobiliario urbano de nuestros doce municipios, terminado su período, no se han entregado, o quedaron inconclusas, muchas veces ni siquiera se iniciaron.  Agotados los trámites, quedó también agotado el presupuesto que nunca alcanzó. Todo indica que en la nueva administración las cosas no van a cambiar.

Según informa aquí el periodista de investigación Emerson Castaño -muy valiente- al parecer, en las dependencias gubernamentales que corresponde, solo se agilizan ciertos trámites, como la contratación de “vitrinas internacionales” de la Gobernación, pagando el doble de su valor real. Y no precisamente para promover y consolidar con obras el turismo, como fuente de ingresos departamentales, sino de beneficiar, en este caso, a su vanidad y a sociedades privadas en Pereira.  

¡Hay mucho por hacer en el Quindío, señoras y señores de las administraciones gubernamental y municipal! Pero ustedes no lo están haciendo, o lo están haciendo muy mal. Me pregunto: ¿en dónde está el control político y fiscal a que están obligadas las corporaciones legislativas y entes de vigilancia?, ¿qué están haciendo Asamblea y Concejos para poner en cintura, por no decir en el orden jurídico, los actos de gobierno? El silencio cómplice del poder legislativo quindiano ante estos temas infiere que, ahora más que nunca, el Departamento necesita la participación activa de su sociedad civil.

Imposible que, por ejemplo, de los 26.682 votantes sensatos (muchos de ellos empresarios, comerciantes, catedráticos, profesionales reconocidos, comunicadores, artistas, librepensadores o estudiantes universitarios) que apoyamos el desarrollo sostenible planteado en el único proyecto de gobierno serio para Armenia, -derrotado por la maquinaria politiquera de siempre, en los recientes comicios-  no se perfile por lo menos una docena con vocación de servir, capaz de conformar frentes cívicos o veedurías ciudadanas que presionen la ejecución de cada obra con “dientes jurídicos”. Evitarían que, los responsables de hacerla, se enriquezcan con los trámites, fracasen y después pongan la vista gorda.

Las experiencias del movimiento cívico en otras latitudes, hacen muy probable que, de este tipo de activismos, surjan los liderazgos para la nueva gobernanza. Esa que los habitantes de nuestro Departamento necesitamos de urgencia.  Sería una pena -y mayúscula torpeza política- desperdiciar más de veintiséis mil seiscientas voluntades, no más en Armenia, dispuestas a transformar el discurso en obras que no dan espera. En obras ejecutadas en su totalidad; con oportunidad, eficiencia, calidad y transparencia. Con amor territorial, como se deben hacer.

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