Germán Estrada Mariño
Son cientos de miles los migrantes latinoamericanos que lo dejan todo y lo arriesgan todo, incluyendo madres con bebes de brazos y niños pequeños, afrontando todo tipo de dificultades para buscar llegar a un único objetivo. A vida prospera que representa el sueño americano.
La pobreza en Haití, o Honduras, la desigualdad en casi todo Latinoamérica, las guerras internas en México, Colombia o ecuador, debido a la enorme influencia de bandas de delincuentes en los territorios que generan desplazamiento, barbarie, temor y muerte son factores asociados a la migración desbordada. El narcotráfico que agobia a las autoridades en México ecuador y que inicio en Colombia. La inseguridad o la corrupción y los gobiernos dictatoriales como el venezolano a quienes les importa más su ambición de poder contra toda evidencia de fracaso, que el bienestar de sus millones de pobladores sufrientes de pobreza y escasez de desarrollo.
Sin embargo, en este artículo quiero enfocarme en dejar una reflexión sobre ¿qué tanta felicidad ofrece un país como los estados unidos y a que costo vive el ciudadano americano promedio una aparente vida próspera y feliz?
El país del timo Sam, de la prosperidad en donde muchos americanos soñaron desde niños con tener casa, auto, trabajo y seguridad, en realidad representa una falsa ilusión de fuentes de felicidad. La depresión colectiva de la sociedad americana está asociada con la confusión entre placer y felicidad y con la priorización del acto de comprar versus el acto de amar.
El tiempo que deja para compartir en familia, una sociedad que esclaviza a sus ciudadanos quienes viven el 90% endeudados y que representan las clases media y baja americanas es insuficiente, es muy poco ese tiempo de calidad de vida, ya que la banca y el estado con sus cargas tributarias necesitan esclavizar al ciudadano promedio para incrementar y financiar sus imperios económicos que a su vez financian industrias corruptas como la armamentista y que patrocina guerras ajenas excesivamente costosas en las que estados unidos busca incrementar su soberanía y hegemonía mundial a costo de la salud mental de sus ciudadanos. Le interesa más que nada incrementar aún más el nivel de influencia (ansiedad de poder –falsa fuente de felicidad) en todo el mundo mientras sus ciudadanos pasan sus horas esclavizadas en jornadas de trabajo demasiado extensas que jamás son suficientes para pagar los créditos o deudas de una dinámica cíclica en la que poco se posee en realidad, todo se debe y para lo fundamental, como para compartir con hijos o vivir en comunidad, poco tiempo queda.
El ciudadano americano además está muy rodeado, pero más solo que nadie, ya que la competitividad ha acabado con la cooperatividad, con la solidaridad y la empatía y ha instaurado la indiferencia ante el sufrimiento ajeno como norma.
Mientras sus nativos americanos muchos de ellos fanáticos del nacionalismo antiinmigración creen vivir en el país más poderoso, seguro y estable económicamente del mundo, muchos americanos nativos sufren de depresión clínica, trastornos de ansiedad y muchos otros han desarrollado trastornos de personalidad, adicción como escape a una realidad solitaria o donde no encajo por ser un "loser" (perdedor) que me lleva a refugiarme en el placer de la adicción, e incluso en psicopatía (conducta criminal sin piedad-violadores, asesinos en serie y resentidos ) en casos aislados, pero graves que representan un síntoma social de la sociedad americana y de sus aparentes inmensos “valores”.
En últimas, la enfermedad mental colectiva es un síntoma social estructural que incrementa el malestar social en donde no hay escape. O encajas y satisfaces estos ideales, o te destruyes a ti mismo.
Los valores americanos están sustentados en el consumismo, la competitividad, el individualismo y en la búsqueda de estatus, de posesiones y éxito material como fuentes de felicidad.
Sin embargo, la evidencia en el estudio profundo de la felicidad o de lo que prefiero promover y perseguir al ayudar a las personas para encontrar un sentido a la vida que es la paz mental, es poco probable de ser alcanzado cuando propósitos tan superficiales, son los motores de la conducta humana convirtiéndolos en el centro de nuestra existencia.
En la sociedad americana es donde aparece el bullying como consecuencia de la competitividad e, el individualismo y la lucha a toda costa por mostrarse superior y evitar caer en el estigma de los mal llamados y estigmatizados “losers” en la que encaja cualquier individuo que no sea rico, o poderoso, o popular.
Desde la escuela primaria estos valores son adoptados por los niños americanos, convirtiéndolos en potenciales narcisistas y ególatras insensibles, sin empatía por los más débiles o por el sufrimiento ajeno.
Mientras tanto, millones de americanos han sufrido más depresión per cápita (por cada 100 mil habitantes) que en cualquier otro país del mundo. Pero de eso poco habla su gobierno, la banca o los millonarios empresarios de Wall Street americanos quienes se nutren financieramente de esta psicopatología colectiva, ya que sus acciones están sustentadas en el peor de los pecados como consecuencia de dichos antivalores: La codicia y la ambición sin límites que condena al hombre necio a sufrir insatisfacción crónica, ya que nada jamás será suficiente para satisfacerla.
Su ambición sin límites le impide desarrollar contemplación, gratitud, sensibilidad y empatía. De tal forma poco puede aportar al mundo, incluso su propia familia poco tiempo tiene de este individuo sesgado por la ambición, quien, al dar poco, está condenado a ser el más rico y a la vez pobre de todos, ya que no recibirá jamás amor o afecto incondicional como consecuencia de su narcisismo.
Es el país donde más se han prescrito antidepresivos y ansiolíticos desde los años 80, década del auge perverso de la también insaciable y corrupta industria psicofarmacológica que aprovecha oportunistamente el sufrimiento colectivo e intenta darle píldoras al malestar social para tapar el sol con un dedo, enriqueciéndose con la enfermedad mental colectiva de toda una sociedad.
Dándole píldoras al tumor no se va a extirpar, cuando la enfermedad mental es solo la punta del iceberg de los valores fundamentales que sustentan y mantienen el sufrimiento y el malestar social representado en las elevadas cifras de adicciones y psicopatología.
Es el país donde más adicciones hay y donde más muertes por sobredosis existen, lo que nos dice es que más que felicidad lo que los americanos sienten es vacío, soledad, necesidad de agradar unos estereotipos para sentirse felices o suficientes y valiosos.
Muchos sufren depresión y vacío por no poder encajar en los estereotipos de popularidad, logro, riqueza y estatus que les imponen desde niños, casi como obligación que despoja al ser humano su valor intrínseco como ser humano.
Esto afecta la consolidación de amor propio como una variable intrínseca y estable desde la infancia ya que el valor depende de lo que se tenga lo que se aparente o lo que se logre. No de la vida misma como valor más allá de ello.
La sociedad americana ha usado la palabra loser para definir a cualquier ser humano que no satisfaga los estereotipos superficiales de validación externa.
Estos valores que sustentan la sociedad americana son la causa de la psicopatología colectiva.
Un país maravilloso, diverso, bello, lleno de hermosos paisajes y diversidad en todas sus formas. Un país hecho por migrantes, pero que sustenta la felicidad en estas fuentes, se engaña a sí mismo a través de sus gobernantes como el más fuerte, mientras las cifras de depresión, ansiedad, adiciones, sobredosis, los tiroteos masivos, el bullying escolar y los suicidios juveniles van en aumento.
Las redes sociales y la era digital han incrementado aún más el malestar y la baja autoestima, ya que los jóvenes se comparan más que nunca con sus pares, se promocionan más los ideales falsos de felicidad en estas redes sociales superficiales y se producen contenidos que globalizan y viralizan lo destructivo, como ilusa fuente de falso bienestar.
La reflexión va hacia la necesidad de que admiremos a los estados unidos por el gran talento de sus millones de habitantes, muchos de ellos invisibles y poco populares en las redes sociales, pero que, en el arte, la ciencia el deporte y la resiliencia le han aportado y le aportan a hacer un mundo mejor. Aquellos buenos seres humanos que habitan ese maravilloso país pero que mas que nada aun se preocupan por hacer un mundo mejor en donde el poder y el dinero no lo son todo. Los que aman y dan todo de sí.
Invito a que reflexionemos y no confundamos por carencia de pensamiento crítico e introspectivo y de más consciencia social, la felicidad con posesiones, estatus logro o éxito, ya que todas las cifras de enfermedad mental, trastornos de personalidad, tiroteos, suicidios, adicciones demuestran que la felicidad no se compra con el préstamo del banco, la tarjeta de crédito, una nueva casa que resulta cada vez más impagable y muy a largo plazo o el último iPhone del mercado.
Los valores globalizados de la felicidad del mundo occidental moderno se venden hoy como ideales a gran parte del resto del mundo, condenando a gran parte de la sociedad a enfermar mentalmente tarde o temprano.
PSICOLOGO CLINICO
PSICOTERAPEUTA INDIVUDUAL DE PAREJA Y FAMILIAR BILINGÜE ONLINE
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
PERITO FORENSE
LIDER CAMPAÑA PREVENCION DE SUICIDIIO JUVENIL
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