Adiós
“-¿mamá, que suena?
-Es el viento, Susana….El de tu alma-,
Susurró la madre y cerró la tapa del ataúd mojada por sus lágrimas”.
Así, fuerte, preciso, milimétrico y doloroso como el aguijón de una abeja perforando la piel, entramos a esta particular obra escrita por el comunicador social y realizador audiovisual Jorge Eduardo Urrea, quien en una especie de antología de textos que ya habían sido publicados en su blog, nos trae reinventados en la belleza de un libro impreso muy bien diseñado, un universo formado por 50 micro-relatos que habitan en cuatro capítulos llamados despedidas, encuentros, divergencias y quimeras.
Y es fácil dejarse atrapar por todas estas historias breves sin nada en común, aparentemente claro. Donde sus protagonistas muchas veces no tienen nombre y las cosas les pasan en ninguna parte conocida. Cuando entramos a saber de sus vidas ya estamos de salida con la mente trastornada, porque en Carmesí todo es corto y efímero como la vida misma.
Todo sucede muy rápido. Cada relato tiene un tono diferente que va desde lo dramático, hasta lo surrealista pasando por la sátira, el terror e incluso el humor negro siempre con la muerte como testigo, aunque esto último puede el autor negarlo porque lo hizo sin querer queriendo.
Hogar
“Andar con el ataúd al hombro me ha garantizado un hogar por los siglos de los siglos”
Para Jorge Eduardo no solo hay en su libro una influencia de escritores como Augusto Monterroso y Julio Cortázar, dos autores que lo han marcado, sino también existe algo en su obra impregnado de los textos cortos que han traído los 140 caracteres en este boom posmoderno con el que comenzó a dar a conocer su visión del mundo durante poco más de un año, en la disciplina de una micro publicación por semana.
Curiosamente encontró en este reducido espacio digital a quienes se conectaran con sus cuentos, así que decidió dar el siguiente paso que fue hacer una selección de lo que consideró debía ir en el libro, el cual contó con el talento del ilustrador Jhon Mora, quien en cada uno de sus trazos logró tener el equilibrio acompañando la historia narrada como un alma gemela.
En esta ruta de pequeños dolores, miedos, tristezas, profundidades, desolaciones y rarezas, a veces los lectores nos estrellamos con finales redondos pero contundentes. Otros nos golpean contra los muros de lo incierto dejándonos con preguntas sueltas.
Miedo
“-Asómate, verás que no es tan malo. Dijo una voz ronca bajo la rendija de la puerta.
-No quiero, hay gente viva allí afuera. Respondió con voz temblorosa”.
El libro lo pueden también leer o descargar en http://www.jurrea.com/ de forma libre ya que el autor lo tiene planteado como un Creative Commons, así que las adaptaciones de estos textos a otros formatos bien sea teatrales, musicales o cinematográficos, están dentro de las posibilidades de quien lo desee.
Por ahora Jorge Eduardo no ha parado de escribir y viene compilando material inédito para publicarlo próximamente en su blog. Mientras tanto Carmesí continúa en el pequeño espacio donde todo queda. El leve rastro de un dolor que no se va. En las escenas marcadas y tatuadas que nos dejan sin piso.
Mundos paralelos
“Aquella mañana Raquel notó algo extraño en su imagen reflejada en la vidriera del gran hotel. Lucia diferente. –Como debería ser- pensó; como no podría de este lado del espejo”.