La casa de papel, el sueño que todos hemos maquinado

15 abril 2018 2:08 am

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Mónica se encuentra feliz y le dice a Arturo que está en embarazo. Él queda estupefacto y no lo puede creer. Se niega porque según argumenta es estéril. Ella se confunde y le recrimina el querer evadir la responsabilidad como padre de su bebé. Arturo le propone sarcásticamente que se reúnan todos; Él, su esposa, sus tres hijos adoptados y juntos, con Mónica su amante, se sienten a cenar como en familia.

En esa discusión están enfrascados mientras intentan disimular ante sus compañeros de trabajo, cuando de repente un grupo de asaltantes armados con fusiles, vestidos de overoles rojos, encapuchados y llevando máscaras de Salvador Dalí, salen de adentro de los camiones que acaban de llegar a la bodega y los toman como rehenes junto con todos los demás empleados y turistas que visitan las instalaciones unos metros más arriba en el museo.

Se acaban de tomar la casa de moneda y timbre en Madrid España. Los ladrones no piensan llevarse el dinero como si fuera un robo a un banco común y corriente, donde el tiempo corre en contra. El plan es inédito en la historia de los robos, incluso los de ficción, y consiste en fabricar su propio dinero. Lo tienen todo a la mano en insumos. La cifra a llevarse son 900 millones de euros que al final resulta ser mucho más.

¿Y quiénes son los ladrones? No llevan nombres, solo apodos: Berlín, Tokio, Río, Moscú, Denver, Oslo, Helsinki y Nairobi, estos como una clara referencia a la película Perros de la Reserva, donde los delincuentes tienen nombres de colores. Todos están bajo la batuta del profesor. Un nerd que se las sabe todas y un poco más. Él es el cerebro misterioso de la operación y cada uno de los detalles. Es quién controla todos los movimientos.

Ese es en cierto modo el resumen inicial de la serie de televisión española La Casa de Papel. Un trabajo que se estrenó en Antena 3 el año pasado y que como buen producto audiovisual fue comprado por la plataforma Netflix y ahora es todo un éxito mundial. Una tendencia. Un fenómeno por lo que plantea en su discurso y que ya cuenta con legiones de seguidores y muy buenos comentarios en redes sociales.

Los personajes a pesar de ser tantos no se pierden. Se encuentran bien definidos desde el guion. Cada uno aporta al plan y a la trama lo justo y necesario. Todos nos van contando la historia que los llevó a ese robo. Al escenario claustrofóbico en el que tendrán que convivir con rehenes por más de 5 días mientras fabrican el dinero que se van a llevar. Igual ya estuvieron algún tiempo siendo entrenados por el profesor para las situaciones a las que sabían, se tendrían que enfrentar.

La Casa de Papel es toda una filigrana de relatos bien conjugados, tejidos con esmero y precisión. Que cuenta con elementos policiacos donde vemos los esfuerzos de los agentes y detectives que buscan bajo el mando de la inspectora Raquel Murillo, lograr reducir a los asaltantes y llevarlos a prisión. Nada fácíl.

La serie no es perfecta ni mucho menos. Esa es la verdad y está muy lejos de serlo. Tiene sus inconsistencias de verosimilitud en algunas secuencias con situaciones muy poco creíbles para la cotidianidad de la vida real, pero pasan de largo porque sabemos que esas son las reglas de juego aceptadas desde el primer capítulo y podemos vivir con esa culpa.

Es en resumidas cuentas La Casa de Papel un producto de acción, suspenso y violencia con algo de drama. Un trabajo que se engancha en cada episodio con una buena fotografía, musicalización, historia y un manejo adecuado del arte enmarcado en el color rojo que todo el tiempo se presenta en las escenas con los overoles, fondos, tapetes, paredes y el teléfono del profesor con el que se comunican para negociar.

Esta serie con nivel técnico de cine creada por Alex Pina, se anota un punto con su mensaje políticamente incorrecto y de protesta. También con los constantes tributos a películas referentes, como la canción que hace parte de la cinta El Golpe, del año 1973 cuyo argumento es también un robo y que esta vez la interpreta en un capítulo uno de los ladrones. O la similitud entre Tokio y Matilda, la niña de la película El Perfecto Asesino y también con Nikita. Y la canción Bella ciao, que era el himno de la resistencia italiana que luchaba en la Segunda Guerra Mundial contra el Facismo y que en la producción suena constantemente como más que un tributo, un pequeño manifiesto de protesta.

“¿Por qué nadie dice que los bancos roban cuando reciben miles de millones de Euros fabricados por  parte de los gobiernos? Todos hacen silencio mientras los ministros de economía lo llaman una inyección de capital pero no es más que un robo de frente, y a nosotros si nos tildan de ladrones vulgares”. Dice uno de los asaltantes en una conversación con su interlocutor.

La casa de Papel no hace un llamado a la anarquía ni al desorden. Tampoco propone que hagamos algo igual. Solo busca incomodar al orden establecido dejándonos a los televidentes ese buen sabor de estar del lado de quienes se supone son son malos, queriendo que ganen y se salgan con la suya. Aunque lo curioso es que en últimas la serie tampoco tiene buenos porque en ella hay de todo un poco.

Si luego de ver La Casa de Papel piensa hacer algo similar, por favor no intente eso en casa y mejor, como buen colombiano, siga esperando ganarse la lotería o encontrarse una maleta llena de dinero.

 

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