Anécdota sobre un genio de la literatura

13 noviembre 2020 4:46 am

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He fatigado librerías de segunda abrazando la esperanza de encontrar un clásico de páginas gastadas, con alguna inscripción cifrada en una caligrafía remota, apuntes al margen de un párrafo elegido, una firma desconocida o, mejor aún, trazada por el autor. Así, por ejemplo, algún día caminando por el centro de Santiago, Alejandro Gaviria encontró un libro amarillento con la firma de Nicanor Parra. También tiene un libro de Borges (no recuerdo cuál) con una dedicatoria suya para Haydee Lange. Por suerte, mi vaga esperanza tuvo término y recompensa: encontré Xaimaca, la cuarta novela de Ricardo Güiraldes que, incitado por Leopoldo Lugones, decidió publicar en 1923.

Nada de prodigio hay en la novela, aunque sea la primera edición publicada por Losada en 1944; tampoco importa la sombra de Lugones detrás de su publicación; lo extraordinario es que su primera página está firmada por Jaime Pinadal. Cuando abrí el libro y vi la firma me estremecí. Lo cerré de golpe. Caramba, este libro lo firmó Jaime Pinadal, murmuré, casi temblando. Estaba conmovido por tener en las manos un libro sometido al escrutinio de vastos lectores, que viajó entre trastos aventureros y que, por una u otra razón, fue a parar al escaparate de un pasaje de libros. No le dije nada al librero, temí que me arrebatara el tesoro que había encontrado.

Rápidamente metí el libro en el bolsillo del saco y le dije que por el momento no llevaría nada. Sí, lo robé. No me siento culpable, la biblia dice: bienaventurados los que roban libros, pues así remueven la impureza de su alma. Si no lo dice la biblia tal vez haya sido por un descuido de los apóstoles. Salí del pasaje y llegué a mi casa. Me tumbé en el sofá y miré el techo por varios minutos, sin soltar el libro. Llamé a un amigo para contarle mi proeza. Por supuesto, oculté la parte del robo; le dije que el libro me había salido costoso. Cuando le dije que estaba firmado por Jaime Pinadal hizo un largo silencio. Supe al instante que no sabía quién era Jaime Pinadal. Lo maldije entre dientes, inventé una excusa para colgar y tiré el teléfono. Guardé el libro en un cajón de madera donde guardo papeles importantes

A la semana siguiente llevé el libro al círculo literario del Monarca, un café frecuentado por treintones que se creen demasiado jóvenes para ser viejos. Aclaro que no suelo hacerlo, pero necesitaba alardear de mi novela de Güiraldes firmada por Jaime Pinadal. Después de los saludos inició la conversación. Pronto me dieron ganas de irme, no sabía qué hacía ahí sentado, no entendía por qué la vanidad de jactarme de un libro me había llevado a ese estúpido cenáculo, a ese infame grupo de autoayuda. Fui paciente y esperé. Sin respetar el orden de la palabra, hablaban de lo que estaban leyendo o escribiendo. Todos daban lástima. Después de tres horas el encuentro concluyó. Por último, dieron espacio a unas intervenciones cortas sobre “experiencias interesantes de los últimos días”. Hablé, sin tregua, sobre el aporte indiscutible a la literatura argentina y latinoamericana que hiciera el maestro Jaime Pinadal. Critiqué profundamente que Arlt, Borges y Cortázar hayan secuestrado el prestigio de los escritores argentinos.

A mi intervención le siguió un estruendo de aplausos que no esperaba. Después, unos empezaron a recitar poemas de Jaime Pinadal; otros, más modestos, contaban historias personales de “Don Jaime Pinadal”; algunos, un tanto tímidos, asentían con la cabeza haber leído “versos sublimes y dos o tres ensayos del maestro”. En medio de la euforia una chica de pelo corto propuso a gritos rebautizar el círculo literario como “Círculo Jaime Pinadal”. Los gritos de la chica atrajeron las miradas; luego un sujeto se acercó a nosotros. Me asusté cuando lo vi de cerca, era el viejo de la librería. Echó un vistazo al grupo, retiró una silla de una patada y me arrebató el libro, al tiempo que dijo: no jodan, Jaime Pinadal soy yo, y no soy ningún escritor argentino, soy un jugador de billar. Alguien robó este libro de mi negocio, gracias a Dios los firmo todos.

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