Por Sebastián Ramírez
Las elecciones parlamentarias que acaban de realizarse dejaron unos resultados que permiten muchos análisis. Uno de ellos es que el centro político está muy debilitado, hay una polarización marcada en la composición de las cámaras entre las mal llamadas izquierda y derecha, o mejor, entre el continuismo y el progresismo. Ambas representaciones quedaron más o menos emparejadas, quedando a la deriva la fuerte representación del Partido Liberal, la elección de este sobre a quién apoyar determinará el futuro de la agenda legislativa en los próximos años en el país. Los liberales terminaron siendo el verdadero centro, no por sus ideas mesuradas y conciliadoras, sino por la personalidad camaleónica y acomodada que en los últimos tiempos le ha dado la dirigencia al partido.
En el fútbol sucede algo parecido. Hay atacantes, defensores, fases ofensivas y defensivas. Y en la mitad se ubican unos operarios que llamamos volantes. Aunque hay unos más ofensivos y otros más defensivos, en general su función es acompañar los ataques y las defensas del equipo al que pertenecen, podría decirse que en últimas su disposición es la que decide si el equipo defenderá o atacará. Claro, ambas son necesarias por momentos y todos los equipos del mundo deben hacerlo, pero hay equipos que tienen más vocación ofensiva como el Barcelona de Guardiola y otros más defensiva como la Grecia de Otto Rehhagel; ambos fueron campeones.
Seguramente la complejidad que implica el manejo de un país hará que un gobierno deba tomar medidas conservadoras en algunos casos y más progresistas en otras, pero como en el fútbol, seguramente se tenga una tendencia sostenida al mantenimiento de las formas o un espíritu más reformista. Veremos que pasa con las elecciones del ejecutivo, pero, por ahora, podemos ver que en el legislativo las fuerzas quedaron repartidas y será el centro, que haciendo las veces de volantes, definirán el estilo de gobierno en los años venideros en Colombia.
Twitter: @sebasramirez85