Por: Álvaro Mejía Mejía
Lo ocurrido en las pasadas elecciones parlamentarias en el departamento habla muy mal de la actual generación de quindianos. Después de todo lo que ha ocurrido y de lo que se sabe, nuevamente fueron elegidos los candidatos de las maquinarias politiqueras.
A los quindianos no les importó que Cambio Radical sea un vehículo de clientelismo y corrupción. Tampoco que el señor Perea, apellido que no corresponde al de su progenitor, sea un desdibujado amanuense de ciertos mercachifles que se apoderaron del poder político local. Mucho menos que, a ese personaje, cuando ejercía como alcalde de Quimbaya, le hubiesen encontrado en su vehículo 46 millones de pesos en efectivo.
A los quindianos no les importó que el partido liberal, colectividad que avaló a Luz Piedad Valencia y Carlos Mario Álvarez, gobiernos en los que se preparó y ejecutó el carrusel de valorización, fuera el ganador del pasado 13 de marzo.
A los quindianos no les importó que las comadres Luz Piedad y Sandra, “tan queridas ellas”, hayan salido elegidas como representantes a la Cámara. Olvidaron fácilmente, cuando la primera elogiaba a la segunda, porque le estaba direccionando todos los puestos y los contratos de la alcaldía para su pasada aspiración al primer cargo público de Armenia.
A los quindianos no les importó la elección de “Sandrita”, a pesar de ser la socia política del senador, presunto cabecilla de una red de corrupción en varios departamentos de Colombia. Ni muchos menos que ella esté siendo investigada por presuntos manejos irregulares en la contratación de TELECAFÉ.
A los Quindianos no les importó que se hayan movido las maquinarias municipales y la departamental en procura de imponer los representantes, como efectivamente ocurrió.
A los quindianos no les importó que estos nuevos representantes hubiesen puesto a votar a los quindianos por senadores de otras partes del país, incluso por un candidato de la Perla del Otún que pregona, sin ningún fundamento jurídico, que “Pereira es la capital del eje”. Nos falta poco para que nos declaren “estultos superlativos”. También por el cuestionado Castaño, para quien la política es un medio para hacer negocios, como el de la licorera del Chocó. Sin dejar a un lado al costeño Benedetti, muy amigo del alcalde Ríos y quien tienen “influencias” en las “altas esferas”.
La culpa no es de esos señores. Ellos están en lo suyo, que no es el bien común.
Un pueblo que elige a personajes de esta naturaleza es un pueblo cómplice.
Los quindianos somos cómplices por acción y por omisión. La acción compromete a los que votaron por estos personajes. La omisión, a la inmensa mayoría que no votó. Sandrita, la comadre, resultó elegida con escasos 11 votos y la comadre Piedad con 16 mil.
Ya no sé si valga la pena desgastarse en esta lucha, cuando hay un pueblo indiferente y cómplice.