Por Álvaro Ayala Tamayo
En el INPEC son más peligrosos algunos guardianes que los internos. Ser miembro de la entidad estatal es un pasaporte a las tentaciones. La historia criminal de esa cloaca nació el 19 de marzo de 1986, cuando a los reporteros judiciales nos citaron para que informáramos al mundo que el “peligrosísimo “narcotraficante hondureño Juan Ramón Matta Ballesteros, había escapado de la cárcel Modelo de Bogotá. A las pocas horas los sabuesos de Instrucción Criminal descubrieron que el socio de Pablo Escobar, tenía en su bolsillo la llave maestra para abrir las rejas: 400 millones de pesos.
Meses después lo capturaron en Tegucigalpa para extraditarlo a EEUU. Allí dijo que, “crucé 7 rejas que milagrosamente se abrían mientras caminaba”. Los pillaron fácil porque uno de los guardianes no fue a trabajar al otro día. Al llegar los investigadores a su casa en el sur de Bogotá, a las 11 de la mañana, el tipo había rentado para él y sus amigos de la cuadra la cancha de tejo del barrio. En lugar de estar “chupando pola”, según la tradición sagrada del deporte de turmequé, mandó a comprar una caja de Old Parr. A medida que desocupaban las botellas las ponía en el umbral de la cancha y con el revólver oficial las reventaba practicando tiro al blanco. Al allanarle su casa tenía debajo de la cama 5 millones 200 mil pesos. Ya había sacado 800 mil de los 6 millones que le correspondieron para celebrar en su bacanal.
Esa fue la patente que dejó Matta Ballesteros al sistema carcelario del país. Por aquello de la inflación y la devaluación del peso, “Matamba” se tuvo que bajar de 5 millones de dólares por su vuelta. Eso es caja menor para un capo de su jerarquía. Si la corrupción en el país del sagrado corazón pagara IVA, no sería necesario que cada gobierno iniciara su gestión con una reforma tributaria. En Colombia hay muchas cosas al revés. Si a los internos los ponen a vigilar a los guardianes habría menos fugas. La de Aída Merlano se pagó parte en dólares porque en sólo pesos ocupaba mucho espacio en el carro que trajeron la remesa desde Barranquilla.
El anuncio del presidente Iván Duque, de reformar el INPEC, lo hemos escuchado oficialmente 13 veces durante los últimos 35 años. El sistema es incorregible. Está diseñado legalmente para delinquir. El INPEC tiene más sindicatos que funcionarios. En forma de metáfora se puede asegurar que allí la corrupción si está bien encerrada.
¿Qué hace el Estado cuidando presos? Su función es administrarles justicia pronta y resocializarlos. El sistema penitenciario y carcelario debe estar en poder de particulares que le respondan a la sociedad. En caso de irregularidades o fugas que respondan penalmente, con pólizas y con la millonaria pérdida del contrato. Reclusorios modernos, sin hacinamiento. Con más equipos de vigilancia digital para evitar contacto entre detenido y vigilantes. Un millón de dólares es mucho dinero para un mortal y muy poco para un capo. Si lo trasladan al ejército o la policía fracasa porque en estas instituciones también hay corruptos. Además, la Constitución y la Ley no les da esas facultades. Ejército y policía fueron creados para otros propósitos. No los acabemos de hundir. Por muy derecho que sea un policía o un saldado, ante un millón de dólares se tuercen. Por menos dinero, cada vuelta la hicieron Francisco Ricaurte y Leonidas Bustos, expresidentes de la Corte Suprema de Justicia. Igualmente, cientos de altos dignatarios del Estado, entre ministros y otros. Lo sucedido es que dichos rufianes repetían la faena cada mes.
El dinero habla y casi nunca se puede ocultar, sobre todo cuando está en poder de gente con poca educación que lo usa para comprar carros lujosos, trago y prostitutas. En la vida hay 3 cosas que no se pueden esconder: la tos, el estiércol y la plata. Ahora los sindicatos del INPEC se lavan las manos diciendo que, “Matamba”, estaba en un patio que no le correspondía. Al fin de cuentas se les voló estando adentro, con la complicidad de los guardianes que le confeccionaron traje oficial hecho a su medida. Honraron su palabra y lo pusieron de parrillero del motociclista que lo recogió en las afueras del penal. Únicamente se les olvidó darle casco para su protección.
Todos los guardianes que facilitaron la fuga pertenecen a un sindicato. Otra fórmula para solucionar esta crisis es que EEUU pida en extradición a todos los cómplices de “Matamba”. El hombre está procesado en sus cortes por narcotráfico y lavado de activos. Los guardianes del INPEC que participaron en su escape voluntariamente decidieron ingresar a su nómina. Aquí la Justicia es una burla. En 6 meses vuelven a la calle para disfrutar de los millones de dólares que ganaron por la vuelta. Para ponerle la cereza a este pastel envenenado, el Estado ofrece 2 mil millones de pesos a quien suministre información para recapturarlo. Es decir, a nosotros nos toca pagar el delito cometido por integrantes del INPEC. Lo sensato sería que ese dinero fuera descontado de la nómina de ellos.
Si el delincuente confeso Carlos Matos habla sobre los pagos que hacía para tener privilegios en La Picota, algunos guardianes cambiarían el rol de custodios a presos. ¿Por qué a “Matamba” no le tenían brazalete electrónico si era tan peligroso?