Preguntarse

24 marzo 2022 6:26 pm

Compartir:

Por Roberto Estefan Chehab                                          

Todo proyecto comienza por una pregunta, así de sencilla es la motivación de una investigación. Aún hoy a muchas personas les asusta el significado de investigar pues lo ven como algo complicado, complejo y quizás demasiado científico y sin embargo no se percatan de que todo en la vida comienza por una pregunta. La verdad, quien cree que no tiene nada por resolver, está confundido por esa misma razón puesto que la realidad es muy distinta. Siempre que nos surge una inquietud, una duda tendremos el impulso de resolverla; al menos, se despertará la curiosidad y acto seguido, el deseo de resolverla y si no se enfrenta juiciosamente viene seguida de una sensación de frustración y si dejamos pasar la pregunta sin hacer el mínimo esfuerzo por aclararla, se instalara la duda y detrás de ella viene la inseguridad. No se puede trasegar por la vida dejando retazos de mediocridad en el camino. Las personas que no buscan la verdad, que se conforman con cualquier explicación venida de la experiencia ajena, y solo les basta eso, nunca tienen un argumento confiable, no son capaces de defender una idea ni mucho menos una posición y la base de sus discusiones terminan en una muletilla, que, de no funcionar, le abre la puerta a la agresión, la violencia, lo soez. Cuando, por ejemplo, una discusión intenta finiquitarse con un calificativo lleno de contenido malintencionado, se produce una invitación a la provocación y la desviación de lo fundamental y, entonces aparece la molestia, la rabia que muestran que el asunto se tornó en algo personal: se esfumó la objetividad llevando a la descalificación del tema tratado de esa manera. Por ejemplo: si a una persona que defiende ideas comunistas se la confronta con buenos argumentos y su respuesta es tildar a su contradictor como “uribista” se está acudiendo a una treta que solo demuestra la impotencia de acudir a argumentos edificantes, serios, bien sustentados: es que ese “uribista” tiene la connotación, creada desde la izquierda, de ser “paraco”, ladrón, corrupto, asesino y muchas otras barbaridades que desde la inexactitud de la mentira se fue edificando como una verdad. Sabemos que a eso se dedicaron desde hace más de cuatro años varios “yutubers” con la consigna de desfigurar la imagen de esa persona. Una pregunta podría ser: ¿Por qué le han invertido tanto tiempo, dinero y desgaste moral para desdibujar y tergiversar a una persona hasta el punto de construir un ícono, con su apellido, de corrupción y delito? Nadie le invierte tanto a algo que no odie y desee destruir y vaya que, si han hecho daño, aunque muy probablemente no logren permear a quienes vivimos el caos en que se le entregó el país al presidente Uribe en su primer periodo. Otra pregunta: ¿Y enfrentar a los terroristas, secuestradores, asesinos que conformaron un equipo que le ha hecho el mayor daño al país, es algo que le iban a perdonar, al señor Uribe, esa caterva de criminales? Pues obvio que no: por eso se ganó a los peores enemigos que además tienen poder económico y político, pues permearon a la sociedad por todas partes y eso explica la compra de testigos, los viajes de sus enemigos a cárceles extranjeras comprando calumnias; la rabia y la incitación a la violencia cuando sienten que pueden perder una discusión o una elección. Nadie está libre de errores y cuestionamientos, pero el comportamiento de los actuales líderes de izquierda y sus estrategias son claramente una burda y peligrosa invitación al odio y la anarquía. No le entreguemos la democracia a la izquierda para que la destroce y se atornille en un poder destructivo como ha sido demostrado en otros países que hoy lloran el error. [email protected]        

El Quindiano le recomienda

Anuncio intermedio contenido