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SIETE MINUTOS PARA DESCANSAR DE…

27 marzo 2022 1:37 pm
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Carlos Alberto Agudelo Arcila

 

A PESAR DE TANTOS AÑOS DE AMISTAD…*

El niño se mete en la jaula del tigre, el felino sale. Todo ocurre una y otra vez, se vuelve un juego. La travesura dura varios años, el suceso es asombroso. El tigre se hace viejo y el niño trapecista. Un día cualquiera el hombre trepa la cuerda floja, el tigre con sus fauces abiertas espera la caída de su mejor amigo. 

 

 

*Del libro de microrrelatos Demonios de un día

 

EL GESTO*

Un gesto nada más. Un gesto sin decir nada. Un gesto diciendo todo. Un gesto. Eso era. Sin embargo, le temíamos. El gesto se abría y por su abertura se observaban olas contra nosotros. Cerrábamos puertas y ventanas con trancas difíciles de derribar. Nos encerrábamos hasta cuando se terminaran los alimentos. Nos asustaba salir. Yo mandaba a mi esposa a comprar mercado. Ella protestando abría despacio la puerta principal mientras en un momento de ave aterrorizada volaba a la tienda. En otras ocasiones, luego de estar encerrados por larga temporada mi esposa exigía ir por la remesa mientras yo con temblores en mi alma huía por la ventana de atrás. Una de las últimas veces de haber visto al gesto, fue cuando se dividió en dos. Por su boquete observamos una hermosa playa. Nos entró la confianza. Abrimos puertas y ventanas sin prevención alguna. Organizamos un paseo a la playa donde nos encontramos el día de hoy. El gesto ha hecho presencia en este paraje distante. Nos hizo el gesto de adentrarnos en el mar donde alcanzamos a ver nuestra casa inundada por olas y animales marinos.

 

 

*Publicado en la antología

       MINICUENTO VALLECAUCANO

de Guillermo Bustamante Zamudio,

 Henry Ficher – Harold Kremer

 

 

AMIGOS*

Pensé lo infructuoso de buscarlo. Fuimos a la policía. A los hospitales. A los moteles. A las morgues. A los bares de cada pueblo. De cada ciudad. De cada país del mundo. No lo encontramos. Lo buscamos en las profundidades del agua. En lo insondable de la selva. Detrás de las ventanas. Debajo de las piedras. Tras la careta puesta en el rostro de cada habitante de nuestro planeta. En todo rincón existente, sin resultado alguno. Preguntamos a Narciso si lo había visto, respondiéndonos: averígüenlo bajo la cornisa de la sala de los espejos. Tocamos en portones de cristal. En cada uno dijeron no haberlo visto desde hace varios siglos. Cansado, abandonamos la muchedumbre con la cual andábamos en la pesquisa. Al quinto día de estar en mi residencia descansando, algo o alguien desde dentro de mí, insinuó averiguarlo en la última estancia de mi ser. En lo insoslayable de mi alma. Fui en su búsqueda. En un rincón de mi insustancialidad lo hallé cabizbajo, con sus ojos alerta. Al verme se aproximó sereno, compenetrándose conmigo. Cada instante nos unimos más. Somos buenos amigos. Compartimos las mismas mujeres. Los mismos gustos. La misma copa para bebernos el mundo.

 

 

*Publicado en la antología

       MINICUENTO VALLECAUCANO

de Guillermo Bustamante Zamudio,

 Henry Ficher – Harold Kremer

 

COMO SI FUERA…*

El crimen se ejecutó a la hora exacta, el día preciso. El sicario sonrió cuando disparó el único tiro, el cual fue calculado con la maestría de un verdadero asesino. El autor intelectual de este asesinato fue informado por el propio ejecutor. Desde lugares distantes ambos bandidos brindaron entre sí. Ante el roce de las copas pedazos de cristal cayeron en los pisos. Una gota de licor rodó de Este a Oeste, mientras otra gota se deslizó desde el Oeste al Este, hasta encontrarse y formar una lágrima, como si fuera de la madre del occiso.

 

 

*Del libro de microrrelatos Demonios de un día

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