Roberto Estefan Chehab
Hemos estado expuestos, quizás como nunca, a un bombardeo sofocante y desagradable de información poco constructiva; lejana de lo amoroso y mucho menos de lo proactivo. Hemos caído en una trampa hábilmente tendida por expertos en el manejo de masas sin que, en ese sentido, el término “experto” conlleve la connotación de profesionalismo y menos aún, la virtud de la ética; asumiendo que lo esencial de la contienda gira en torno al nombre del expresidente Uribe. Desde todas las corrientes, cada vez que alguien se manifiesta en contra de un gobierno izquierdista, liderado por el señor Petro, aparecen los ataques en los cuales está presente el apellido Uribe: que habilidad para desinformar y engatusar a tanta gente la que han tenido los encargados del mercadeo y la difusión del llamado Pacto Histórico para cambiarle el “chip” a muchos de tal manera que Colombia, como esencia, no sea tan importante en las mentas de mucha gente: lo que aquí pareciera valer es derrotar al uribismo, asunto planteado de forma mentirosa y malintencionada, para que triunfe el petrismo. No importa para nada que las personas se alejen del contexto real que es la verdad de todo: la patria y sus reales necesidades. Esto no es un partido de Futbol de Petro v: s Uribe y la verdad, aquí no hay discusión pues la polarización se ha impuesto sobre la razón y entonces estamos ante una contienda que está brillando por haber perdido el norte: tal vez, no la ha perdido: simplemente no lo ha podido encontrar. En las últimas elecciones lo vimos en el Quindío que tanto se queja de corrupción y a pesar de eso a más de una persona muy cuestionada se la favoreció con el voto popular que es más poderoso que cualquier demanda ante una Corte: si el pueblo fuera coherente y leal a los principios, jamás hubiera permitido que los mismos con las mismas siguieran manejando los hilos de la política de nuestra tierra hermosa y traicionada. Porque, la verdad sea dicha, nada ha cambiado y eso no es uribismo ni petrismo: es deslealtad con la tierra quindiana. ¿Seguirán desfilando, al parecer, los interesados con sus bolsas de billetes a las casas y oficinas de algunos corruptos para depositar la cuota pactada que les asegure su contrato? Porque muchas paredes tienen ojos ciegos y oídos sordos lo cual blinda temporalmente a esos ladrones, pero no anula el acto perverso mediante el cual se enriquecen además de aumentar la nómina de nuevos corruptos que deben escoger entre quedarse sin trabajar o enfilarse en el grupo que hasta ese día despreciaron y odiaron: claro, de carambola los movimientos políticos a los que pertenecen los funcionarios directores de esa nefasta orquesta adquieren nuevos adeptos: entrar es fácil pero salir es complicado, nada nuevo, siempre ha sido así y está muy bien organizado. Al menos, mientras Dios se apiada de Colombia y ya echadas las cartas, vale la pena considerar que las personas que le hacen eco al odio todos lo días; que además tienen clara historia delictiva e insisten en acompañarse con narcotraficantes y disidentes ( o sea, de individuos que le han dado la espalda a la paz) y que además se parapetan en un país vecino cuyo gobierno apoya al terrorismo y da protección a los enemigos de su propia patria, como son las bandas criminales y otros grupos que todos los días se enfrentan para enriquecerse a costa de la desgracia de campesinos inocentes, de indígenas acorralados y amenazados, de niños en la puerta de sus escuelas, de gente sana a la que llevan al límite, de adolescentes cautivados hacia la drogadicción, es decir, maldad por doquier, no deben ser apoyados. El socialismo en Colombia está desdibujado. Políticos así dañan cualquier ideología al mezclarla con la mezquindad: seamos leales a nuestra patria ¡por favor! Necesitamos quien nos una, nos congregue y valide lo mejor de cada pensamiento de derecha, de centro de izquierda. A eso hay que apostarle y sin fanatismo, la mayoría lo sabe. [email protected]