Por Jhon Jairo Hernández Montilla
El momento que vive Colombia hoy es similar al que vivió Alemania antes del ascenso del partido Nazi en 1933, en el marco del paro nacional de 2021, hubo un hecho similar a la quema del Reichstag, manos desconocidas incendiaron el palacio de Justicia de Tuluá, como en la Alemania Nazi culparon a los judíos y a los comunistas, en Colombia culparonal nuevo enemigo único “los vándalos”, categoría donde cabe toda persona que se manifiesta frente al régimen en el gobierno, como señalaba el jefe de propaganda Nazi Joseph Goebels “ si hay hambre, miseria, hay que culpar al enemigo”, el modelo siempre sera el mismo simplificar todo en un enemigo único y de esa forma se crea una lucha maniqueista entre el bien contra el mal, donde los buenos son lo que ahora se hace llamar “la gente de bien”, por lo tanto no es casual que salgan de blanco representando la pureza de sus almas, gente devota, y defensora del estado actual de cosas, de nuevo mi memoria va a la historia, en Alemania antes del asenso Nazi, se llamaron “sturtartelig o camisas pardas”, a grupos de matones armados con palos que golpeaban a los opositores, y una vez que llegan al poder y Hitler es nombrado canciller el 30 de enero de 1933, comienza la toma de todas las instituciones del estado Alemán por los dirigentes del partido NAZI, con ello se inicia la tragedia para todos aquellos que fueran considerados como descartables por el nuevo régimen del terror, no es necesario hablar de los horrores cometidos durante el gobierno de Hitler y sus secuaces, ya que de ello se han escrito innumerables libros y fueron realizadas un sinfín de películas, documentales.
Lo que se debe resaltar es como se vivía en Alemania antes del ascenso del Fuhrer, este país había perdido la primera guerra mundial, y fue condenada a pagar una serie de reparaciones de guerra impuestas por los aliados, todos reunidos en el tratado de Versalles, lo que hicieron fue imponer la voluntad del vencedor al vencido, y con esto se obligó al gobierno Alemán del Káiser Guillermo segundo, a entregar territorios como: Renania, empresas del estado, minas y asumir las onerosas reparaciones de guerra, que sumieron al país en una situación económica de pobreza. la carencia era la constante en las ciudades y los barrios alemanes, cientos de personas carecían de empleo y miles de militares vagaban sin rumbo en un país en ruinas.
Fue en este contexto que un grupo de fanáticos empezaron a reunirse en una taberna, donde más de 50 hombres entre ellos un desconocido cabo llamado “Adolfo Hitler”, juraron recuperar Alemania de las manos de los invasores, nadie imagino que este grupo de hombres años después llegarían a tener control total del país y llegarían a instalar el tercer Reich, proyecto que llevaría a una destruida Alemania a convertirse en una potencial militar que provocaría la segunda guerra mundial.
Este grupo de lunáticos era conformado en su mayoría por veteranos de la primera guerra mundial, los cuales tenían en sus cabezas, la frustración y la rabia de ser una antigua potencial imperial venida a menos, eran gente resentida, sin empleo y sin un propósito en la vida, fueron encontrando en el naciente Partido Obrero Alemán, una vía de escape para proyectar todas sus frustraciones, el naciente partido Nazi estaba conformado, por muchos ex militares, por ello tenían habilidades para el combate cuerpo a cuerpo; fue entonces cuando llego un ex oficial al grupo, llamado Ernesto Romm, el cual presento la propuesta de crear un grupo de choque para enfrentar a los contradictores, eran tiempos convulsos y no era difícil encontrar hombres para sus filas entre los miles de militares desempleados que regresaron de la guerra, así se va creando una milicia armada llamada los sturmartelig o camisas pardas, grupo que tenía como consigna romperle todos los huesos a todo aquel que se oponga a su proyecto.
Aunque había una crisis social y económica en Alemania en los años 20, aun no estaban dadas las condiciones para convertir el partido Nazi en una opción real de poder, sin embargo, todo cambio cuando en 1929 la bolsa de New York, y la economía mundial cae en picada, hecho que dio el golpe definitivo al débil gobierno del anciano Káiser Guillermo, y en las elecciones al parlamento alemán el grupo comandando ya por un mesiánico Hitler, logra una sorprendente votación que lo convierte en la segunda fuerza política más importante del país, ya en las filas del partido de la Svastica, estaba un anodino y desconocido hombre, llamado Joseph Goebels, este era experto en propaganda, y sumado a Ernes Room, Henri Goering, Henry Himmler, se habían convertido en los líderes indiscutibles del Partido Nacional Socialista; ya habían pasado varios años y Hitler se había convertido en un hábil orador, capaz de encantar masas, con sus diatribas en contra de los judíos, comunistas, socialistas, fue imponiendo poco a poco en las mentes de los alemanes, la idea del supremacismo racial, basado en la premisa de recuperar la raza pura del pueblo ario, y era paradójico porque Hitler ni siquiera era Alemán, y mucho menos tenía la morfología del alemán perfecto.
Fue cuestión de meses para que el débil rey, nombrara por temer a un energúmeno Hitler como canciller y de esa forma sin saberlo, comenzó la instalación de un proyecto totalitario, que una vez logra poderes plenos del reichstagh (parlamento alemán), en semanas ilegaliza los partidos políticos, prohíbe los sindicatos, toma el control total de las fuerzas militares y de policía, y nombra a miembros del partido, en importantes cargos en el gobierno.
Los lectores se preguntarán y que tiene que ver lo que sucedió en Alemania en los años 30 del siglo XX, con lo que sucede en un país de américa del sur llamado Colombia, y la respuesta está dada en el hecho que en el mes de febrero de 2021, estuvo un NAZI Chileno, dictando una catedra a los altos mandos de las Fuerzas Armadas de Colombia, denominada la “revolución molecular disipada”, donde básicamente exponía la tesis de que la guerrilla había evolucionado, y ahora se había pasada a una nueva forma de guerra urbana, donde se usa la protesta ciudadana como medio para desestabilizar el gobierno, todo parte de una conspiración del comunismo internacional, sumada al foro de Sau Paulo dirigida por Venezuela, Cuba, Rusia, China.
El objetivo era instalar un régimen comunista en Colombia y que, por ello, era necesario dar trato de guerra a todos los manifestantes, era evidente que la derecha internacional tenía claro, que en Colombia producto de la pandemia de la covid 19 y la crisis económica que desato, se venía incubando una protesta de enormes proporciones, que pondría en tela de juicio, el modelo económico imperante y haría tambalear el establecimiento; y no se equivocaron en este cálculo. El 28 de abril de 2021 las centrales obreras convocaron una marcha en contra de la reforma tributaria, sin que ellos se imaginaran devino en un gran paro nacional; empezaron entonces protestas en todo Colombia, marchas multitudinarias, cierres de vías, derribo de estatuas, todo porque el pueblo enardecido reclamaba el retiro de la reforma tributaria, un paquete de ajuste fiscal disfrazado por Ivan Duque Marquez.
La respuesta de las fuerzas armadas no se hizo esperar, y en cumplimiento de las orientaciones dadas por Alexis Viera, tomaron como manual de operaciones las acciones de las DINA de Agusto Pinochet en tiempos de las dictadura en Chile, por eso empezaron a detener masivamente personas en escenarios deportivos, hubo violaciones de mujeres, capturaban personas y los trasladaban en carros particulares, se llegó incluso a desparecer 84 personas, según las denuncias de varias ONG, no había duda había empezado una operación de silenciamiento y exterminio del pueblo, no eran hechos aislados sino obedecían una política nacional del terror.
La gente se sorprendió al ver la extrema violencia desatada por las fuerzas del estado, en las primeras semanas se contaban ya una decena de heridos, una veintena de desaparecidos, jóvenes sin ojos porque les habían disparado con armas traumáticas a los ojos, repitiendo el modelo aplicado por Piñera en las últimas protestas que sacudieron Chile, por redes sociales se difundían masivamente imágenes de jóvenes desparecidos, mujeres ultrajadas por el SMAD, violencia desmedida en contra de los manifestantes, incluso ataques a barrios enteros, como si se tratara de una guerra de ocupación a un país enemigo, poco a poco el país empezó a arder, y el llamado comité de paro no sabía qué hacer, era un pueblo desatado por la rabia y la impotencia, ante un gobierno demente, que no tiene nada que envidiarle a los Calígulas y nerones Romanos.
Las confrontaciones aumentaron y la gente se fue radicalizando en el proceso, los bloqueos de vías se hicieron masivos, ciudades como: Cali, Pereira, Bogotá, Medellín, Popayán, empezaron a contar muertos y jóvenes desaparecidos, aparecen grupos de paramilitares vestidos de civil disparando al lado de los organismos de seguridad del estado, el plan estaba claro “ahogar en sangre el país”, para mandar un mensaje, claro y contundente el gobierno no admite ser cuestionado y el poder es de las elites y van a matar a todo el que se oponga a seguir siendo esclavo de los ricos y los súper súper ricos.
La rabia se contagió por todas partes, las imágenes en redes sociales se difundieron como si fuera pólvora, el país urbano por primera vez en su historia reciente, era testigo de la forma como el estado ha operado en el campo Colombiano, parecían los tiempos de las dictaduras militares del cono sur, hombres armados vestidos de civil subían a carros particulares a manifestantes y luego nadie daba razón de ellos, la memoria como dice León Gieco en su canción, nos recordó los tiempos del terror en la dictadura argentina, ya no era una película era la realidad, la que estaba viviendo la gente, esto sirvió para quitarle la máscara de democracia, que la elite Colombiana vendió por décadas, en la que era llamada, la democracia más sólida del continente.
La Colombia urbana reconoció lo que vive el campo hace décadas, una violencia brutal y desmedida, el campo también inicio protestas desde el Caquetá hasta Ibagué, estaba cocinándose una unidad del movimiento agrario con el movimiento social urbano, los indígenas de la minga se sumaron y se convirtieron en la seguridad de los manifestantes, ya que quien había jurado proteger su vida y su integridad los estaba asesinando sin contemplación a sangre fría, los jóvenes movidos más por el deseo de cambio que por las claridades políticas, se fueron convirtiendo en grupos de resistencia, y fueron pasando como dice la canción de la segunda república española, pasaron a las “ barricadas”, esto asusto a la elite.
No se veía una masa de esas proporciones desde la marcha del silencio convocada por Gaitán en los años 40, y la casta en el poder del estado, procedió de la misma forma de siempre, convirtieron en enemigos del estado a la gente, civiles desarmados, eran ahora un nuevo tipo de guerrilla, para ello impostan un término sacado de los cuarteles de propaganda del régimen, “vandalismo terrorista”, era la simplificación del enemigo único, una estrategia para crear una imaginación hostil, para demonizar a los manifestantes, ante la ausencia del viejo fantasma de la guerrilla, no les quedo otra que inventarse un nuevo enemigo, esta vez cualquiera que se opusiera al gobierno, hecho absurdo desde todo punto de vista.
Sin embargo en Colombia, lo absurdo y lo irracional es la constante, desde que en 2016 miles de personas salieron a votar en contra de un acuerdo de paz, y otros los más jóvenes no quisieron salir a votar, porque les daba lo mismo eso que se había firmado en la Habana Cuba, hecho que demostró que la sociedad urbana no era capaz de comprender los problemas de la Colombia rural, por esto se perdió el plebiscito y esto permitió que el partido de gobierno, saliera de las cavernas dispuesto a todo para evitar la implementación de los acuerdos de la Habana, ya que tenían claro, los herederos de los que en 1974 hicieron el Pacto de Chicoral, y era, la necesidad de evitar a toda costa la modernización del campo, ya que con ello se ponía en peligro su control político y territorial.
Lo que no sabían los jóvenes que se quedaron durmiendo en las votaciones del plebiscito era que, sin atender los problemas del campo, no podemos avanzar como sociedad, ya que todas nuestras guerras campesinas se han incubado por temas asociados a la lucha por la tierra, no se puede olvidar como el abuelo de la energúmena senadora Paloma Valencia, el expresidente Guillermo León Valencia, en el año 1964, ante los reclamos de campesinos de 40 campesinos, los cuales pedían tierras para cultivar, gallinas, marranos para la cría, en vez de ser atendidos por el gobierno sus justos reclamos, fueron atacados con más de 16000 mil hombres del ejército, y les fueron lanzadas para acabarlos bombas hasta de 5 toneladas, y fue con esto que se dio nacimiento a un grupo de autodefensa campesina que con los años, se convertiría en las FARC, y con ello nacería una guerra que duraría más de 50 años, todo hubiera sido distinto si se reconoce el derecho a la tierra, y no se le da trato de guerra a las demandas campesinas de entonces.
Es importante que los jóvenes que ahora se organizaron en lo que se hace llamar las primeras líneas, entiendan que no son los primeros que han luchado, ya que este país tiene una larga historia de luchas sociales, y que siempre usaron el fantasma de la guerrilla para criminalizar la protesta, por ello lo que ha sucedió en Colombia en el año 2021, solo puede ser producto de que al desaparecer las FARC EP como actor de la guerra, se abrió el camino para que una serie de demandas sociales aplazadas en Colombia, por la persistencia del conflicto político, social y armado, habían sido ignoradas debido a que la gente estaba convencida, de que todos los problemas del país eran por culpa de esa guerrilla, y una vez esta desapareció del escenario militar y paso a convertirse en un partido político legal, vieron como emergían una serie de problemas sociales que habían sido ignorados, era eso que algunos autores llamaron la paz grande, esa que esta inconclusa debido a la decidía de una elite, que no ha dudado en matar al contradictor político para evitar cambios sociales, políticos y económicos en el país.
Ahora como en los tiempos de Gaitán, hay una nueva posibilidad de romper el bloque dominante de poder, con un hombre llamado Gustavo Petro Urrego, un ex militante del M19, que fue concejal de Zipaquirá, senador de la república, llego a ocupar el segundo cargo político más importante del país, y que al igual que Gaitán, fue perseguido por poner el distrito capital al servicio de los más necesitados, diseñando audaces e innovadoras políticas públicas, que integraron a la Bogotá ignorada, les reconoció sus derechos como ciudadanos, y cometió el peor de los crímenes, tratar de desprivatizar un servicio público, quitar el manejo de la recolección de basuras del distrito a unos poderosos zares de las basuras, y pasar el negocio a manos de la alcaldía mayor, para que los millones de ganancias que deja este negocio, vayan a ser distribuidos en obras públicas, políticas sociales, que mejoren la calidad de vida de la gente más pobre; por cometer este crimen ante los ojos de la elite dominante, fue destituido por un oscuro procurador, el cual con una firma saco del cargo al alcalde del pueblo, este hecho provoco unas enormes concentraciones de rechazo en la plaza de Bolívar de Bogotá; aunque este mandatario gracias a unas serie de demandas ante las CIDH logro recuperar sus derechos políticos, el antecedente quedaba claro, si no se puede asesinar al dirigente político, entonces se usarían los organismos de control del estado (Contraloría, procuraduría fiscalía), para sacar del camino a quien amenace los intereses de los plutócratas.
Hoy en 2022 a meses de las elecciones presidenciales, Gustavo Petro lidera todas las encuestas, llena plazas y su coalición política el Pacto Histórico en la pasada elección a congreso del mes de marzo, lograron una votación histórica, logrando 29 curules al senado, y 25 representantes a la cámara y a ello se suman 9 representantes electos por las circunscripciones especiales de paz, completando un tal en cámara de 34 curules, algo nunca visto en la historia política de Colombia, a su vez debido a la creciente crisis económica que tiene la inflación disparada en el país, sumada a la crisis de los alimentos agravada por la guerra que se desarrolla entre Rusia y Ucrania, es entonces en un marco de crisis generalizada, donde se da la campaña presidencial para elegir presidente de Colombia en el 2022.
Por primera vez en la historia un candidato venido de las clases sociales populares, tiene una opción real de acceder al gobierno y sentarse en el solio de Bolívar en la Casa de Nariño, mientras los otros candidatos se desinflan Petro aumenta su intención de voto, la sociedad colombiana ya no es la misma desde los tiempos del embrujo autoritario, que votaba movida por el miedo a la guerrilla, ahora la gente sabe que los problemas reales los vive todos los días, la gente no ve perspectivas de futuro, la clase media desaparece, la pobreza y la miseria aumenta vertiginosamente, la red pública hospitalaria está colapsada, y el modelo de salud basado en la privatización ya es insostenible, por todos estos motivos, las elecciones presidenciales de 2022 son entre las propuestas serias de país, proyecto representando en Gustavo Petro, enfrentado a las diatribas de la derecha, que parece que perdieron el principio de realidad, y viven en un país donde el 80% de los colombianos no viven.
Unas elecciones presidenciales donde el país se juega su destino por los próximos 50 años.