Persisten los falsos positivos

12 abril 2022 6:23 pm

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Gilberto Zaraza Arcila

Uno de los mas nefandos e ignominiosos hechos que dejan 20 años de gobiernos fascistas del uribismo,  es el de las ejecuciones extrajudiciales, eufemísticamente llamados falsos positivos; que según la Jurisdicción Especial para la Paz JEP, hay comprobados 6.402 casos, pero que podrían ser mas de 10.000 los asesinatos de civiles inocentes, y  fueron  presentados como guerrilleros muertos en combate. Todo un genocidio.

El último de estos casos fue el perpetrado en la vereda El Remanso, municipio de Puerto Leguizamo en el Putumayo, donde el ejercito  se presenta vestido de negro y  gritando que son de la guerrilla. Llega a  un bazar campesino para recolectar fondos para obras comunales,   disparando y asesinando a 11 personas entre ellos a un gobernador indígena Kechwa, al presidente de  la junta de acción comunal y su señora embarazada, a unos campesinos  y aun menor de edad, e hiriendo a 4 personas más, entre ellas una joven menor de edad embarazada.  Y el gobierno del eufemismo, (neutralización por asesinato); informó que  había logrado “la neutralización de  11 integrantes de las Farc y la captura de cuatro criminales más”. Criminales sin ninguna prueba.

Posteriormente, según versiones de los testigos, reúnen a todos los ilesos en una cancha de microfútbol  a espaldas de los muertos y les impiden mirar hacia atrás; mientras se cambian de ropa, se ponen el uniforme camuflado del ejército y manipulan la escena del crimen, moviendo los cuerpos y  poniendo armas y uniformes militares a los asesinados, para hacerlos aparecer como guerrilleros muertos en combate.  Como si fuera poco se retiran llevándose el dinero recolectado en el bazar ($11 millones), celulares, las botellas de Whisky y el dinero de los asistentes. Un evidente y vergonzoso atraco.    

Las Fuerzas Armadas del Estado están instituidas para proteger y brindarle seguridad a la comunidad, no para masacrarla. No se puede presentar como un operativo exitoso, hechos   que violan flagrantemente los derechos humanos,  que producen la ejecución extrajudicial de personas inocentes. No se puede continuar aplicando el criterio de tierra arrasada, como ocurrió en el Palacio de Justicia, donde se consideró que todo el que estuviera dentro del mismo después de la toma del M- 19, era guerrillero.

Otro caso indignante de falso positivo, es el show mediático del Ministro de Defensa Diego Molano (el mismo que ordena bombardear indiscriminadamente, asesinando niños que porque son máquinas de guerra), quien asistió a la demolición  en directo de la humilde vivienda de una anciana de 93 años en Pereira, presuntamente por ser una “olla del narcotráfico” que servía de  expendio y consumo de drogas alucinógenas. Luego  se demostró que fue un montaje, porque llevaron a los jibaros a la casa, les dieron las drogas y los pusieron a consumir mientras los filmaban, para que sirvieran de prueba, que justificaran el injusto operativo.

Fue un procedimiento ilegal porque nunca hubo denuncias, ni una investigación, ni había procesos judiciales de extinción de dominio.  Por estos hechos  fueron separados de sus cargos 7 oficiales de la policía de Pereira entre ellos el comandante Coronel Aníbal Villamizar. Persiguen el microtráfico, mientras los grandes capos del narcotráfico son nombrados embajadores o financian las campañas políticas para elegir presidentes y congresistas.

En un país civilizado, desarrollado y democrático estas gravísimas violaciones de la constitución, la ley y la Declaración Universal  de los Derechos Humanos,  no ocurren. Solo se presentan en las dictaduras, en los gobiernos fascistas y más cavernarios.

 Este Estado narcoparamilitar que se distribuyó el país para sus negocios criminales de narcotráfico, minería ilegal, contrabando y extorsión, en regiones donde no hay soberanía, ni presencia de la fuerza pública. Y el terrorismo de Estado con las ejecuciones extrajudiciales, las masacres de paramilitares, el asesinato sistemático de líderes sociales y la represión violenta y desmedida de la  protesta popular pacifica, por parte de la fuerza militar en unión de la “gente de bien” armada, disparando contra la población inerme; es lo que hay que acabar en las próximas elecciones presidenciales, para que nunca más vuelva a ocurrir y  cese la horrible noche.

 

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