Por Iván Restrepo
Es domingo 17 de Abril, he esperado hasta este ultimo día para comentarles mis impresiones acerca de esta pasada temporada de Semana Santa y cómo se desenvolvió en lo que respecta al sector turístico en el Eje C. y en nuestro amado Quindío. Lo que escucho, veo y leo a través de las redes sociales y los principales medios de comunicación permiten concluir que esta, la segunda temporada alta del año (detrás de Navidad y Año Nuevo) una vez más, será recordada por los eternos inconvenientes para el acceso y la congestión de multitudes en Salento, Filandia y Circasia, esta última ganando terreno recientemente para mantenerse en el podio de los tres destinos más visitados del Quindío.
Pareciera ser que todos los esfuerzos de los dirigentes locales no son suficientes: hay decretos para regular el tránsito, estacionamientos improvisados a última hora y muchas reuniones –en donde brillan por su ausencia consultores y expertos que saben de turismo– que no arrojan los resultados esperados. A estas alturas pareciera que nuestros ilustres dirigentes creen que desde el momento en que son electos para sus respectivos cargos una fuerza sublime los ilumina y los transforma en seres “Multitrabajo”, es decir, que saben de todo y adicional a esto se comen el cuento de sus aduladores en las redes que no cesan de “Rogar al Santísimo para que lo acompañe en su labor” “Que el Señor ilumine su camino” Que la Virgen lo arrope con su sagrado manto” etc. Ellos pareciera que se la creen y se sientan a esperar que pasen los milagros, al punto tal que muchos de ellos (entiéndase bien, no todos), se tomaron sus consabidos días de asueto en esta, la temporada que los necesita en el lugar de los acontecimientos.
Aparte de los inconvenientes, celebro que a muchos de los colegas del sector les haya ido bien. Se de muchos que han captado el mensaje de racionalizar tarifas de acuerdo a la temporada. Estoy seguro que una gran cantidad de ustedes, al igual que yo, no se atreven a subirse a un avión para aterrizar en esos destinos de alto impacto turístico. Como me decía un amigo el otro día, “Yo para estas épocas busco destinos de bajo impacto, en donde sé que puedo viajar, comer y dormir a tarifas más económicas” Son las reglas de la oferta y la demanda.
Continuaré con mi perorata de siempre: Prefiero tener 10 clientes de $400.000 por habitación/noche que 100 clientes de $40.000. El resultado es el mismo y con menos gastos y complicaciones. La sostenibilidad de un destino se logra con eficiencia, clientela escogida, una buena planeación a su debido tiempo, respeto por la comunidad local, consumo de productos locales, CERO TURISMO MASIVO. Voy a permitirme sugerir a los colegas yiperos de Salento que transportan a los turistas desde Salento al Valle de Cocora: Manejen tarifas acordes a la temporada, si en la baja cobran $4.000 por persona/trayecto, lo cual de por si es súper baja, máxime que, cuando para esta temporada (la baja, 80% del año) sus clientes son en gran mayoría extranjeros U$1.00 dólar es irrisorio. Para las temporadas altas, (20% del año) suban la tarifa siquiera a $8.000; Uds. amigos prestadores de este servicio se lo merecen, créanme no se les va a afectar el negocio.
Para cerrar, insto a las autoridades del turismo regional y local a concentrarse más en cómo atraer visitantes y turistas en la baja temporada, –ese fatídico 80%– y dejar de rasgarse las vestiduras pensando en la alta temporada, la cual se vende solita, ¿No creen ustedes que se están excediendo en promocionar las altas temporadas? Si yo fuera ustedes, del 100% del presupuesto para promoción, dedicaría los mismos porcentajes proporcionalmente. Es la norma universal, lo demás es hacer ANTIMARKETING.
¡Hasta la próxima, nos vemos la próxima temporada…baja jajaja!