Gilberto Zaraza Arcila
El concepto de perdón social que el filósofo francés Jacques Derrida, planteó como una probabilidad utópica de alcanzar la paz y reconciliación entre los seres humanos, implica un perdón amplio y generoso. Perdonar lo imperdonable desde el punto de vista ético. Un perdón subjetivo. Como un perdón que la sociedad otorga para dejar atrás el odio y el deseo de venganza. Para no continuar con la Ley del Talión, ojo por ojo hasta que todos quedemos ciegos o muertos por el rencor. Pero lo desligó del perdón del derecho, judicial, que considera irreductible.
Gustavo Petro propuso la posibilidad de aplicar ese perdón en Colombia, que incluye la verdad, y el compromiso de no repetición. Esta propuesta realizada el año pasado, sirvió para preparar el entrampamiento que realizó la extrema derecha desde la cárcel La Picota. En vísperas de elecciones presidenciales algunos reclusos invitaron a la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, de la cual forma parte Juan Fernando, hermano de Petro, para hablar del derecho internacional humanitario.
Sin su consentimiento, los grabaron, les tomaron fotos y publicaron un documento anónimo y apócrifo, donde supuestamente ofrecían rebaja de penas y reformas a la justicia. La mencionada comisión sacó un comunicado donde rechaza esas acusaciones y manifiesta que nunca se habló de esos temas. Lo que fue corroborado por el recluso Germán Chaparro, exalcalde de Villavicencio, quien declaró que no es cierto que se haya ofrecido rebaja de penas o reforma de la justicia a cambio de votos. Petro es muy inteligente, para conseguir votos habría hablado con los exgobernadores Aguilar de Santander, que manejan el departamento.
Olvidando que con sus denuncias, Petro los llevó a la cárcel; y que no propuso eso, porque tiene claro que el poder judicial es autónomo e independiente. Además, ya había advertido con antelación que desde la cárcel querían infiltrar su campaña con aportes de narcotraficantes o con acciones que lo perjudicaran; como en efecto hizo el condenado sicario alias Marquitos, quien publicó un video invitando a votar por el candidato del progresismo.
Con esta trampa los medios de desinformación, se dedicaron a calumniar, difamar y con mala intención distorsionar lo allí ocurrido para destruir el proyecto político del Pacto Histórico y dañar la honra del candidato. Todas sus propuestas son tergiversadas. Propuso comprar tierras improductivas y dijeron que va a expropiar. Anunció reforma a los fondos de pensiones y asociaron con expropiarlas. Indicó que para un verdadero cambio se necesitan varios gobiernos progresistas con diferentes presidentes, y señalaron que se quiere perpetuar en el poder, etc. El que se ha perpetuado es Uribe por interpuesta persona. Lleva 20 años en el poder y nadie dice nada.
Pero, cuando el expresidiario Álvaro Uribe propuso una amnistía general, que significa perdón y olvido para garantizar la impunidad a sus numerosos crímenes y de sus compinches, ni el gobierno, ni la empresa privada, ni los medios de comunicación salieron a descalificarla. Cuando saben que esa figura solo aplica para los delitos políticos. Los delitos comunes deben recibir su condena, que debiera ser ejemplarizante y no demasiado garantista como la que les aplican a los delincuentes de cuello blanco.
El establecimiento sabe que va a perder el poder y está utilizando todas las formas de lucha. Como sus candidatos no tienen propuestas, ni argumentos para controvertir las de Petro, utilizan la trampa del miedo, el engaño, las mentiras, las tergiversaciones, como herramienta favorita, porque les ha dado resultados históricamente. La campaña sucia incluye la falacia de que su programa es un supuesto salto al vacío. Descalificar todas las adhesiones. Calumniar con delirantes apoyos de gobiernos extranjeros o de estar financiado con dineros ilícitos. Anunciar la difusión de un montaje sobre un supuesto abuso sexual. etc.
Violando las leyes constriñen al elector aprovechando su ignorancia y el hambre, para alienarlos e inducir su voto, con el fantasma del comunismo, el socialismo, el castrochavismo, la expropiación, la pérdida de la democracia y las libertades. Cuando el candidato del Pacto Histórico es un socialdemócrata que ha propuesto todo lo contrario.
Cada que aparece un líder progresista que amenaza el poder de la oligarquía y la corrupta clase dirigente-hoy aliada con el narcoparamilitarismo-, lo asesinan como pasó con Jorge Eliecer Gaitán, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro Leóngomez. Hoy los sepulcros blanqueados no necesitan matarlo, pretenden un linchamiento moral y mediático.