Por Álvaro Ayala Tamayo
Gane quien gane las elecciones presidenciales la tendrá maluca. Le economía mundial respira un ambiente sombrío para el próximo gobierno, ya sea de izquierda, derecha o centro. Lo que viene en materia social no tiene solución a corto ni mediano plazo. La política y la economía no riman porque están distorsionadas. No existe un manual para domar la inflación sin peligro de caer en recesión.
Cuesta abajo estamos montados en un viejo bus escalera, sin frenos, sin posibilidades de ayudar a disminuir velocidad con la caja porque se quemó el “clutch”, embrague. Para pronosticar los tiempos duros en relación con los mercados a la baja, los economistas suelen acudir a los gráficos. Recesión, inflación, subidas de tasas de interés, cadena de suministro, COVID 19 desatado en China (la fábrica del mundo), guerra rusa contra Ucrania, elecciones y corrupción aumentan diariamente el índice del miedo.
Una ola en Pekín o Washington es un tsunami en Colombia. Luego, aparece algo peor: la cruz de la muerte. Esa figura que sacan los expertos en estadísticas pronostica que el gobierno entrante la tiene cuesta arriba porque la mula está atrás y no delante del coche para jalar. Vienen: sangre, hambre, frío, desempleo, lágrimas, quiebra de empresas, familias rotas y aumento descomunal de la pobreza. Allí es donde nos encontraremos a pagar las penas.
¿Cuál de los 2 gobiernos lidiará ese potro indomable llamado inflación que siempre llega para quedarse por largo tiempo? ¿Fico o Petro? Esa es la pregunta del millón de dólares. Según los gráficos ninguno tiene respuestas acertadas a los asuntos geopolíticos internos y externos. Los indicadores muestran que el presidente Iván Duque entregará la inflación por encima de 2 dígitos. Esa cifra no se mostraba desde los años 70.
La historia dice que los tiempos previos a elecciones son volátiles y catastróficos para las economías. Es decir, el pueblo siempre paga la vajilla rota por el gobierno, congreso y los empleados oficiales porque la nómina estatal es muy grande. Mientras haya funcionarios que ganan entre 10 y 35 millones de sueldo y la mayoría de colombianos cero, habrá odio de clases traducido en inseguridad.
Razón tiene la mítica frase de Óscar Wilde… “Es más seguro pedir que robar, pero más hermoso robar que pedir”. Aquí no será la excepción. El jinete del apocalipsis está desbocado y cabalgará una carrera muy larga. Sacarlo de la pista es muy difícil porque patrocinadores internacionales lo alimentan. Por ejemplo: ¿cuándo terminará la guerra? No olvidemos que los insumos y fertilizantes agrícolas son importados desde Rusia. Buscarlos en otros mercados no es fácil, y si los venden los precios ya están muy caros. Bajar los aranceles no es suficiente para compensar sus elevados precios. Si les otorgan subsidios tampoco porque es quitarles a todos para darles a pocos, así sea para causas nobles.
Eso no es todo lo malo. No hay chips ni semiconductores en ninguna parte del mundo. Los computadores, herramienta indispensable y esencial para toda actividad humana subirán de precio. ¿Por qué creen que Warren Buffette, el oráculo de Omaha, genio de las acciones y reacio a invertir en tecnología diferente a Apple, acaba de comprar una participación de 4 mil 200 millones de dólares en Hewlett-Packard? El gobierno está feliz porque le están ingresando muchos millones de dólares por los precios altos de petróleo. El pueblo está triste porque no hay trabajo, estudio, salud ni oportunidades. Esa fortaleza gubernamental ahora es su debilidad. Ese dinero debería invertirse para crecer y pagar deuda externa, desgraciadamente se va a pago de burocracia. Ministros, magistrados, altos funcionarios cenando sobre una mesa que rebota sus malos olores. ¡Qué indolencia! Los discursos de los candidatos son muy bonitos, la realidad pinta fea.