Samaria Márquez Jaramillo
La Edad Media fue fundamentalmente una era de temor, incertidumbre, plagas y violencia. Una situación similar se vive en la actualidad, a raíz de pandemias como el COVID19 y plagas tales como el terrorismo y un gobernante desfasado, Putin que sueña con personificar a Gengis Kan. Ya no es tan claro cómo invertir en el futuro o en qué futuro invertir. El tiempo requerido para averiguar cómo responder a este nuevo hito, se llamará medievo en el siglo XXI.
La Edad Media fue una era en la que el poder político estaba muy disperso. En el nuevo Medievo, las soberanías vuelven a hacerse fluidas, con estados que se ven obligados a compartir el poder y la autoridad con unidades subnacionales, como grupos terroristas (equiparables a los antiguos vasallos rebeldes), supranacionales como la Unión Europea (que se asemeja al Imperio Romano) y poderosas fuerzas transnacionales, como por ejemplo, las agencias calificadoras de riesgo o empresas multinacionales (comparables al poder ubicuo de la Iglesia católica previa al Renacimiento).
Hoy se tiene un mundo difuso, de múltiples niveles, como lo era siglos atrás. El hecho de que se multipliquen las milicias paramilitares, grupos terroristas transnacionales y bandas criminales que operan con impunidad a través de las fronteras, ciertamente recuerda al Medievo, pues el monopolio estatal sobre la violencia ha sido por mucho tiempo más un ideal que una realidad, especialmente en países pobres y poscoloniales, es decir, en la mayor parte del planeta.
Para este nuevo medievo ya están revividos los Medicis: Mark Zuckerberg, Serguey Brin, Tim Cook, Bill Gates, Elon Musk, Peter Thiel, entre otros gigantes, son quienes impulsan y financian los proyectos más innovadores a nivel mundial, que abarcan investigaciones para curar el cáncer, paliar los efectos del cambio climático, viajar al espacio y hasta para alcanzar la inmortalidad del hombre.