¿Nos conectamos o nos comunicamos?

20 abril 2022 6:21 pm

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                                                                                                    Aldemar Giraldo Hoyos

Un gran dilema tenemos los terrícolas hoy: creemos que estar conectados es estar comunicados; la realidad es que tenemos más medios de comunicación, pero nos encontramos más incomunicados; lo que era importante, poco a poco se va diluyendo y solucionando con un mensaje o, ante la ausencia de gestos y sentimientos, esperamos que todo lo haga un simple emoticón. La realidad virtual ha convertido las comunicaciones cara a cara en algo exótico; preferimos enviar un icono con un beso que darlo, pedir algo por mensaje que pasar el mal rato de hacerlo a la cara, posiblemente, esto nos hace más susceptibles a trastornos sicológicos, ya que expresamos menos nuestras opiniones.

Toda nuestra información, desde nuestros gustos, disgustos, gozos, sufrimientos, intereses, desdichas, sueños y frustraciones está en las manos de los propietarios de los datos, de esa pequeña élite que concentra toda la riqueza y  nadie regula: Google, Apple, Amazon, Microsoft, etc.

Si se sacrifica la conversación por la conexión, se tergiversa el núcleo de la conversación humana, como cuando se abandona a una pareja diciéndoselo por un WhatsApp; da la impresión de que responsabilizamos a los aparatos y algoritmos de nuestros sentimientos y decisiones; hoy, ya no diferenciamos entre un “contacto” y “un amigo”; una persona puede tener miles de contactos alrededor del mundo, pero carecer de verdaderos amigos, pues muchas veces se crean identidades ficticias y se vive, literalmente, en una realidad virtual; con razón decía Turkle (2011): “es posible que en estos tiempos de máxima conectividad social existan menos conexiones reales que antes”, lo que significa, para el mismo autor, “un estado de soledad compartida”.

Sin temor a equivocarme, pienso que las redes sociales e internet multiplican la conexión, o pobre comunicación, pero, la tornan superficial y hasta banal; se sustituye a la comunicación real por redes sociales, las cuales carecen de una verdadera interrelación personal. Algo muy delicado sucede: los pensamientos, deseos y aspiraciones dejan de ser privados para ser socializados en el mundo cibernético; muchas personas se han convertido en adictas a las redes sociales, tanto que pasan a primer plano de sus ocupaciones. Todos los días somos más individualistas, cada vez más encerrados y todo lo comunicamos a través de un botón; es como si todos nuestros valores y sentimientos desapareciesen de un día para otro, la soledad se ha instalado en nosotros: muchas palabras, pero pocas emociones. !Tan cerca y tan lejos, a la vez!.

Un hombre valiente y pensador me ha puesto a reflexionar más de la cuenta cuando afirma: “Ya hoy en día, cuando dispositivos como los teléfonos inteligentes y los vehículos autónomos toman decisiones que solían ser monopolio humano, empiezan a habérselas con el mismo tipo de problemas éticos que han atormentado a los humanos durante milenios” (Harari. 21 lecciones para el siglo XXI, 2018:78). Dejaremos que la tecnología decida por nosotros y planee todo nuestro futuro? No lo creo, la Inteligencia Artificial no tiene conciencia ni sentimientos; un teléfono inteligente es un suplemento tecnológico que solo funciona si hay un ser humano en su camino.

Gran tristeza me dio al recordar las palabras de mi abuela: “Me quedé unas horas sin internet y conocí a unas personas geniales, que dicen que son mi familia…”

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