Por James Padilla Mottoa
Tres de los llamados grandes del fútbol colombiano, rotulados con la condición de favoritos para salir campeones en la liga doméstica y justamente primeros en la tabla, han tenido una semana supremamente difícil, luego de perder sus respectivos encuentros ante rivales considerados inferiores por la calidad de su juego y por las limitadas nóminas que poseen. Sin embargo, no se ha llegado hasta el punto de originar una crisis porque está de por medio el pretexto de haberse presentado con formaciones de esas que llaman emergentes por su doble participación en el campeonato colombiano y Copa Libertadores, unos y el otro, en la denominada Copa Colombiana. Simplemente pasaron la jornada sin sacar ventajas y entonces, solo se puede hablar de una oportunidad perdida.
Pero entre los tres merece una atención especial el Deportes Tolima, equipo que venía exhibiendo un nivel excelente para ubicarse nuevamente como uno de los principales protagonistas de la liga en los años precedentes y en este mismo. No obstante, son varios ya los resultados negativos que se le han dado y quien fuera héroe ayer, el técnico Hernán Torres, luego de la caída del domingo ante el Deportivo Pasto, fue hostigado y maltratado verbalmente por un grupo grande de fanáticos del vino tinto y oro.
Hasta aquí todo normal porque los equipos tienen curvas de rendimiento que hay que saber asimilar, si no fuera por la coincidencia en el tiempo con una noticia que ha estremecido todo el ambiente del fútbol nuestro y relacionada con la salud del máximo dirigente del conjunto pijao Gabriel Camargo.
A los de aquí, a los de allá y a los de más allá, nos ha impactado esa noticia en grado sumo porque don Gabriel es reconocido por todos como uno de los mejores dirigentes, sino el mejor, en el fútbol profesional de nuestro país. Basta recordar lo que era el Tolima antes de su vinculación como sustento único de dicho elenco: uno más de los equipos que se debaten cada año entre la angustia de los malos resultados, con jugadores modestos y con el descenso, cual espada de Damocles, pendiendo sobre sus humildes posibilidades.
Gabriel Camargo, un dirigente caracterizado por su visión en la contratación de jugadores y con la consecuente decisión de tener siempre un cuadro ganador, ha sido un ejemplo para los demás: ganador en la cancha y ganador en el negocio de compra y venta de jugadores, dos aspectos que son absolutamente compatibles y correspondientes, cuando se tiene la ambición de los triunfadores.
El ambiente se ha tornado sombrío en torno al equipo de Ibagué y con una caída pronunciada en materia de resultados, tanto en Copa como en el campeonato local. Y no es para menos teniendo en cuenta lo que representa para ellos, en particular y para todo el fútbol de este país, en general, don Gabriel Camargo, el gran capitán de un movimiento deportivo que ya ha debido tener un gran homenaje por parte de los mediocres directivos que detentan el poder en los máximos organismos del fútbol nacional.
Imploramos al cielo por la recuperación plena de tan distinguido personaje porque en un entorno tan castigado por gentes que no tienen ni conocimiento ni carácter, alguien como él es absolutamente necesario.