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Somos simplemente números

29 abril 2022 4:52 pm
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“El derecho nace para que la guerra muera” es una de las frases que más me llama la atención del jurista italiano Francesco Carnelutti. En esta corta oración el doctrinante resume la razón de ser de todo ordenamiento jurídica, la cual consiste esencialmente en la protección de la dignidad humana y garantizar una convivencia pacífica en sociedad. La vida en comunidad siempre tiene por propósito esencial la garantía de derechos individuales en un escenario de progreso colectivo. El Estado ha sido la mejor invención para lograr el equilibrio entre esta tensión subjetiva y la construcción colectiva.

Las autoridades, como indica la Constitución, están instituidas para la protección ciudadana en diferentes aspectos, incluyendo el principal de los derechos: la existencia digna. Por ello, escuchar y leer a integrantes del Ejercito indicar que practicaron en forma sistemática el asesinato de personas inocentes y los presentaron como combatientes en un conflicto armado, por lo demás reconocido recientemente, no deja de ser algo completamente sorprende. El Suboficial retirado Néstor Gutiérrez expresó ante instancias de justicia transicional que: “yo ejecuté a familiares de los que están acá, asesinándolos y poniéndoles un arma para decir que eran guerrilleros”.

En el mismo sentido el General Paulino Colorado reconoció una responsabilidad por omisión en una práctica deleznable. Según la Justicia Especial para la Paz más de 6402 ciudadanos fueron presentados como miembros de la subversión y asesinados en combate durante los años 2002 y 2008 en 6 regiones del País. La verdad sobre este tema sigue en revelación.

La cacofonía de los “falsos positivos” no había terminado cuando se desata una polémica con relación a un operativo del Ejercito en el Alto Remanso, Putumayo el 28 de marzo de 2022 con la muerte de 11 personas. En un principio se manifestó que se trataba de disidentes de algunos grupos alzados en armas, pero la investigación de algunos medios de comunicación contra-evidenció que en la zona perecieron civiles y hasta un Gobernador indígena. El Alto Comisionado de la ONU en Colombia Carlos Ruiz Massieu pidió a las autoridades investigar lo sucedido.

Por cuenta de estos hechos el actual Ministro de la Defensa, como sus antecesores, enfrenta una moción de censura en el Congreso de la República, porque recordemos que los titulares de esa cartera en este Gobierno han salido precedidos de escándalos en operativos castrenses. Varios Ministros ha tenido la “Defensa” del País. No podemos que como lo plantea la Corte Constitucional: “de acuerdo con la Constitución Política de 1991, las Fuerzas Militares (Ejército, Armada y Fuerza Aérea) tienen cuatro finalidades primordiales, a saber, la defensa de (i) la soberanía, (ii) la independencia, (iii) la integridad del territorio y, justamente, (iv) la defensa del orden constitucional (Art. 217, CP). Por tanto, las Fuerzas Militares encuentran su sustento y su razón de ser en una Carta Política que constituye una República democrática, participativa, pluriétnica y multicultural, fundada en el respeto a la dignidad humana y a los derechos fundamentales que de ella se derivan, así como el respeto al ambiente y la naturaleza en general”.

Estas atribuciones y finalidades que implican el monopolio de la fuerza pública obligan a una profunda reflexión sobre lo acaecido a comienzos del Siglo XX, pero también respecto a las situaciones que se vienen presentando con la ciudadanía en Departamentos históricamente asediados por la violencia. Los seres humanos no somos simplemente número en una estadística de guerra, sino que necesitamos de nuestra fuerza pública la confianza suficiente en que vamos a estar protegidos por el Estado y no seremos víctimas de agresiones de él. Sobre esta básica relación descansa la legitimidad de la organización estatal.   

Lejos de debates sobre trinos de funcionarios públicos, el control social debe estar dirigido a un análisis riguroso sobre la forma de prevenir que en el futuro se sigan presentando acontecimientos tan dolorosos como los narrados en la semana que termina por quienes han portado el glorioso uniforme del Ejército. 

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