Carlos Alberto Agudelo Arcila
I
POESÍA EN razón de lo nombrado, en lo confuso luego del punto suspensivo, en el esmeril y la chispa. Poesía congruente, actual en la memoria del errante. Poesía particular, círculo de ella misma, seca y a la vez diluvio en lo invisible, en el deseo de nada, en la expiración del perejil marino, en el antecedente del incoloro, en huellas del aire. Consonantes y vocales de la poesía transforman el polvo a la deriva del grillo somnoliento, borbotean el lado anochecido de la señal incierta. Perspectiva reveladora, ortodoxia del crepitar en la dilación del paso confundido. De salto en salto la multiplicidad del incoloro en el azul poético. Sombras por llegar a la comprensión de la poesía. Suma de verbos, sujetos inconclusos, pavesa y cicatrices en el olfato del poeta. La raíz del árbol florecido revela el sí de la poesía. Narración de flores de cerezo, de grano y hierba. No del no, negación antes del tercer canto en el momento de sepultar la cabeza del gallo. Sí del sí, vocablo inspirador al darle vida a la piedra de Neruda cuando la transmutó en paloma. Ave oscilante en el trascurso del tifón trina el amanecer tras la pista del duende por cazar. Poesía a la orilla del resplandor rojo como el insecto rojo en el follaje abierto junto al mar rojo. Rojo amarillo escarlata capaz de fundir el crepúsculo matutino de un poeta en el latifundio de piedras donde su espectro rebota de siglo en siglo el tiempo por llegar.
II
VERDUGOS LISTOS a guillotinar sombras humanas en el cadalso de lentejas de agua. El día se torna en vasija donde cae sangre de los decapitados. Ojos degollados observan en el recipiente del tiempo aplausos a “cretinos fosforescentes”. Borges queda consternado luego de dar oídos al lenguaje vacío.
III
DESPUÉS DE regresar de la muerte tuvo memoria de la noche larga similar al resplandor desangrándose en las entrañas del silencio.
IV
RECONSTRUYÓ LA tarde desde la ausencia de una mujer imaginada. Reconstruyó la tarde con pinzas de relojero mientras un milenio le cambió el rumbo a la mujer imaginada. La mujer imaginada se dirige hacia la taberna con la tarde restaurada sobre sí. Tarde para la mujer imaginada. Mujer imaginada en la tarde solitaria. Un hombre deja de imaginar sílaba a sílaba se esfuma la mujer imaginada en la tarde solitaria. Un hombre deja de imaginar y se esfuma él mismo con la mujer imaginada y la tarde solitaria… Llueve sin nadie imaginar una poesía…
V
DE LA fisura brotan rostros semejantes a rostros dibujados en la corteza milenaria ubicada en el patio de mi casa donde treinta y tres perros ladran a treinta y tres misterios pronto a cruzar el humo del cigarrillo de un enamorado del espejo dividido en millones de cristales. En la fisura brotan rostros semejantes a rostros invisibles en la savia de la hierba circular y del amarillo-verde. En la fisura brotan rostros… Rostros semejantes… Semejantes rostros… para glorificar la fisura. Rostros dibujados en la corteza del árbol del patio milenario. La noche es ladrada por misterios capaces de enamorar la luna entre la hierba curva. La savia es rostro invisible compenetrándose en fisuras y sendas dibujadas con la mano del viento. Viento de viento viento viento la poesía.
VI
LA DESNUDEZ poética revela monstruos llamados poetas quienes saltan de tejado en tejado hasta echar abajo caseríos plasmados en el poema.
VII
EL TIEMPO legítimo devela la noche aquella cuando le masacraron la luz a millones de luciérnagas en la pradera de los poetas por nacer.