Por: Jair Castro López.
Gilberto Alzate Avendaño.
Este apunte postrero del mariscal conservador (1910 – 1960) sirve como referencia a los prolegómenos que los seres humanos acogemos, cuando los quebrantos de salud se tornan irreversibles y solo queda la lucidez mental para plasmar opiniones en este diario, caracterizado por una pluralidad conceptual, sin desmedro de la obligada responsabilidad que debe asistir a todos los columnistas.
En este escrito, luego de prolongada pausa, se tratarán temáticas concordantes con la actualidad nacional en general y regional en particular, sin olvidar que en precedentes notas, hubo promesa formal de ampliar históricos aconteceres en sucesivas publicaciones, viable en la medida que cuerpo y mente me lo permitan.
No soy petrista, ni uribista, soy liberal de profundas convicciones doctrinarias, así nací y así elaboraré mi último inventario político, sin acudir en busca de gestos piadosos ni conmiseraciones.no proceden.
El pequeño entorno paradisíaco llamado Quindío, no solo configuró escenarios de trascendencia nacional, como un territorio escogido por los malandros para hacer del erario público, tabla rasa de suculentos beneficios bajo la impronta de una impunidad absoluta, anclaje miserando de sórdidas repeticiones, cada vez más osadas, sin reato alguno.
No las tenemos todas consigo. El pedacito de cielo de Uribe, se convirtió en un infernal fragor de singular cobertura total; el azar implacable, sin antecedentes comarcanos, se ensañó con nuestra parcela patria.
Génova, tiene en su haber karmático, señalamiento en el orbe, con el nacimiento de la lacra social, Alfredo Garavito, la bestia violadora y asesina de más de un centenar de niños, ahora en la mira de los afectos a las aberraciones, clamando por la libertad del monstruo-
Pero no fue solo Garavito el indeseable hijo putativo de Génova, también el tutelar fariano, Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo, piedra de ara de la subversión en el país, con extensiones universales por la condición delictual del individuo.
Génova y Calarcá se disputan la paternidad de los hermanos Vásquez Castaño, embajadores de la ignominia chusmera; testigos fuimos, como estudiantes del colegio Rufino, de las bondades de una casa con amplia zona verde contigua al plantel. Todos sabíamos la catadura de los moradores, y pormenores posteriores, con más conocimientos de causa. Boris también se menciona con señalado morbo, como oriundo de esta comarca.
Timochenko- su familia decidió macular a La Tebaida, con tan cuestionable nacimiento; pesó más su impronta delictiva que los innegables atractivos para los visitantes.
La “pobre” Génova no logró solaz a su infortunio. Fue escogida por el M-19, para una ocupación a sangre y fuego; los guerrilleros entraron como Pedro por su casa y estuvieron el tiempo que les dio la regalada gana (8 horas), con saldo de muertos y heridos.
Pijao entró en la danza siniestra con una ocupación menos trágica, si el término cabe. Esta vez, el graneado no fue el café, sino los proyectiles disparados.
El M – 19, con mucha tranquilidad, decidió que el Batallón Cisneros, era un buen lugar para un ataque sorpresa en las horas de la noche. Dicho y hecho, los subversivos coparon espacios en una amplia periferia, incluidas zonas residenciales como los barrios el Recreo, San José, La Clarita, el viejo estadio y viviendas del sector, lugares densamente habitados, el vecindario del pintoresco entorno, permaneció tendido en el piso, mientras las balas de grueso calibre impactaban las estructuras; simultáneamente, dos invasores cortaron el suministro energético, facilitando así la comisión de la criminal empresa.
Epistolario nada despreciable para nuestro Quindío, siempre signado por el infortunio. La adversidad se ensañó, una y otra vez, con el departamento continental más pequeño de Colombia, con solo 1845 kilómetros cuadrados, en un país de 1.142.000 mil disponibles para asumir estas contingencias.
Preliminares para abordar eventos previos a la elección presidencial, primera vuelta, con un presidente parcializado, con más intervenciones que los propios candidatos; ya no es solo el cuestionado Registrador, el pre se caló el uniforme de faena, en un gesto de paisanaje, como una actividad normal como todo lo de este gobierno.
Capítulo aparte, merece referir los dislates del general Zapateiro, destructor de los últimos vestigios de democracia, violando los códigos castrenses; también se convirtió en oficial deliberante, con absoluto desparpajo, pero si su jefe Duque da mal ejemplo, imposible dejarlo solo.
No puede el país olvidar que el General con muchos soles, algunas lunas y otras estrellas fugaces, metió las zapateiras, cuando públicamente, contrito y dolorido expresó sus hondas cuitas ante la muerte de Popeye, el jefe de sicarios de Pablo Escobar, ignoramos si alguna trompeta entonó aires fúnebres de honores póstumos al sicario fallecido. Inaudito para la sociedad, pero normalito para el controvertido jefe de nuestro ejército nacional.
Culmino este breviario, aludiendo a la desfachada celebración estatal, por una quimérica victoria sobre las pretensiones limítrofes de Nicaragua; si la pérdida de 75.000 millas náuticas, son una bicoca, la entrega de Panamá, fue apenas una sortijita. Como colofón del gran juez y su ácido humor, el estado llano, concibió esta estrofa aplicable a estos traspiés oficiales:
Ellos eran cuatro,
Nosotros, ocho,
Vaya paliza la que les dimos,
ellos a nosotros.
¡¡ ANJUA !!