¿Cómo influyen los espacios que habitamos en dar sentido o felicidad a nuestras vidas? Esta es una reflexión que mueve nuestra actividad como arquitectos.
De acuerdo con el arquitecto Steven Holl «Una obra de arquitectura puede ser poderosamente inspiradora cuando sus espacios, materiales y geometrías forman un conjunto más estimulante que sus partes individuales.»
Uno de los problemas contemporáneos en nuestra forma de habitar, es la pérdida de conexión con la naturaleza y de pertenencia a una comunidad, factores esenciales para el bienestar, la salud mental y para alcanzar la felicidad. Algunas de las causas asociadas pueden estar relacionadas con la inadecuada estandarización de los conjuntos cerrados, de los bloques de apartamentos y de sus espacios habitacionales resultantes.
El "neuromarketing inmobiliario" ha incorporado espacios privados y comunes que a la larga aportan poco "valor" a la calidad de vida o a dar sentido a la vida de quienes los habitan, pero que resultan un "gancho" a la hora de la venta, o un símbolo de status.
Habitar con sentido tiene que ver con conectar y trascender; con vivir en espacios que contribuyan a desarrollar propósitos y a enriquecer el relato de una existencia que ya es, de por sí, compleja.
Mientras tanto las ciudades, muchas de ellas víctimas de la mala administración o de la corrupción, resultan vulnerables y débiles como resultado de la apatía o resignación de sus habitantes, haciendo que se desvanezcan progresivamente las condiciones que aportan sentido a la vida de sus habitantes.
Surgen los conjuntos residenciales cerrados como modelo de una "promesa de felicidad" o de alternativa a la percepción de inseguridad rampante.
La calidad habitacional se rige por el estándar del mercado y no por una "arquitectura con sentido."
Siguiendo la frase "somos lo que comemos", también se podría decir que "somos lo que habitamos". Los espacios que incorporan el "verde" interior o el paisaje del exterior, que permitan una mayor cantidad y calidad en la entrada de luz natural durante el transcurso del día. Construir con materiales sostenibles, fabricados y usados de forma responsable. Tener la posibilidad de acceso a una alimentación equilibrada suministrada por la oferta cercana o porque los espacios habitables puedan proveer algunos de estos alimentos aunque sea en baja cantidad.
Estos son solo algunos aspectos que contribuyen a "una vida con sentido", beneficiosos para nuestra salud; una consecuencia de conectar con lo natural y de vivir el propósito de una vida con responsabilidad con uno mismo y con el planeta.
Aspectos como: dónde debe haber presencia de naturaleza, la altura de los techos y otros parámetros propios del diseño, pueden llegar a influir de forma considerable en emociones como la ansiedad, el estrés, la percepción de seguridad y la falta de intimidad. También en el rendimiento, la concentración en el trabajo y otras variables como una mayor creatividad, el descanso reparador y la comunicación asertiva con quienes interactuamos en los espacios.
¿Cómo sería una ciudad donde se construyen proyectos para vidas con sentido? Por ejemplo a través de proyectos cooperativos con mayores calidades y menores costos.
Este tipo de proyectos podría representar nuevas líneas de negocio para las empresas constructoras, más responsables socialmente, respetuosos con el medio ambiente, que aporten valor y revitalización a las ciudades.
Loci Lab es un espacio donde trabajamos para incubar y desarrollar estas nuevas líneas de negocio, de cooperación o de crecimiento personal, que permitan alcanzar mejores ciudades y vidas con sentido.
¿Qué piensa del enfoque de habitar con sentido?. Escríbanos y tomemos juntos un café.
Carlos Alberto Garzón Espinel