Dia de la madre

6 mayo 2022 2:08 am

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Por: ROBERTO ESTEFAN CHEHAB

Mayo, tradicionalmente el mes dedicado a celebrar el día de la madre. Ya sea por amor, por actividad comercial, por tradición; sin embargo, es un espacio que trae alegría y nostalgia, dependiendo de cada circunstancia, pero una cosa no cambia y es la tradición. Intentando llevar el significado a su esencia considero que lo rescatable del asunto es dedicarle todo el sentimiento y la energía a honrar a ese ser que nos dio la vida, protegió nuestro derecho a existir y ha dedicado su existencia a prodigarnos lo mejor de su alma para que nuestro camino, desde el momento mismo de la concepción y hasta el último suspiro de ella, o el propio, tengan toda la dignidad, la viabilidad, la resiliencia, el apoyo, la fuerza sea cual fuere el evento por el que estemos atravesando. Generalmente los hijos esperamos todo de la mamá, con frecuencia y por la idealización que podamos tener de su rol, podemos tornarnos injustos y egoístas al esperar que ella todo lo entienda, todo lo resista, todo lo entregue; no teniendo en cuenta su propia historia, sus circunstancias, su intimidad, sus necesidades y sacrificios: nada difícil es convertirse en verdugo del ser mas amado. Sin duda, el hecho de ser mamá conlleva por sí mismo el milagro de la vida y eso ya es sublime, pero, a pesar de ello, lo único que se reafirma en ese proceso es su condición humana lo que significa que ninguna persona es perfecta. La calidad de cada relación está supeditada a la historia intima e irrepetible, como la huella digital, que pertenece a cada existencia y por eso hay infinitas posibilidades de construir relaciones buenas o no tan buenas con la mamá: sea lo que fuere, en las tablas de Moisés que contienen un importante decálogo cargado de un mensaje de sana convivencia, el cuarto “mandamiento” reza: “Honrar a padre y madre”, no entendiendo “honrar” como sinónimo de “amar” pues el amor entre dos personas se edifica y se cuida. Nadie ama por mandato y a pesar de eso existe un proceso de vínculo, que abarca desde lo biológico (por ejemplo, la secreción de oxitocina y otras sustancias) hasta lo espiritual y afectivo, que arranca desde el momento mismo del inicio de cada vida en este mundo y facilita la empatía, el apego y lo que llamamos amor. Honrar a nuestros padres es obligatorio e incluye no juzgarlos a pesar de circunstancias dolorosas y socorrerlos si están en necesidad, acompañándolos siempre: ellos como nosotros están inmersos en un mundo marcado por espacios, decisiones y retos con sus consecuencias: honrar a los padres significa respeto y prudencia, significa gratitud, así sea por la vida misma. Y obvio: en nuestra sociedad hay formas de maternidad que no siempre son biológicas pero que adquieren la magnificencia de lo sagrado cuando ella ha prodigado la calidad y el amor que la convierten en mamá. Hay mamás que llevan en su alma al hijo que no llegó nunca a abrir los ojos al mundo por situaciones puntuales: ellas merecen siempre el respeto y la consideración a la soledad y el miedo que, por inmadurez o por la irresponsabilidad misma del sistema y la sociedad, tuvieron en un momento, que solo a ellas les pertenece y a nadie más. En esta víspera de la celebración del día de la madre le envío un mensaje de cariño y admiración a todas las mujeres que fueron, son y serán madres. El mundo está ávido del calor y la dirección de una madre. Es incuestionable la necesidad de protegerlas, cuidarlas, respetarlas y amarlas; entenderlas, ponerse en sus zapatos y facilitarles su labor, en una época en la que se les exige de todo, pero no siempre se las valora, admira y ama como debe ser. Y haciendo la analogía, no olvidemos que la patria es la madre que nos acoge a todos y necesita dejar de ser maltratada, herida profanada.

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