Por Sebastián Ramírez
La semana pasada, en medio de un almuerzo, la persona con la que estaba me dijo: “no todo en la vida es fútbol”. Jorge Valdano ya había dicho algo parecido a su manera: “El fútbol es lo más importante de lo menos importante”.
En la fecha pasada de la Liga en Colombia se presentó un hecho lamentable. El Deportivo Independiente Medellín debía visitar a Jaguares Fútbol Club en Montería. El DIM decidió no asistir por la situación de orden público, pero el equipo local sí se presentó en la cancha y realizó todos los actos de protocolo que lo mostraban preparado para competir. El partido no se pudo jugar y el equipo paisa fue castigado: una multa y la perdida de los puntos a disputar.
La resolución de la situación es lo de menos, que el Poderoso fuera castigado o no pasa a un segundo plano. La Dimayor, experta en estas cuestiones, se escondió detrás de una leguleyada: el DIM no realizó el proceso debido para pedir la reprogramación del partido. Lo más grave acá es la desconexión de la realidad y la indolencia que muestran algunos actores de este fútbol-negocio. Y es que no todo el fútbol es esto, el futbol también es un grupo de niños en una calle jugando a meter una pelota de plástico entre dos piedritas que marcan un límite. Tal vez, en ese último escenario, se pueda ver la verdadera esencia de un juego tan democrático que casi que el único requisito para jugarlo es querer hacerlo.
La imagen en televisión del equipo Jaguares listo para competir, con su uniforme impecable, no representa la situación que estaba viviendo su pueblo a las afueras de ese estadio. Un pueblo aterrorizado por un paro armado en medio de la negligencia gobierno.
Tristemente este espectáculo tan popular ha sido utilizado para manipular masas. Recordemos la decisión de Noemí Sanín, ministra de Comunicaciones de la época de la toma del Palacio de Justicia, quien dio la orden de transmitir un Millonarios vs Unión Magdalena que se jugaba a poca distancia del lugar de la masacre.
Ya sabemos que el fútbol no lo es todo, ojalá esa misma reflexión la realicen todos los actores de ese fútbol-negocio y entiendan que no deberían prestarse para manipular a su gente, no deberían ser cómplices de la distracción de realidades graves, deberían, más bien, ser un vehículo de apoyo y denuncia de las necesidades de ese pueblo al que representan -o deberían representar-.
Twitter: @sebasramirez85