Carlos Alberto Agudelo Arcila
Palabra lluvia lista a desplegar la sombrilla en el vaivén de la mano. Pararrayo de la palabra bajo la tormenta del pensamiento. Palabras de sal en migajas de trigo, sopa sinónimo de anhelo de quien no posee el pan de cada día. La palabra descansa en el mutismo. Palabra en llanuras y cumbres de ella misma. Palabra centrada en su propia desnudez. Estupor, grieta de la palabra. La palabra centellea sobre cabezas de quienes van a ser decapitados, el sable refulge como máxima palabra de la sentencia. Palabra secundada por la palabra inversa del decir. Canto agónico del pájaro enjaulado en el jardín colgante donde penden los ahorcados. Palabra próxima a la cerilla apagada. Herrumbre de la palabra en el metal. Rojo de matices diversos en una sola palabra. Palabra urdida con sangre y grito y dolor y muerte. Día de la palabra homogénea en noches por empezar. La palabra pura se vacía de palabras en tiempos de rencor. Palabra perfecta confluye en el blanco inmortal. La sombra del ladrón desaparece con palabras robadas de la biblioteca. Palabra de la palabra axiomática. Palabra de la palabra confusa. Palabra de la palabra no apta al decir en el escenario la hipocresía. Palabra exacta en el soñador propenso a nunca despertar. La muerte dispersa en el espejo lo fantasmal de cuanto contiene su palabra. Palabra a la orilla del descenso. Palabra incrustada en el dedo del pie cualquiera mientras un clavo reclama con diligencia el sufrimiento. Retoña la palabra en el huerto hasta germinar en intensos matices la palabra. Esqueleto partido en la palabra accidente. Dios, palabra pútrida en el idioma de los desalmados. Palabra a la deriva. Palabra milagro en el momento de nacer la piedra. La palabra abre su boca hasta diluirse en la jornada de la hambruna. Insobornable palabra el humo. Palabra impávida. Designio de lo bueno y de lo malo en la palabra por conocerse. Palabras cifradas en folios imposibles de creer. Palabra inocente. Palabra desgarradora. Palabra en los ojos, en manos vueltas luciérnagas sin luz. Demagogia de la palabra abastecida de forma inhumana. Maullido de la palabra en el zarzo. Ladran palabras en el camino, es señal de haber dicho algo mientras se cabalga. Cabalgan y nadie comunica nada. Ladran sin detenerse porque son solo palabras. Suicidio de la palabra en la base de cristal. Principio y fin sin palabra alguna. Pregunta de mil palabras sin una respuesta verificable. Palabra de mis sentidos sin rumbo. Aventura de la palabra en la vida agonizante. Palabra retórica en los puntos suspensivos. El lenguaraz pronuncia la última palabra de su vida. Palabra sin razón de ser. Palabra para buscar en el basurero perdido. La nada, palabra constante y sonante en cada uno de nosotros en brazos de nuestro polvo eres. La palabra perezoso se estira hasta filtrar cada hueso del holgazán. A cuestas de la palabra el individuo extravagante. La palabra amor en labios del asesino retumba odio. Palabras sabias flotan sobre la higuera. La ceniza se vuelve palabra feliz en el pirómano. El reflejo de un mar lejano encaja en la palabra azul bien escrita. Palabra sensible alejándose sin dejar de lanzar su frescor. Vaho de la palabra en espacios donde aves mensajeras picotean el eco. Palabras entre la orquídea y la pared señalan el amor de Narciso con la imagen de sí mismo. Las palabras no alcanzan a contar historias guerreras de la humanidad o quizá el loro del vecino tenga talento y lo haga. Siete palabras equipadas de palabras imparciales salen en busca de amaneceres jamás vividos.