Carlos Alberto Agudelo Arcila
Observo las cosas, cada una tiene su estilo de ser, de consagrarse, de regurgitar su existencia, de diluirse en su herrumbre.
Amanecer incierto con alma de tiempo entre el cuerpo efímero de las cosas. Cuerpo peregrino diluyéndose, a todo instante, en la infinitud sin dejar rastro alguno, ni siquiera en la memoria del hombre consciente de sus arraigos. Las cosas caen, se quiebran, cuando se despedazan el ruido de su golpe se convierte en hecatombe, exclamaciones prolongadas, el entorno se deslíe, se pierde la noción del espacio. Así son las cosas, en muchas ocasiones las cosas nos dirigen, se tornan tiempo y dimensiones genuinas en los sentidos. Las cosas, unas veces bellas, de color multiforme, gestoras de regocijos, se toca, se inhala el olor del color, su contextura magistral, se admira la geometría de una mesa, de un caballo creado por el artista y así las cosas dejan de ser eso, cosas, para convertirse en esencia del espíritu rudo o del alma sensible. Las cosas, vericuetos de nada, la nada se arrastra en el vértigo de sí misma hasta revolcarse en el sinsentido. Cosas del devenir, cosas del plantío, cosas silvestres, extravagante mundo de las cosas. Acicaladas de terminología caricaturesca las cosas. Cosas insubstanciales.
Cosas para arrojar al vacío de la cuchara del hombre hambriento.
Periferia en las cosas. Cosas en la periferia. El uno en cada cosa, en todas las cosas, en alguna cosa. Cosa en los desvanes. Cosa de la misma cosa en cada charla. Se dice “La cosa está perfecta” mientras el mundo se derrumba.
…y se pierde la vida y se convierten en cosas Pedro, Marta los de aquella esquina donde vendían víveres al precio exorbitante de una cosa llamada carro último modelo o adobe bien construido en las afueras de la metrópoli. Seré una cosa de huesos rodeado de polvo y gusanos vivos y muertos, cosas de cosas. La vanidad es otra cosa mientras pululan en ella las cosas, vestidos, relojes, perfumes, mansiones y hasta la nada de ellas mismas. Cosas a la vera del camino. Cosas cimentadas en no sé qué. Tú serás una cosa más en las huestes del devenir. Van y vienen los días con sus cosas, un delirio y un negocio no consumado. Cosas de cosas. ¿Y qué son las cosas? ¿De verdad son cosas las cosas? ¿O las cosas solo son cuando las miramos, las poseemos? Una mirada y las cosas están ahí, otros vistazos y ya no están las cosas, una ojeada última y las cosas son un recuerdo, algo perdido en el abismo de cuanto pudo no haber sido. Cosas y cosas como el día de hoy. Hoy sin nombre, sin pasos para hacer su peregrinaje por el tiempo infinito, hoy pronto a convertirse en una cosa en la sepultura del pasado. Cosas y cosas por no escribir. Cosas y cosas por no vociferar en la calle de los asesinados. Cosas para el lunes, sí, para el domingo en la noche cuando se sabrá todo sobre una cosa importante.
Perspectiva del lunes, del domingo y las cosas. Cosas peculiares, cosas en el cajón imposible de abrir. Se despliegan las cosas en el basurero similares a ornamentos recién puestos sobre la herida del asesinado. Las cosas y yo… las cosas distantes, yo aquí en la mira del paso de la sombra encima de cosas aplastadas hace un instante. Las cosas y yo distantes, ellas cumplen su proeza de ser. Me acerco a las cosas, en un santiamén desapareceremos las cosas y yo, como si jamás hubiésemos existido. Las cosas y yo…