Roberto Estefan Chehab
Si el ingeniero Rodolfo Hernández gana en segunda vuelta y se convierte en el presidente de la república, tengo fe en que realmente se iniciará un cambio real, de fondo, que significará la recuperación de los pilares en los que debe descansar la democracia: los valores. Cuando habla de combatir la corrupción percibo que la mayoría lo lee en términos netamente económicos, lo cual será una consecuencia de esa filosofía. Sin duda alguna todos sabemos cuan degradante, sucia y criminal ha sido la “ladronería” como él la llama: “la millonada” que se liberará de las manos ladronas, de ahora en adelante, superará más de una reforma tributaria y la prosperidad en obras, trabajo, emprendimiento, salud, educación, el campo, las exportaciones y la consecuente mejora en la calidad de vida del pueblo, que somos todos, se ira notando rápidamente: así se hace la paz. Las matemáticas en ese sentido no mienten y por supuesto que habrá muchos recursos que pueden llevarnos a descollar como un país, no solo rico, sino boyante: hasta ahora nuestra riqueza nos ha llevado a la degradación moral cuando tenemos todo para ser un ejemplo en el contexto mundial. Si hay algo que tenemos que envidiarles a algunos países desarrollados es la educación: La cultura, el amor y el cuidado de los recursos, el compromiso, el patriotismo y el orgullo de ser nacionales de su suelo: aquí, lloramos cuando escuchamos una cumbia o un bambuco, pero estando en el exterior, extrañamos la colombianidad, pero estando en el exterior; es increíble como, teniéndolo todo, llevamos más de un siglo dedicados a despilfarrarlo, ya sea por acción u omisión. Es increíble como aún descresta cualquiera que venga del exterior, como si fuese algo digno de copiarse, pero nosotros no hemos logrado mostrarle al mundo lo hermoso que puede ser copiarle a un buen colombiano. Claro, de escándalo en escándalo, como consecuencia de la corrupción generalizada es imposible figurar consistentemente como una sociedad modelo que merece el orgullo y la admiración que creemos merecer: eso se gana con valores, con principios, con credibilidad lo cual solo es posible a través del respeto, el buen ejemplo, un contexto sano: ¿cómo lograrlo? Pues con una educación coherente, flexible en el conocimiento, pero férrea en los valores y no un eterno impulso a la polarización, la lucha de clases, el odio y la ignorancia administrada para tener a la gente en un rasero de mínimos: leer, escribir, envidiar y odiar y lo más degradante: “el todo vale”. El todo vale es un constructo característico de un comportamiento sociopático en el que solo importan los intereses individuales y “lo que sea” se hace para lograrlo: la calumnia, la bajeza, la difamación, la tajada, el cubrirse la espalda unos con otros en un contubernio criminal, clientelista, politiqueo, que pasa de agache en las narices de la mayoría. Si el ingeniero logra recuperar ese tema, no solo habrá ganancia económica: lo más positivo será volver al buen sendero, caminando sin traicionar los valores, lejos de la impunidad, la desigualdad, la indignidad, que son los caballos de batalla de aquellos que, siendo corruptos, cabalgan solo para seguir aplastando al pueblo, ofreciéndoles una limosna que mantenga una zona de confort miserable. Me gusta el viejito, como peyorativamente lo llaman algunos, porque representa un resurgir de una disciplina, un respeto a la experiencia, un ejemplo de una vida de trabajo con logros exitosos y humanos, un arraigo campesino, un desparpajo y una berraquera santandereana que no todos leen, o no quieren leer en su contexto. Yo creo en su compromiso, su carácter y su buen ánimo. Ojalá no se le vengan encima intentando entorpecer la labor que le espera, como lo hicieron, solo por rabia, con el presidente Duque a quien sin mediar dialogo ni nada le juraron oposición irreflexiva desde el primer día. Viva nuestra patria. Vamos a sacarla adelante entre todos uniéndonos por fin. [email protected]