Por Álvaro Ayala Tamayo

Hay vapores que huelen maluco con el galeón San José. Al final de cada gobierno flotan noticias importantes por la proa sin que se logre acoderar la fecha para su extracción. No es la primera, ni la última vez que en nuestro país se pudra la sal. En los museos europeos están encallados cientos de tesoros colombianos sin que la grúa pueda remolcarlos a sus puertos de origen.

En Madrid hay invaluables objetos de nosotros los quindianos y nadie hace algo para repatriarlos. Panamá era Colombia y miren cómo zozobró. El terrorista y dictador Daniel Ortega ha pirateado miles de millas de San Andrés, pero no hemos sido capaces de tirarle un garfio a sus abusos.         

Todo va viento en popa, nos dice cada gobierno cuando entrega su parte oficial sobre la mítica nave, hundida el 8 de junio de 1708, por piratas ingleses cerca a Cartagena de Indias. La experiencia dice que debemos estar alertas con los corsarios que pueden estar a babor y hundir nuevamente las ilusiones.                              

Las dos nuevas naves cantadas por el presidente Iván Duque, son hallazgos sumergidos en lecho marino colombiano y hay que vigilarlas 24 horas desde el mástil hasta la sentina. Ya son patrimonio nacional. Sería importante que nos hablaran de sus contenidos para saber si se trata de tiburones o sardinas. No es una, son tres las embarcaciones y todo lo que allí está pertenece a los colombianos, sin tener que compartirlas con socios o empresas extranjeras. El trabajo y las exploraciones fueron de marineros de la patria, explicó el comandante de la Armada Nacional.      

De acuerdo con personas versadas en las historias del galeón San José, no existe motivo para que el gobierno nacional lo mantenga hundido. Independientemente de su valiosa carga, los colombianos lo queremos afuera y preservado de acuerdo con los estándares a que haya lugar. En el fondo del mar es como consignar en el banco el dinero que la gente piensa ganarse cuando juegue la lotería. A la vista de todos, en un museo en Cartagena los queremos disfrutar. Que se convierta en un atractivo turístico y cultural.

Algunos versados dicen que las corrientes marinas pueden arrastrar parte del tesoro o causarle daño por llevar tanto tiempo sumergido. Pero, el mayor peligro es que no se encuentra muy lejos de la superficie. Una profundidad de 600 metros no es mucho para quien se aventure por tan codiciado cofre. Existen robots que pueden llegarle tranquilamente. Los avivatos hace rato zarparon y están listos para saquearlo.

La Armada dice que no hay peligro porque lo custodia a toda hora. Lo mismo nos dijeron de Matamba. Un secreto entre dos deja de serlo. Los cazatesoros ofrecen millonarias recompensas a quienes les entreguen las coordenadas. Ya hay mucha gente que las conoce y la historia de la corrupción certifica que alguien es capaz venderse. Recordemos que aquí se han robado el internet de las escuelas, los desayunos de los niños y hasta el presupuesto de los hospitales.

Los peritos han valorado sus tesoros en 10.000 millones de dólares. Se trata de que las vajillas chinas no resulten Made In San Victorino y las monedas de 8 reales oro no las metan en una alcancía diferente al tesoro nacional.                    

A hoy, las tres embarcaciones están intactas y libres de saqueos, aseguró el gobierno. Las necesitamos ver para que no se ahoguen en las licitaciones que están abriendo y cerrando para su rescate desde noviembre de 2015, fecha en que fue localizado en aguas de Islas del Rosario. ¿Por qué será que en nuestro país las licitaciones siempre navegan por aguas turbulentas?  

Sería bueno preguntarles a los candidatos Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, qué harán con el galeón San José y los dos nuevos hallazgos cuando sea presidente a partir del próximo 19 de junio.  Su propiedad no está en discusión. Es de Colombia. Punto.

Cuidado con aceptar que un juez de un tribunal internacional sea quien diga a qué país pertenece. Con esa teoría nos tramaron para robarnos lo que ha saqueado Ortega de San Andrés. Está en Colombia y fue encontrado por colombianos. Las decisiones inmediatas que tomemos son viento a nuestro favor. Arriar velas porque el mar, el San José y sus dos nuevos hermanos son nuestros.