Por James Padilla Mottoa
El escepticismo fue la nota predominante en el comienzo de la temporada sobre lo que pudiera ofrecer el Deportes Quindío para unos hinchas que venían de la terrible decepción de ver subir y bajar de categoría a su equipo en un breve lapso de cinco meses.
Escepticismo comprensible dado que el equipo arranca con una dolorosa derrota frente al Bogotá, uno de los elencos a vencer como rival directo y en casa, que es lo peor.
Jugadores nuevos, poco conocidos como ya es tradicional, arrancando con un portero uruguayo que empezó dando ventajas y sembrando zozobras cada vez que salía del pórtico. Pero no era él solo: Breiner Paz, defensa central venido de Millonarios, inicialmente bartoleaba y llegaba tarde en la marca; el lateral César Hinestroza era otro muy distinto a aquel que viéramos en sus comienzos con otros equipos; en la mitad de la cancha un larguirucho y aparatoso muchacho llamado Harold Balanta que alternaba su puesto con el defensor central, ante las lesiones de Chucho Figueroa y el acompañamiento de un fogoso y desordenado Leandro Angulo. Así las cosas, confianza no había ni en los críticos ni en los aficionados, máxime al venir del tremendo golpe del descenso.
Pero paulatinamente todo fue cambiando: el arquero se volvió seguro y menos torpe al salir; salvador de su equipo en varios partidos en los que se erigió en figura indiscutida; atrás comenzaron a plantarse mejor y tanto Paz como Balanta y en gran medida Hinestroza, comenzaron a afianzarse y transmitir una confianza y solidez complementadas por sobresalientes actuaciones del centrocampista Angulo, quien se hizo menos desordenado y más fogoso y además con gol.
Con esto ha sido suficiente para edificar una campaña de esplendor en la que sólo quedó el registro de una sola derrota, esa del primer juego en condición de local y campaña que lo tiene hoy en las puertas de alcanzar el medio boleto del ascenso para la temporada del año venidero.
De ahí en más, tenemos problemas porque a excepción de dos o tres partidos, carecemos de eficacia para el gol. Necesitamos más de Exneider Guerrero, a quien el frío y la banca nos lo congelaron en Bogotá en el poco tiempo de su experiencia con Santa Fe y también precisamos de Luis Fabián Mina, con su olfato y buena pegada para el gol. Hoy tiene que dejar de pensar en su marcha al Macará y pensar mucho más en el Quindío; poner lo mejor de sus empeños para que su despedida del equipo sea con todos los globos, las serpentinas y los aplausos de una despedida triunfal. El calidoso Jairo Roi nos tiene que dar más minutos de sus virtudes en el manejo de la pelota y el juego y por qué no convertirse en el héroe de una jornada que puede ser memorable.
Los queremos a todos ellos en este partido definitivo con la ambición, el compromiso y la agresividad de los que van en pos de una victoria que ha costado tanto en uno de los torneos más difíciles que tiene el fútbol continental…Y la nueva afición que ha nacido en las dificultades y tristezas de estos tiempos, que venga al Centenario a rugir, a ser el verdadero jugador número 12 que sirva para definir un encuentro que tiene que ser nuestro.
