Guillermo Salazar Jiménez
Recordó varios pasajes de las tragedias escenificadas en Romeo y Julieta, Hamlet, Otelo, El Rey Lear y Macbeth, y leyó el papelito donde copió de Shakespeare: “A la larga, odiamos lo que usualmente tememos”. Escrito que apoyó sus reflexiones sobre lo vivido en las estrategias comunicativas utilizadas por los candidatos que pugnaron por la presidencia de Colombia. Juana, aquella amiga, completó su idea: Otra triste realidad que Gustavo Petro tiene que derrotar como presidente.
¡Qué malos asesores de comunicaciones!, Rusbel Caminante escuchó y vio los audios y videos donde se destiló odio entre los contendores. Los debates francos se resbalaron hacia las estrategias malignas de acabar con el otro. Presidentes anteriores condenaron a los que no estaban de acuerdo con sus ideas y acabaron con miles que no pensaban como ellos, bajo la idea que si el opositor existe hay que rematarlo. Esta vez, la contienda electoral fue más allá de los argumentos y las propuestas, predominó el odio por ganar sin debatir; se mancilló la ética de la discusión y el respeto por el opositor. Creyó que Petro tendrá que cumplir lo prometido en su discurso cuando ganó las elecciones, la “política del amor” dará paso al diálogo civilizado para derrotar aquel placer por odiar a los otros. Creyó que la contienda por ganar fue una etapa en la vida electorera y que de presidente obre, al contrario: Debatir para lograr consensos, conversar para aprender a respetar y dialogar para gobernar y acrecentar la democracia. Luchar contra aquella practica pasada donde el odio, como negación del opositor, se convirtió en placer de ver extinguido al otro.
“El odio es la venganza de un cobarde intimidado”, lo leyó Juana de Bernard Shaw para asegurar que el fanatismo obtuso tendrá que dar paso seguramente a las diversas opiniones y brindarle bienvenida a las pasiones por el bien común. Por ello conmueve la esperanza en la realización del sueño: construir un país para todos con la fe de los jóvenes que eligieron a Petro como presidente. Luchará contra el odio, estuvo de acuerdo con Haruki Murakami, famoso escritor japonés: “El odio es una sombra negra y alargada. En muchos casos, ni siquiera quien lo siente sabe de dónde viene. Es un arma de doble filo. Al mismo tiempo que herimos al contrincante nos herimos a nosotros mismos. Cuánto más grave es la herida que le infligimos, más grave es la nuestra.”
Arrastramos el estigma de odiarnos como política histórica, Rusbel Caminante aseguró con Graham Greene, novelista británico, que la derrota del odio se medirá por la amplia imaginación del nuevo presidente para promover legislaciones con hidalguía y amor por el cambio; por sepultar el miedo para enfrentar las dificultades y la entereza por respetar a los oponentes. Completó la certeza de derrotar el odio con Mario Benedetti: “Voy a cerrar los ojos en voz baja/ voy a meterme e tientas en el sueño. /En este instante el odio no trabaja/ para la muerte que es su pobre dueño.”