Faber Bedoya Cadena
Nos llegó la hora de desaprender y reaprender. Pero es una época amable, simpática, con total apertura, libres ya de muchos grilletes. Es que, más de setenta abriles, tienen mucho peso y dan autoridad para hablar. Y sólo por la gracia de Dios. Porque la gran pregunta es, y cómo llegamos hasta aquí, a la mejor contra todo pronóstico, pero aquí estamos y muy activos. Y surgen más preguntas que nos siguen haciendo. En especial los jóvenes. Ahora resulta que son ellos los que nos están enseñando. La diferencia radica en la Experiencia. El alumno siempre supera al maestro, y los hijos hace rato nos llevan ventaja. En todos los órdenes. Todo sucede tan rápido, que la curva del cambio no ha terminado de dibujarse cuando ya cambió parte de lo enunciado. Sin embargo, el tríptico cuerpo, mente y espíritu, sigue vigente. Y su estructura, como un engranaje, coadyuva al desarrollo humano como un proyecto en construcción. Constituyen las dimensiones del ser.
Empecemos por la dimensión espiritual o trascendente, como la capacidad de ir más allá del cuerpo y las emociones. De relacionarse armónicamente con la totalidad, el cultivo de la libertad, la autoestima, el amor propio, la promoción de valores. Es la riqueza interior, da sentido a la vida. Se orienta al desarrollo de las potencialidades y a la búsqueda de la trascendencia. Así como el amor por los demás, la admiración por la belleza y la promoción de la esperanza, de tal modo que el ser humano sea artífice de su propia historia y de la realización personal, gracias a su fortaleza espiritual.
Esta dimensión se operacionaliza mediante la Inteligencia Espiritual. La Inteligencia Espiritual produce soluciones. Está en todo nuestro Ser, como una totalidad trabajando de manera armónica con la mente y el cuerpo. Holística. Es la capacidad de ser flexible para el despertar y expandir la Conciencia. De encontrar el sentido de lo sagrado en las actividades diarias, el perdón, la gratitud, la humildad, la compasión y la sabiduría. Las cualidades vitales de la energía, el coraje y la determinación, así como la protección y el desarrollo del alma. Incluye una visión global de la vida, tener un propósito, descubrir el poder de la risa y de vivir una actitud de entusiasmo, amor ilimitado, sentido de aventura, confianza y sinceridad, así como reconocer la importancia de la paz, los rituales y el poder de la sinceridad.
En el espíritu está la capacidad de elevar el ser sobre el ego en la vida diaria y mantener la serenidad en todas las circunstancias. Permite conectarse con el mundo. Es contemporáneo con la realidad, con la naturaleza, es creador y creativo. Manifiesta y vive la energía del universo. Toma decisiones, es dinámico, valiente y colectivo. Paciente, versátil, amable, servicial, ingenioso, y adaptable. Exuberante, optimista, entusiasta, metódico, concreto, perseverante, reflexivo y con muchos talentos.
Tu espíritu, mi espíritu, es la cuna de la generosidad, los ideales, la sensibilidad y el asertividad, en armonía con su esencia y el entorno vital. Se nutre de la vida, y nutre la vida de los seres circundantes. Da frutos, produce oxígeno, da sombra, toma los regalos de la naturaleza y los devuelve transformados al mundo. Es metanoia. Produce y manifiesta inocencia. Es atemporal, utópico, jovial, intuitivo, independiente, adaptable, maduro, disponible para las necesidades de los demás, sensible, comprensivo, sentimental y tenaz. Imaginativo. Generoso, equilibrado, diplomático, atento, diáfano, con sentido del deber, constante, elástico, abierto al cambio, resistente a la frustración. Activo, tranquilo, normal y corriente, sencillo, incluyente. Sabe manejar conflictos, tolera la diferencia, sobre todo de ideas, alta capacidad de escucha, y sabe conversar. Irradia energía de amor, amor responsable. Es belleza y paz. Es nuestro distintivo, nuestra huella digital. Impronta vital. No tiene edad, proporciona existencia, es infinito, encarna verdad.
Tenemos una poderosa y creciente Inteligencia Espiritual, además de la intelectual y la emocional. Se acrecienta con los años, madura. Es la relación entre la libertad para actuar y la bondad de los actos. Somos libres para hacer el bien. Se puede medir, observar, es tangible. El estado natural del espíritu es la libertad. Libre de las jaulas hechas con palabras y conceptos. Lo más extraordinario de la vida es estar conscientes y despiertos y lo tenemos en nuestro espíritu. Es brújula, nave y piloto. Es como un árbol. Crece hacia la luz, la sabiduría. Y lo comparte. Positivo. Ligero de equipaje, produce y manifiesta energía sexual, demuestra conciencia ecológica, es agente de cambio, sanador natural, multiplicador de resiliencia, establece prioridades, somos seres trascendentes.
Porque definitivamente, es por el espíritu que hay acción, transformación, restauración, renovación, satisfacción, desaprendizaje, y reaprendizaje. Es mucho lo que podemos dar nosotros, los de la prolongada juventud, gracias a nuestra inteligencia espiritual.