Gilberto Zaraza Arcila
Lo que pronosticaban con mala fe que ocurriría si Petro hubiera sido elegido presidente en el 2018, incurriendo en los delitos de constreñimiento electoral y en pánico económico, ocurrió en el nefasto gobierno del inepto e ilegitimo presidente Iván Duque.
Estos son los deplorables resultados que en materia económica deja el gobierno saliente, de acuerdo con cifras del Banco de la Republica, el DANE y Portafolio. La mayor devaluación del peso colombiano, superior al 50%, al pasar de $2.800 en el 2018 a más de $4.200 este año. La mayor inflación de las últimas décadas, con el 9.23%. La inflación de los alimentos pasó del 2.5 % a más del 26%. El record histórico de la deuda externa con un monto de 175.106 millones de dólares, el 49.4% del PIB. Con el agravante que se contrae más deuda, para pagar deuda. La tasa de desempleo global más alta con el 11.5% que dejan 3 millones de desempleados. Un desempleo juvenil del 21.3%. 14 millones de colombianos en la informalidad. Pobreza monetaria del 42% y pobreza extrema del 12.2%. Déficit fiscal de 83 billones de pesos. Un crecimiento promedio de la economía en el cuatrienio de solo el 2.2%. Reducción de la calificación del riesgo crediticio al pasar de BBB en el 2019 a BB+ en el 2022. Lo que significa pagar tasas de interés más altas y mayor servicio a la deuda.
Todo un desastre económico. Pero ni los medios de comunicación, ni la clase dirigente, ni los gremios económicos han cuestionado su gestión. La evaluación de la gestión económica también forma parte del sesgo y la discriminación. Si los gobiernos son de derecha todo tiene atenuantes, justificaciones y comprensiones. Si fuera de izquierda sería una catástrofe económica que impulsaría el cambio de gobierno.
En el cuatrienio presentó 4 reformas tributarias regresivas e inequitativas. Dos finalmente aprobadas para decretar más exenciones y descuentos tributarios a los más grandes empresarios, y gravar más a la clase media. La del 2018 se la tumbó la Corte Constitucional y la del 2020 la sepultó la indignación ciudadana, con el paro cívico más largo de la historia, al pretender gravar toda la canasta básica familiar, en medio de una pandemia; cuando la gente aguantaba hambre por la contracción económica. Como es aporofóbico, emitió 17 billones de pesos que les regaló a los banqueros, que los repartieron en dividendos. En vez de dirigirlos a la renta básica de subsistencia a las clases populares, para salvar la mayoría de los 140.000 vidas que se perdieron por la mezquindad y la insensibilidad el gobierno.
También, se rajó en materia de derechos humanos de acuerdo a la evaluación de los organismos internacionales. Como es guerrerista, por no cumplir con los acuerdos de paz y torpedear la JEP, se recrudeció la violencia y el conflicto armado en numerosas regiones del país. Se incrementaron las masacres, el asesinato sistemático de líderes sociales, desmovilizados y jóvenes que participaron en las protestas ciudadanas.
El errático manejo de las relaciones exteriores, lo aisló del concierto latinoamericano al romper relaciones y atacar a países vecinos y hermanos, que han colaborado significativamente en el proceso de paz. El nombramiento de un embajador narcotraficante y la intervención en las elecciones y asuntos internos de otros países, le generó problemas con Estados Unidos, Venezuela, Nicaragua y Bolivia.
La concentración de los poderes del Estado y los organismos de control que convirtió en defensores de oficio de los corruptos. El desconocimiento de fallos judiciales nacionales y organismos internacionales, lo dejan con la imagen de un gobierno antidemocrático e irrespetuoso del ordenamiento jurídico y de los acuerdos y convenios.
El abuso de poder al condecorar a funcionarios incompetentes y prevaricadores. La indelicadeza de decretar cuando va de salida, esquemas de protección vitalicios con vehículos blindados, escoltas y pasaportes diplomáticos a sus más cercanos colaboradores. Es la demostración del talante autoritario e imperial que le impuso a su funesto gobierno. El nuevo presidente debe derogar estos injustificables y desafiantes privilegios.
En conclusión, un gobierno folclórico, irresponsable, insensato y derrochón, que se dedicó a hacer turismo y alimentar su ego. Todo un desastre. Una vergüenza mundial. Pasará a la historia como el peor presidente de Colombia.