Por Juan José García Posada
La economía de mercado, en crecimiento y expansión por el mundo, está activando la participación de pensadores que proponen sus tesis sobre el necesario equilibrio entre el estado y el sector privado. Varios autores han seguido las huellas de John Mackey y Rajenda Sisodia en El capitalismo consciente, una de las tendencias más notorias en la actualidad.
Me atrevo a conjeturar, en gracia de discusión, que la profesora italiana Mariana Mazzucato, autora de El Estado emprendedor y El valor de las cosas, abre nuevas posibilidades para la reflexión sobre el destino del capitalismo, de algún modo equiparables a las de los dos ya mencionados.
Podría decirse que le lanzan un salvavidas teórico e incluso metodológico al mundo que profesa y practica las ideas capitalistas y se esfuerza por demostrar que incluso hoy en día esa corriente de pensamiento y acción tiene un futuro razonable.
Mariana Mazzucato es una profesora nacida en Roma en 1968, con nacionalidad italiana y estadinense y catalogada como una de las autoras más importantes en materia de innovación económica. Un viejo amigo me proporcionó un ejemplar de El valor de las cosas, publicado por Editorial Taurus.
En este libro, Mariana Mazzucato pregunta quién crea en realidad la riqueza, qué actividades la impulsan, cuáles se limitan a extraerla, cuáles la destruyen. Y dice que nuestras economías tienden a premiar la extracción de valor antes que su creación. Defiende el proceso productivo que de verdad impulsa una economía y una sociedad saludables.
Concluye que la diferencia entre ambos conceptos se ha desdibujado de manera notable. Cita en su crítica ejemplos como Sillycon Valley, el sector financiero y las grandes farmacéuticas para mostrar cómo "{as nociones borrosas que tenemos del valor han permitido a ciertos actores de la economía retratarse a sí mismos como generadores de valor, cuando en realidad se limitan a mover el existente o, lo que es peor, a destruirlo.
En fin, llama la atención sobre la naturaleza y la importancia del valor, lo que estaba en el centro del pensamiento económico en el pasado y ya ni se discute.
Tal vez el mérito de su obra consista mejor en organizar de modo metódico una forma de volver a las fuentes originales para comprender la economía y dotar de bases argumentativas las tendencias actuales, como para poner orden en materia de razonamiento, sin que haya alcanzado ningún descubrimiento y sin que sus reflexiones constituyan un gran invento, cuando ya hay ejemplos de construcciones teóricas que anteceden la suya. Con todo, su obra está no sólo de moda, sino que es objeto de estudio en centros universitarios, gubernamentales y empresariales de pensamiento económico.