Por James Padilla Mottoa
vez por ilusos llegamos a pensar que el tiempo de las goleadas internacionales en contra nuestra, ya había pasado; que era simplemente un recuerdo vergonzoso de épocas muy remotas en la prehistoria del fútbol colombiano.
Pero qué va… Volvimos a lo mismo: los descalabros de la eliminatoria al mundial, con derrotas escabrosas como aquella ante Ecuador, la incapacidad de nuestros clubes para superar equipos de medio pelo en la Libertadores o en la Sudamericana, desde hace varios años, son acontecimientos que nos están gritando que el fútbol nacional va en picada y que todavía no se avizora el barranco que lo ataje.
No hay que olvidar que ni siquiera fuimos capaces de conseguir una casilla para los Olímpicos, jugando en casa y que hasta en los Bolivarianos acabamos de ser superados por seleccionados que ayer vencíamos con suma facilidad.
Mejor dicho, estamos un poco peor que antes y sin soluciones al frente porque los responsables de esta debacle van a seguir empotrados en sus asientos de falsos dirigentes, cometiendo todo tipo de tropelías, amparados solamente en la lentitud e injusticia de nuestra justicia.
Todo arranca desde la cabeza mayor que es la Federación Colombiana de Fútbol, comandada por unos oscuros personajes que se han aferrado a sus puestos, de tal manera que si no media una situación extrema por parte de la justicia, allí se van a quedar hasta la consumación del fútbol mismo, porque el mecanismo de reelección lo tienen tan bien aceitado que la posibilidad de una salida no la contempla ni el más optimista de los aficionados colombianos.
Quien lo maneja todo es el presidente de Difútbol Álvaro González Alzate, quien cuenta con las mayorías, representadas en los presidentes de ligas, personajes que llegan a las asambleas con su correspondiente mermelada, representada en un viajecito al exterior o alguna "ayudita" económica para solucionar problemas comunes en estos tiempos difíciles. Y lo grave es que si alguien llega con una buena dosis de honestidad y se resiste a recibir su "dulcecito", de una vez queda borrado de los radares directivos y la persecución implacable hasta su salida, no se hará esperar.
Así las cosas, no hay cambio posible a pesar de sus travesuras, su soberbia y sus manejos cuestionados desde todas partes. Salvo que, como aconteció con los zares de la Fifa, aparezca un fiscal o un juez con pantalones y suficiente independencia para que los meta en cintura y los llame a pagar sus extravíos.
Pero ellos no son los únicos responsables: también lo son los dirigentes de clubes, aburguesados con los recursos que les llegan por concepto de patrocinios y derechos de televisión, sin hacer mayor cosa por levantar el nivel de sus equipos mediante la contratación de jugadores de primera línea. Todos sabemos que los buenos equipos se tienen que armar con buenos jugadores.
Lo malo es que si los resultados siguen con esta pobre tendencia, patrocinadores y anunciantes se van a ver desestimulados y se trastearán hacia otros productos que les ofrezcan respuestas mejores. Y entonces…ahí sí será el acabose. Todo por culpa de una miope dirigencia que ni siquiera pudo encontrar un mecanismo para proteger la inversión publicitaria de sus benefactores.
Tolima, Cali, Junior, Nacional, América, Millonarios, equipos que ahora descansan en paz, luego de su lamentable presentación en los torneos de Conmebol