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Es el cambio climático: estúpido

27 julio 2022 5:27 pm
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Por Álvaro Ayala Tamayo

Por cuenta de algunos señores y señoras a los que les sobra el dinero, estamos viviendo, en parte, los estragos del verano y el invierno. No se trata de atacarlos por ser ricos y famosos. En ese sentido hay que felicitarlos, admirarlos y aplaudirlos. Bienvenido y merecido el dinero de las celebridades. Se lo han ganado con su talento. Pero, como referentes universales deberían dar buen ejemplo.

No se puede admitir que sus lujos atenten contra la humanidad y nos quedemos callados. James Rodríguez, Maluma, las cotizadas empresarias Kardassians, Neymar, Cristiano, Messi, miles de magnates y empresarios del mundo contribuyen de manera irresponsable con las emisiones de CO2. Es ridículo verlos apoyando campañas contra la contaminación y llegan echando humo en sus aviones particulares.

Nada más absurdo que la pasada cumbre contra el cambio climático en Glasgow. Todos los presidentes del mundo llegaron contaminando con sus respectivos aviones oficiales. La industria aeronáutica es de las más peligrosa en ese sentido. Su fatal incidencia con las dañinas emisiones acelera dramáticamente el calentamiento global. Sus graves repercusiones para la vida humana y animal han alterado las temperaturas, al extremo que se está haciendo imposible vivir en el único lugar que tenemos: la Tierra.

El cuentico que pronto nos mudaremos a la Luna o Marte, es todavía fantasioso y utópico. Es hora de reglamentar el uso desmedido de pequeños aviones y avionetas privadas. Cada que alguien desea mostrar su plata en redes sociales, lo primero que hace es comprarse un avión y tomarse una foto (selfie) para ponerla a volar en Twiter, Instagram o Tik Tok. Argumentando que están de afán o no pueden mezclarse con el público, incurrieron en la soberbia de tener su avión privado. 

La contaminación expulsada por los mofles de los carros y demás chimeneas tiene acabada la Tierra, creen algunos. Eso es media verdad. La otra mitad se desfoga por los millones de galones de gasolina quemados por los aviones comerciales, de carga, presidenciales, ejércitos, policías, narcos y ahora de los particulares. Por encima de las nubes no vemos ni olemos el daño, pero son funestas sus partículas y grandes causantes de los gases efecto invernadero. No podemos reducir ese mal olor a que quien contamine pague. El objetivo es: prohibido contaminar. No importa que sea rapero o empresario. Hay que ser conscientes del problema tan grave generado por tales lujos. Así sean herramientas de trabajo deben aterrizar esa necesidad, por el bien del planeta y la vida. Es decir: no podemos tragarnos el humo que arrojan sus aparatos, así sean legales. 

A eso añadimos las congestiones en las pistas de todos los aeropuertos. Perjudicando los presupuestos, las grandes capitales del mundo construyen terminales alternas porque no son suficientes las actuales. Por ejemplo, Bogotá. La aeronáutica dice que necesita una millonaria partida para otro aeroparque, pues El Dorado ya no es suficiente. Para no causar traumatismos a la aviación comercial, los particulares deberían tener el horario entre 11 de la noche y 4 de la mañana para aterrizar y despegar. Se demoran igual en hacer dichas maniobras un 747 y una avioneta. Los largos retrasos que a diario sufrimos los pasajeros en estas terminales es porque hay que darles pista a estos aviones, que tienen derechos, pero no licencia para contaminar.

El presidente Bill Clinton ganó la presidencia de EEUU a George Busch (padre), acuñando la frase “Es la economía: estúpido “.  Llegó el momento de cambiarla por: “Es el cambio climático: estúpido“.

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