“El pulpo en el agua contaminada”

29 julio 2022 7:40 pm

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Por Émerson Castaño

Cuando las personas se comunican con el otro a través de conceptos, casi siempre desconocen su significado. Se enfrascan en discusiones conceptualmente pobres. Y cuando se trata de discusiones de tipo político, muchas veces terminan enemistándose porque el interlocutor no aceptó sus ideas. Un mundo raro. Se pasan de andén porque dizque “ahí viene el socialista”. Cuando preguntamos qué entendemos por “socialismo”, escasamente se acierta a su correcto significado. Vivimos entonces una cultura donde nuestras ideas están fundamentadas con vacíos conceptuales. Ahora bien, desconocer el significado de las palabras, no implica concluir que nuestras vidas carezcan de importancia.

¿Para ser feliz es necesario conocer el concepto de Descartes <<cogito ergo sum–pienso, luego existo–>>? no. No se requiere de ello. Nuestras vidas no están determinadas por los conceptos. Sin embargo, ayudan mucho para comprender el mundo. ¿Y qué ventajas existen cuando los humanos comprenden mejor el mundo? ¿El hecho de comprender con más exactitud el mundo las cosas pueden tener tendencia al cambio? Sabemos que el problema de cambio climático se puede ir empeorando día tras día, y, sin embargo, por qué no se actúa lo suficiente para evitarlo. Luego, no siempre comprender las irregularidades del estado de cosas del mundo quiere decir que de inmediato surjan los cambios. La mayoría de las personas se conforman con lo que tienen. Y se cree que lo que hay es lo que se tiene que proteger.

Feliz Guattari, en su ensayo “Las tres Ecologías”, intenta simbolizar la problemática de la conciencia social, y cita que “Alain Bombard en la televisión, cuando presentó dos peceras: una llena de agua polucionada, como la que puede recogerse en el puerto de Marsella, y en la que se movía un Pulpo bien vivo, como animado de movimiento de danza, la otra llena de agua de mar pura de toda polución. Cuando él atrapó el pulpo para volver a meterlo en el agua <<normal>>, al cabo de algunos segundos se vio que el animal se replegaba, se apagaba y moría”. Cuando se propone a los gobernados una política de Estado diferente, quizás no va a ser aceptada de manera inmediata. ¿Cómo mitigar el trauma que puede generar un cambio de política económica por otra? ¿Cómo evitar que terminemos como el pulpo que le ofrecieron agua menos contaminada y terminó no aceptándola porque estaba acostumbrado al otro tipo de agua más turbia? En Gaya Ciencia, Friedrich Nietzche, en este sentido, identificó un estado de conciencia tardía, arguyendo: “La conciencia. La conscienticidad es la última y más tardía evolución de lo orgánico, y por consiguiente también, dentro de lo orgánico, lo más sin acabar y lo más carente de fuerza…”.

El problema mayor que se le presentará al nuevo gobierno que se posesiona el 7 de agosto, es que los gobernados difícilmente aceptarán los cambios. Y no por el hecho de tener un gobierno de izquierda se puede garantizar cambios de impacto. ¿Tiene Colombia la suficiente conciencia para aceptar los cambios? ¿O los cambios se van a presentar porque somos lo suficientemente conscientes? Entonces el problema es de conciencia. Pero la conciencia también puede exigir que es mejor volver a lo mismo. Cuando la gente vea que el agua limpia que los baña no les produce la suficiente satisfacción, volverán al agua de alcantarilla. Se replegarán y aceptarán que fue mejor el que dijo “si lo veo le voy a dar en la cara marica”. Aunque no comprendan el significado de las palabras, dirán que es mejor la derecha que la izquierda.

 

 

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