Arte enfermo, cultura moribunda

3 agosto 2022 5:10 pm

Compartir:

Samaria Márquez Jaramillo

El arte es el reflejo de la cultura humana, por eso sirve para conservar el patrimonio cultural de un pueblo y transmitirlo de generación en generación. Además, es subjetivo, se expresa en un lenguaje universal y comprensible para cualquier ser humano, porque apela a nuestros sentidos, emociones y condiciona los sentidos, emociones y facultad de pensar. Por eso es criminal hacer con el arte politiquería.

El arte influencia a la cultura y ambos determinan el desarrollo económico. Es imposible obtener beneficios sociales de las políticas públicas cuando estas no tienen como principio y finalidad el desarrollo cultural. El arte es la impronta que determina el estado de una cultura. La del Quindío está anquilosada.

La Real Academia Española (RAE) define arte como como “manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”. Esta definición simboliza el amplio sentido del concepto, puesto que la creatividad y la representación se encuentran presentes en todo quehacer cotidiano, buscando un espacio que alimente a la imaginación, un lenguaje que la interprete y, a la vez le permita plasmar el universo circundante. 

A lo largo de la historia de la humanidad han existido distintas expresiones de las artes que marcan épocas importantes y sirven para rememorar el pasado, valorar el presente y proyectar el futuro, constituyendo una fuente inagotable de hechos que demuestran que el ser humano, desde sus inicios, ha buscado la perfección, a través de la construcción de obras que perpetúan diferentes maneras de vivir en sociedad.

La humanidad vive un nuevo y diferente Renacimiento. La vieja cultura está agonizando y en el Quindío lo que se creyó que podría ser un proceso de gestación cultural, la corrupción hizo que se malograra y terminara siendo un aborto. Refiriéndose a los antagonismos y peleas de perros por un hueso, léase discordias de cultores y gestores tras la repartición de las “ayudas” estatales, dijo Borges:  Son calvos que se pelean por un peine.

El Quindiano le recomienda