Jimena Marín Téllez
Esta semana se celebraron diversos eventos de gran importancia para la caficultura colombiana.
En primer lugar, el Encuentro Mundial de Mujeres en Café, el cual reunió productoras de diferentes países y regiones de Colombia. Así mismo, también se está llevando a cabo Expoeje Café, el cual es un evento que reúne exposiciones comerciales de tipos de cafés, campeonatos de baristas y de catación.
Nadie puede negar que en el Quindío se respira cultura cafetera. Cuando niños nos enseñan a bailar bambuco, nos disfrazan de chapoleras y jornaleros y aprendemos que nuestra región es el eje cafetero de Colombia.
Uno de los eventos más importantes del año, por no decir el más importante, es el desfile de Yipaos en las fiestas de Armenia. ¡Qué orgullo sentimos cuando vemos esos carros cargados haciendo piruetas! Al menos a mí se me desborda el alma cuando asisto a uno.
En cada esquina hay cafeterías donde venden tintico de greca; de esas antiguas que tienen más años que yo.
Sacamos pecho diciendo que somos oriundos de la tierra del café y que tenemos el mejor del mundo. Cada que quiero darle un regalo lindo a alguien, en lo primero que pienso es en darle una bolsa de café especial.
Ni hablar de las pinturas de paisajes cafeteros o de la arquitectura típica antioqueña tan colorida y pintoresca.
¡Ay! Y que no se me olvide el Parque del Café, tan hermoso y divertido. Es el primer lugar que recomiendo visitar cuando alguien me dice que va a venir al Quindío.
Somos ricos, riquísimos, en cultura cafetera. Tan es así que la UNESCO declaró nuestro paisaje como Patrimonio Cultural de la Humanidad. ¡Qué orgullo!
Como dice la famosísima canción del terremoto de Armenia de 1999, “(…) sueña, sueña (…) sueños de café y de guadua”.
Sin embargo, todo esto está cerca de desaparecer si no tomamos medidas. La producción cafetera en Colombia disminuyó con respecto al año pasado en un 18.3%, según Asoexport. Pero esto no es lo más preocupante: Quindío hoy está en los últimos lugares en producción cafetera. Los departamentos más productores hoy son Huila, Tolima, Cauca y Nariño.
Son pocos los paisajes cafeteros que se ven en la actualidad en zonas urbanas y rurales con potencial urbano. Ya ni siquiera en las zonas rurales, rurales, se ven cafetales, ya que éstos fueron reemplazados casi en su totalidad por el invasivo y dañino cultivo del aguacate.
Parece ser que, en el Quindío, cambiamos nuestros paisajes y nuestra cultura por el tal “oro verde”, que de oro tendrá mucho, pero de verde poco. También lo cambiamos por piscinas y casas campestres.
Nadie niega que el café ha pasado por momentos difíciles y por épocas en donde ni siquiera el costo era cubierto por el precio pagado. Esto generó que muchas personas se desencantaran del cultivo. Sin embargo, esto ha llevado a que estemos perdiendo relevancia en el mercado y llevará a que, pronto, perdamos también relevancia en el sector cultural cafetero.
Digo lo último no solo por los paisajes, sino también por la poca pertenencia que tenemos por la conservación de la arquitectura. Están demoliendo las casas típicas, para construir edificios y casas más modernas. Faltan arquitectos que sean expertos en este tipo de remodelaciones y conservaciones.
Y es que es claro que el Quindío hoy está más interesado en el turismo que en la parte agrícola. El problema está en que no se dan cuenta que, sí, el Quindío es muy hermoso, con un clima privilegiado y con gente amable y sencilla, pero los turistas vienen principalmente por los paisajes bonitos, por la declaratoria del Paisaje Cultural Cafetero como Patrimonio Cultural de la Humanidad y por conocer esa cultura cafetera que nos caracteriza. Sin eso, es posible que el turismo deje de ser tan rentable.
Así las cosas, debería ser prioridad de las entidades territoriales destinar recursos para promover el cultivo de cafés- ojalá especiales a los que no se les castigue mucho el precio en épocas de crisis- con el fin de recuperar aquello que nos hace únicos y que estamos perdiendo poco a poco.