Libardo García Gallego
Tomando tinto en el cafetín de la cuadra y opinando sobre los caminantes un grupito de amigos concluimos, no sé si acertada o erróneamente:
Los tatuajes de ahora son muy diferentes de los que se dibujan los indígenas desde hace varios siglos. Los jóvenes, algunos hasta frisando los 50 años, utilizan su cuerpo como lienzos cual pintores clásicos. Son diseños creativos imborrables en el cuello, el pecho, las extremidades superiores e inferiores, algunos ocultos o para mostrar en ocasiones especiales. Creemos que los de tercera o cuarta edad no han pensado en esta moda. La cabeza, con mucho pelo, escaso o sin él, es otro lugar preferido por los jóvenes para diseñar paisajes y figuras que los diferencien de los demás.
Otra moda son los piercings, aretes y adminículos metálicos, que cuelgan de las orejas, de los labios, de la nariz, de la lengua y de cualquier parte del cuerpo donde sobresalgan y sirvan de identificación personal.
Lo mismo sucede con los trajes, en especial los femeninos; algunas faldas son tan largas que las damas alcanzan a pisotearlas, pero eso sí no debe faltar la apertura para mostrar una pierna o insinuar bellezas íntimas; las minifaldas obligan a ser estiradas con los brazos de su dueña para evitar la visión de su panty o hilo dental. Con las blusas sí que se crean diseños espectaculares, mostrando los senos o parte de ellos, dejando uno o ambos brazos descubiertos, exhibiendo o no la cintura o la espalda. Las colas redondas y no muy grandes han ido desplazando a las naturales.
En todo caso lo importante es que cada persona sea única, si una chica ve a otra con la falda del mismo color o con el mismo estilo de la propia lo más probable es que no vuelva a usarla.
Con los zapatos, chanclas o sandalias ocurre lo mismo. Hay infinidad de modelos.
Igual sucede con la música. Los bambucos, los tangos, las milongas, los boleros han ido pasando a la historia como temas no recomendados a la juventud; quienes no escuchamos rap o reguetón somos unos vejestorios desactualizados, aunque hemos leído en Facebook que “el reguetón acabó con la música”.
La sencillez es algo que ya pasó de moda, hoy se cubre parcial o totalmente el cuerpo, pero imprimiéndole algo de gusto personal. Casi nadie piensa en que esto es una imposición del sistema en que vivimos, el cual obliga a fabricar más y más mercancías y a crear fuentes de trabajo. Estas son las creaciones espirituales de la actualidad; la poesía, el ensayo, los cuentos, las novelas van quedándose como cosas del pasado. Preocupa demasiado la presentación física, lo intelectual es secundario.
Las nuevas modas dizque constituyen lo que ahora llaman emprendimiento, pues el capitalismo necesita de la oferta de nuevas mercancías para que la gente se antoje e invierta parte de sus ingresos en ellas. Este tema induce a muchas preguntas. Por ejemplo: ¿Será verdad que los jóvenes actuales, quienes en las elecciones presidenciales decidieron el cambio de gobierno, poseen mayor conciencia que los de hace medio siglo, influenciados por Camilo Torres, el Che Guevara y otros revolucionarios? Son los de hoy más críticos que los de aquella generación?. El grupo sigue opinando y los lectores también.
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