Por Federico Acevedo
Las potencias occidentales promueven constantemente la democracia, considerándola como el único sistema político donde el pueblo tiene algo que decir, el único que puede representar la voluntad popular. Es tanta la importancia que se le da a la democracia que, incluso, se la ha utilizado como excusa para intervenir en los asuntos internos de distintos países. Sin embargo, esta democracia, esta importancia por la autodeterminación política de los individuos, parece no ser tan relevante cuando se la traslada al lugar de trabajo, al lugar donde la mayoría de las personas pasan la mayoría de las mejores horas del día, los cinco o seis días de la semana. ¿Por qué tanta insistencia en la democracia política, en que todos tengan algo que decir sobre el gobierno de la sociedad, pero no en la democracia económica? ¿Por qué no es importante que todos tengan algún poder de decisión en el lugar de trabajo? ¿Por qué se rechaza el autoritarismo político, pero no el económico?
El capitalismo es un sistema económico donde el capital domina al trabajo. Los dueños del capital eligen las condiciones en las que se producen los bienes y servicios y el destino de los excedentes creados por dicha producción, mientras que a los trabajadores solo les corresponde obedecer. Bajo el actual sistema económico, antidemocrático por excelencia (aunque celebrado y promovido junto a la democracia), el trabajador es simplemente un medio, un instrumento, una máquina, para alcanzar un fin: la acumulación de capital. Se dice, en defensa del capitalismo, que el trabajador es “libre” de aceptar o no un trabajo; sin embargo, esta supuesta libertad queda en entredicho cuando la única opción diferente es el desempleo o, si se está de buenas, otro empleo igual, donde no podrá tomar parte en las decisiones que lo afectan. Esta instrumentalización del trabajador por el capital es la responsable de lo que se ha conocido en el marxismo como “alienación del trabajo”, que es la separación entre el trabajador y su objeto de trabajo, causa de enormes sufrimientos para el trabajor y, éticamente, la gran injusticia del capitalismo: “Éticamente, dicha alienación, por venta del trabajo vivo, constituye la injusticia, el mal originario del sistema capitalista como totalidad” (Dussel, 2014, p. 241).
La causa directa de la alienación del trabajo es la dominación del capital sobre el trabajo, característica esencial del capitalismo. Sin embargo, el fenómeno de la alienación no es exclusivo del capitalismo, sino también del socialismo estatal. En dicho sistema económico, el trabajador no es explotado por el capital privado, sino por el capital estatal. En el socialismo estatal, al igual que sucede en el capitalismo, el trabajador no participa de la gestión de la producción ni de los excedentes que genera dicha producción.
Puede verse entonces que se trata de un nuevo tipo de alienación que no tiene como fundamento a la propiedad privada, sino a la gestión no democrática, no participativa, por parte del trabajador en la empresa donde trabaja. No hay instituciones participativas reales e institucionales del Estado a través de las cuales los trabajadores puedan ejercer simétricamente la gestión y la planificación económica. Es entonces un tipo de alienación fundada en la racionalidad moderna con criterio diverso al del capital: se trata del aumento cuantitativo de la tasa de producción bajo el dominio y gestión de una burocracia política estatal (Dussel, 2014, p. 308).
Dado que el trabajador es víctima de la alienación del trabajo, tanto en el capitalismo como en el socialismo estatal, se tiende a pensar que la explotación del trabajo es inevitable y que más vale elegir la opción menos peor: la del capitalismo, que no concentra casi todo el poder económico en un solo ente, el Estado, como sí lo hace el socialismo estatal, y que, por lo tanto, protege mejor las libertades individuales. Sin embargo, existe una opción, poco promocionada, casi tan antigua como el capitalismo industrial, que se muestra como una solución viable, no solo a la alienación del trabajo, sino a la extrema desigualdad económica (que desemboca en desigualdad política, pues los oligarcas capitalistas tienen dinero más que suficiente para corromper el sistema y ponerlo a su favor): el cooperativismo, también conocido como socialismo democrático o de mercado, que tiene como eje central a las empresas cooperativas de trabajadores. Según la Declaración de Identidad Cooperativa (publicada por la Alianza Cooperativa Internacional), una cooperativa de trabajadores es “una asociación autónoma de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada”.
En Colombia, hay muchas organizaciones que se dicen “Cooperativas”, pero que no lo son, puesto que no respetan la identidad cooperativa. Las verdaderas cooperativas de trabajadores pertenecen a quienes trabajan allí, y son los trabajadores quienes participan de la gestión de la empresa; por eso, se dice que el cooperativismo es la democracia extendida al lugar de trabajo:
La característica definitoria de una organización democrática es que sus miembros son la autoridad en última instancia. Esta frase pone el énfasis en que los miembros de una cooperativa son los que la controlan en última instancia. También subraya que lo hacen activamente de manera democrática, mediante el derecho de voto de decisiones estratégicas claves sobre políticas y el derecho a participar en la elección de los representantes que controlan las actividades cotidianas de su cooperativa (Notas de orientación para los principios cooperativos, 2015, p.18).
El cooperativismo se muestra como una alternativa a los dos extremos: el de las empresas privadas que operan en mercados libres y el de las empresas estatales que operan en mercados planificados.
Como teoría social, el cooperativismo está basado en dos postulados: por un lado, la defensa de una economía de mercado con principios no capitalistas de cooperación y mutualidad y, por otro, la crítica al Estado centralizado y la preferencia por formas de organización política pluralistas y federalistas… (De Sousa Santos y Rodríguez, 2011, p. 23).
Una sociedad habrá superado el capitalismo cuando la mayoría de su capital sea cooperativo, es decir, se reproduzca a través de cooperativas de trabajadores, no de empresas capitalistas ni estatales. Para lograrlo, no hace falta suprimir el capital privado ni el estatal, sino financiar y estimular desde el Estado la creación de empresas cooperativas de trabajadores hasta que el capital privado y estatal sean apéndices del capital cooperativo, así esto tome 100 o 200 años. No hace falta expropiar ni prohibir el capital privado ni el estatal.
El ejemplo más importante de cooperativismo es la Corporación Mondragón, primer grupo empresarial del País Vasco, compuesto de 95 empresas cooperativas de trabajadores, 80 mil trabajadores-propietarios y 14 centros de investigación y desarrollo. Este es un claro ejemplo de que no necesitamos inexorablemente del capital privado para generar empleo ni para reproducir un capital, como nos lo aseguran los oligarcas capitalistas (y los pequeños y medianos capitalistas con ínfulas de oligarcas) cada vez que hay elecciones. Superar el capitalismo es posible, solo hace falta voluntad política.
Nota: las cooperativas de trabajadores suelen tener escalas salariales. No todos los trabajadores-propietarios devengan lo mismo, pues la igualdad absoluta destruye los incentivos a la productividad. Sin embargo, una cosa es la desigualdad que genera incentivos a la productividad, y otra muy distinta las desigualdades extremas que produce una sociedad capitalista.
Bibliografía
De Sousa Santos, B. y Rodríguez, C. (2011). Introducción. Para ampliar el canon de la producción (p. 15-61). Producir para vivir. Los caminos de la producción no capitalista. Ciudad de México, México: Fondo de Cultura Económica.
Dussel, E. (2014). 16 tesis de economía política. Ciudad de México, México: Siglo XXI Editores.
Notas de orientación para los principios cooperativos. (2015). Alianza Cooperativa Internacional. Obtenido de https://www.ica.coop/es/medios/biblioteca/research-and-reviews/notas-orientacion-principios-cooperativos