las cosas de la vida (I -UNO)
Fernando Rojas Arias
Hace apenas unos dos o tres años, la mayoría de los colombianos nos burlábamos de los discursos del excelentísimo presidente de Venezuela Nicolás Maduro, y no por el contenido profundo de sus alocuciones, sino por la forma de utilizar ciertas palabras en su lenguaje dándole énfasis en querer darle a las palabras de acuerdo con el género, la terminación -a- para el género femenino.
Así las cosas, terminó con el todo, porque este entró a ser: la parte, ya que la otra parte les corresponde a todas, para formar entonces el universo o sea que el todo paso a ser parte.
La palabra líder que significa según mi leal saber y entender: persona que tiene la capacidad de hacer que sus ideas sean seguidas por muchas otras personas persiguiendo un fin social o político o religioso o económico etc., se expresaba según el género como “El líder” o como “La Líder” ahora se dicen el líder si es hombre o la lideresa si es mujer.
Recuerdo, cuando estudiaba la oración gramatical, que el sustantivo partencia al género masculino o femenino y generalmente el primero terminaba en o y el segundo en a, aunque la palabra sea como género el femenino y no la femenina. Cuando muchas de las palabras no tenían la terminación o ó a, el género se determinaba por el artículo que precedía el sustantivo el ó la y entonces se hablaba –el Representante o la representante ahora es el representante a la representanta. Y así con muchas palabras como presidente, concejal, coronel, teniente y etc. Esto como se verá nos llevará a que se introduzcan nuevos diccionarios con las palabras en masculino y femenino y se tengan que definir cada una de ellas, las palabras, con la misma actividad para uno y para otros, perdón o para otras.
Como se ve ahora hablamos como Maduro, que, como Chávez, tratando de expandirse en Latinoamérica con su poder del petróleo, (aquel) se está expandiendo con su poder de la lengua.
Se está llegando la hora que nosotros los hombres, como las mujeres crearon el feminismo, creemos el masculinismo, que no nos quedemos como neutros, sino que dándonos el lugar que nos corresponde seamos los lideresos, los presidentos, los representantos, y en adelante, hombre con hombre, mujer con mujer y así sucesivamente. Y que no lo hagamos como demagogia política sino como un derecho de género
Parece que, con lo anterior, nos estemos volviendo obsoletos en esas cosas del idioma, que debemos avanzar con las épocas modernas con la terminología que un día creímos burlescas y que hoy es de moda, para que no perdamos, según las redes sociales, ser los colombianos y las colombianas los o las que mejor hablamos el español y los armenios y las armenias los o las primeros o primeras en Colombia. Así, para que todos y todas quedemos contentos y contentas y empezar a “vivir sabroso”, o ¿sabrosa…?