Faber Bedoya Cadena
El concurso tenia excelentes premios. Consistía en llevar sobre la cabeza un jarrón grande lleno de agua. No se podía derramar una gota y menos dejar caer el jarrón. Muchos participantes. Hasta ahora nadie podido recorrer los 300 metros con el jarrón en la cabeza. Pero este participante ya llevaba mucho trecho bien. Muy seguro. Este si parecía que iba a terminar. Y el participante pensaba en su familia, su esposa y los dos niños. Se iban a poner muy contentos porque lo lograría. El pequeño que soñaba con ese nuevo balón de futbol y el mayor con una bicicleta. Su esposa tendría nuevo vestido. Y él se sentía muy bien si le regalaba todo eso a su familia. Empezó a repartir el premio. Faltaba muy poco. Su semblante era claro, alegre, tranquilo. Y se acordó de su suegro, recién viudo, que se había ido a vivir con ellos. Faltaban ochenta metros. Tenía que repartir también con él. No era buena persona, y tenía que darle algo. No los trataba bien a pesar de esta arrimado. Su recuerdo le amargó la competencia. Su cara cambió, su paso también y se le vio hacer un gesto con la mano, indicando que No. Esto hizo que perdiera el equilibrio y se le cayó el jarrón. Faltaban veinte metros.
Para nosotros los de la eterna juventud, la mente es maravillosa. Nuestro perfecto aliado. Cuando las circunstancias nos apremian, la mente nos salva. Llega a moldear la realidad, los estados emocionales y desde luego las actitudes. Su influencia en la vida es ilimitada. Tenemos que ser conscientes de la capacidad que tenemos para dirigir nuestra propia vida aprendiendo a dominar la mente y a no ser dominados por la mente. Igual que asistimos al gimnasio para mantener el buen estado físico, necesitamos movilizar, agilizar, mantener en forma los recursos mentales. Activos. Nutrirla con suplementos alimenticios. Ejercitar los recursos cognitivos afrontando retos intelectuales que motiven y que nos hagan salir de la rutina diaria. La mente humana es como el bambú o la guadua, totalmente flexible. Sin fondo, atemporal, sin forma. Adaptable al empaque que le pongamos. Es clara, diáfana, trasparente, incansable. No importan los años, soporta el uso y el abuso. Permanece joven. Victoriosa, ganadora, triunfante, si así lo quieres tú. Nos permite almacenar cantidades de información, procesar alternativas, huir de las dicotomías y los juicios tajantes, observar, analizar, acoger, rechazar, los puntos de vista. No se necesita de mucho esfuerzo, solo cambiar el dial de los pensamientos, a otro u otros. Nadie se entera si te estoy prestando a tención o no, si mentalmente estoy de acuerdo contigo o no. Los pensamientos son entidades parasitas. Son cosas. Solo están ahí, en la mente. Adquieren vida cuando los convierto en palabras o acciones. Si esto no sucede, pueden ser las ideas más grandiosas, mientras no se manifiestan serán perdidas para la humanidad. Lo cual me hace propietario absoluto de mis pensamientos. Tenemos el control. Soy libre, gracias a mi mente. Ella no depende de opiniones ajenas, no trata de agradar a todo el mundo. La función de la mente es ser feliz contigo, agradarte a ti mismo, porque también somos dueños de los estados emocionales. Es muy grande el poder de mi mente y estamos en el piso séptimo, tocando el octavo. Sin quejas, con agradecimiento, que es una gran ayuda para ser conscientes de las bendiciones que recibimos a diario de nuestro Ser Superior. Y nos permite recibir más de lo mismo. La mente nos proporciona la capacidad de salir fortalecido de situaciones adversas, cuando la llenamos de pensamientos positivos. De creatividad, de imaginación. “La imaginación es más poderosa que el conocimiento. El conocimiento es limitado, la imaginación es ilimitada”, lo dijo Albert Einstein, en 1926. Y esta es una de las habilidades más valiosas que podemos desarrollar. En la mente se incuban y formulan los objetivos, las metas, los proyectos de vida. Formular proyectos pone en marcha todos los recursos cognitivos. Incrementa la autoestima. La eficacia y la eficiencia. Y allá donde dirigimos los pensamientos esta nuestra energía. Mi mente es un imán que da y atrae energía. Toda situación proporciona un aprendizaje y nos ayuda a crecer personalmente, solo con sintonizar el dial de los pensamientos positivos. Una situación adversa se crea en la mente. Todas las acciones fueron primero pensamientos, mas no todos los pensamientos son acciones. Son dueño de mis pensamientos, de mis sentimientos, luego puedo controlar mis acciones. En las primeras horas del día, y durante el día, llenar la mente de afirmaciones positivas, con claridad en los objetivos a lograr. Esa mentalidad positiva me permite evitar las personas tóxicas, demostrar agradecimiento. La gratitud conecta con mi Ser Superior, con la inteligencia infinita. La gratitud es sanadora. Vivir conscientemente. Yo creo mi realidad, lo que creo es lo que veo. Lo que manifiestas es lo que piensas y así eres. El tríptico es pensamientos, sentimientos, acciones. “de la abundancia del corazón nacen las palabras”. Vigila tu mente, y cuando nos sorprendamos con pensamientos negativos, o “amargos recuerdos”, cambiemos por una afirmación positiva, o una oración. O mejor, por recuerdos del futuro. Todo está en mi mente.
Tenemos los dispositivos para iniciar, reiniciar, cambiar, cortar, pegar, enviar, archivar. Eliminar. Subir a la nube. Bajar, utilizar y convertirlos en acciones. Todo está en nuestra mente. Muchos de nosotros hemos sido más trabajadores de la mente que con el físico, no vamos a permitir que decline, que claudique, así otros dispositivos hayan terminado su función en la batalla diaria de la vida.