Álvaro Ayala Tamayo
Dos fechas se acercan para conocer el rumbo de la geopolítica internacional. La primera tiene relación con el Congreso Nacional No 20, del Partido Comunista Chino, el próximo 16 de octubre en Beijing. Después de la cumbre será más importante lo que callen y no lo que digan. Ese día, China entregará un reporte final sobre la pandemia. Explicarán lo sucedido desde 2019, cuando inició en su territorio, hasta las medidas que seguirán imponiendo para estar fuera de peligro. Luego, propondrán que el Congreso apruebe su derrotero económico, buscando el primer lugar como potencia mundial que, parecía alcanzable a mediano plazo. Después del COVID esas ilusiones se han desvanecido. Será una carrera frenética para desbancar a EE. UU. del puesto que ostenta. En 2 años de pandemia el mundo se frenó y China se devolvió una década. Todavía confinan provincias hasta de 20 millones de habitantes.
La cereza del pastel será otorgar poder para que, en una reunión de muy alta seguridad, secreta y confidencial, el presidente Xi Jinping decida el futuro de Taiwán. Los analistas aseguran que la cumbre política le dará poderes totales y extraordinarios para buscar el día y la hora de invadir Taipei. Las escaramuzas de estos días con visitas de personalidades de EE. UU a la isla, han puesto de mal humor a Pekín y eso los obligará a fijar un plazo que ni los mismos chinos conocen. En Asia todo el mundo sabe que ese momento llegará, aunque desconocen el día y la hora.
También hay un nuevo motivo, la guerra tecnológica. La semana pasada Washington prohibió a la multinacional NVIDIA, vender chips a China usados para armas. Pekín respondió que habrá consecuencias.
El Congreso se realiza cada 5 años y Xi Jinping mantiene amplias mayorías, por lo que su mandato no corre peligro. Su elección se produjo en 2013 y lo primero que hizo fue modificar el articulito para ser reelegido en 2018. Le quedó gustando tanto que se da por descontada su segunda reelección este otoño.
Washington siempre ha dicho que defenderá a muerte Taiwán. Desconocemos las consecuencias cuando suceda la toma. Lo mismo decían con Ucrania, se les metió Putin al rancho y la invasión está a punto de cumplir 7 meses sin que lo puedan sacar.
Lo único público hasta hoy, en relación con el Congreso, es un comunicado en inglés anunciando la fecha para analizar la situación nacional e internacional actual. No habrá mucho para informar al final de la cumbre, sostienen los que conocen las entrañas del poder chino. Allá también tienen la frase: “lo que se decide en Pekín se queda en Pekín “.
La crisis inmobiliaria y los tropiezos de su economía también serán parte del Congreso. Reactivar un país de 1.300 millones de habitantes requiere de muchos ajustes, principalmente cuando se gasta más en armas que en comida, educación y salud.
La otra fecha es el 8 de noviembre. Día de elecciones para renovar parte del Congreso de los EE. UU. La cita es para votar por toda La Cámara de Representantes y un tercio del Senado. A escena volvió (recargado) el expresidente Donald Trump. No la tiene fácil el presidente Joe Biden, quien necesita conservar las exiguas mayorías para terminar tranquilo su mandato, al que le falta mucho camino por recorrer.
La otra fecha que todos quisiéramos saber es el día en que terminará la guerra de Rusia contra Ucrania. Es casi imposible conocerla y por ahora lo único fijo es el frío invierno que soportará Europa por falta de gas para su calefacción. A propósito, cómo será la guerra a 15 grados bajo cero. Esperamos que sea motivo para terminarla.