Desde el séptimo piso: Las libertades recuperadas.

10 septiembre 2022 5:30 pm

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Faber Bedoya Cadena                                    

En Chile el 5 de agosto de 2010, 33 mineros quedaron atrapados durante dos meses en un socavón tras el derrumbe de la mina San José. Después de 69 largos días aislados bajo tierra, herméticamente sellados, a 700 metros de profundidad, los treinta y tres mineros chilenos atrapados en el yacimiento, salieron con vida a la superficie el 13 de octubre de 2010. Se trataba de un grupo de hombres comunes, mineros anónimos que tuvieron que echar mano de la solidaridad interna en el grupo para sobrevivir, además de todos los esfuerzos de rescate que se realizaron desde el exterior. Un retrato de la supervivencia del ser humano en situaciones límite donde el aplomo, la inteligencia y la lealtad fueron claves para que este grupo de 33 hombres saliera adelante. Del otro lado, el drama de las familias, en el campamento que bautizaron Esperanza, que empujó al Gobierno a no abandonar a los mineros pese a su suerte incierta, ya que fueron dados por muertos durante los primeros días. Mientras, también en la superficie, las difíciles tareas de rescate donde un ingeniero especializado en minas se pone al frente de las mismas.

El último en salir fue el minero Jhonny Barrios, porque además de los problemas de haber permanecido todos esos días enterrado vivo, afuera lo estaban esperando, doña Martha Salinas su esposa oficial de muchos años de casados y una tal Susana, su amante de muchos años y quien reclamaba parte del protagonismo. Jhonny recuperó la libertad, durante 69 días perdida, pero se encontró con otra realidad. El final lo sabemos por la película chilena, “los 33”, que comenzó a rodarse en diciembre de 2013 en la mina de Nemocón, Cundinamarca protagonizada por Antonio Banderas, Juliette Binoche, Mario Casas, Rodrigo Santoro, Juan Pablo Raba, entre otros. En la mina de Nemocom, reposan muchos artículos utilizados para la película, ropas, herramientas, y una capsula de las utilizadas para el rescate.

No necesitamos de situaciones tan extremas como esta, o 52 años de matrimonio con la misma, para apreciar la libertad con sus manifestaciones operativas, la autonomía, y la independencia. Jean-Jacques Rousseau, anotó “El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado”. Y somos nosotros mismos quienes elegimos los grilletes.

La libertad es lo macro, el paradigma. El punto de partida y de llegada. Somos libres por naturaleza. La libertad es inherente a la condición humana. Sin embargo, el hombre es un ser poco autónomo, en comparación con otros animales Se puede parar solo, a los 12 meses. Camina bien entre los 12 y 15 meses. De otro lado, es un ser que dura muchos años. La expectativa de vida en Colombia es 76.9 años para los hombres y para las mujeres 80.13 años. En comparación con los animales domésticos, el de más vida, es el caballo, 40 años, el perro 20  y los gatos hasta 32 años.

Gracias a la libertad tenemos independencia, libre determinación, individualidad. Actuamos de conformidad con el propio ser, o el conjunto de valores. Somos coherentes con el modo de pensar, sentir y actuar. Único y diferente de los demás. El camino independentista se inicia con la dependencia. Otra vez, el ser humano es muy dependiente. Tiene que ser amamantado, alimentado de niño, acompañado, asistido, cambiado. Ubicado y educado en un entorno familiar. Es un ser social, comunitario, gregario. Necesita, irremediablemente del otro. Es dependiente física, mental, emocional, en el pensar y en el actuar. Pero conserva la impronta de ser libre. Como el viento, las aves, “como el cóndor que de monte en monte vuela”. Capacitado para tomar decisiones por sí mismo, significando independencia. Ya puede vivir solo, sin depender de nadie, autosuficiente, una alta autoestima, decidido. Técnicamente somos dueños de la vida. Y adquirimos compromisos. Tenemos opiniones propias. De la etapa del yo se pasa al Tu. Y aparecen otras personas, muy interesantes, que coadyuvan al logro de nuestros objetivos vivenciales. Y en un momento de la vida se encuentra como un ser interdependiente, inmerso en un continuo de relaciones reciprocas con diferentes entidades y variables. Factores que benefician, complementan o cooperan de formas variadas. Es el grupo familiar, escolar, colegial, universitario, laboral. Se forma una familia. Se crea una dependencia mutua y equitativa. Es la época del nosotros. Ya el bichito de la libertad paso a otro plano existencial. Somos la responsabilidad hecha persona, padre, hermano, jefe. “Y empezamos otra etapa del camino, un hombre una mujer unidos por la fe y la esperanza. Los frutos de la unión que Dios bendijo alegran el hogar con su presencia, pues son la prolongación de la existencia”. Técnicamente, otra vez, somos dueños de la vida. Cuando éramos hijos el importante era el padre, ahora que somos padres los importantes son los niños. Y qué decir de los nietos.

Hoy, desde el séptimo piso, podemos mirar el camino de la vida. Degustar la libertad conceptual e ideológica, la de los libros y la buena música. Deshipotecamos nuestras posiciones políticas. Estamos por encima de las enajenaciones. En el almanaque solo reposan citas médicas, o las fechas de la mesada. Recibos de los servicios pagos, a tiempo. Los aniversarios de toda la familia. Los números telefónicos. Los crucigramas o la sopa de letras. Tenemos un tablero en acrílico para esos recordatorios, porque en el celular nos pesan mucho. Cuando nos asomamos a la vida, en nuestras caminatas matinales, valoramos la libertad que tenemos, la autonomía, la libre circulación, la libre expresión. Son compañeras que se convierten en razón de vivir, como cuando contemplamos la donosura de la mujer quindiana, el volar del colibrí, o la bonhomía de mis vecinos.      

 

      

 

 

 

 

 

 

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