INCOHERENCIA

20 septiembre 2022 3:36 pm

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Gilberto Zaraza Arcila

Los partidos políticos en Colombia perdieron credibilidad porque traicionaron sus doctrinas y postulados ideológicos, pero también por sus mediocres ejecutorias en casi 200 años que llevan dirigiendo los destinos del país. Son partidos antidemocráticos, empresas familiares manejadas de manera autocrática por expresidentes o acaudalados caciques electorales, dedicados al fraude electoral y a la corrupción.  No hacen cumplir  los estatutos, ni el código de ética. No sancionan ni expulsan a quienes gracias a un aval y una curul se dedican a saquear los recursos públicos. Por el contrario los postulan a más altas dignidades, a pesar de estar llamados a juicio por la Corte Suprema de Justicia.

Los más antiguos y poderosos como el liberal no elige presidente hace 28 años y el conservador hace 24 años, perdieron su vocación de poder, ya ni siquiera presentan candidatos presidenciales. Aunque por sectarismo fueron enemigos acérrimos y provocaron la violencia política que dejó más de 100.000 muertos durante sus hegemónicos gobiernos; hoy están juntos en el vagón de cola apoyando los candidatos de la extrema derecha del uribismo que se encargó de debilitarlos. La decadencia de los partidos tradicionales y de los más nuevos como Cambio Radical, Centro Democrático y la U, es tan grande que en las pasadas elecciones presidenciales no presentaron candidatos presidenciales.

Conscientes del descrédito y rechazo que generan, candidatos como German Vargas Lleras y Fico, se postulan por firmas para posar como independientes y alejados de los partidos corruptos. Pero reciben el apoyo de todos los partidos tradicionales, que ni unidos logran ganar las elecciones.

En las últimas elecciones todos los partidos se unieron en contra de Gustavo Petro promoviendo el odio, el miedo y las mentiras, que porque acabaría con la democracia, las libertades, el modelo económico capitalista, la libre empresa e implantaría una dictadura comunista o socialista. Pero de manera incoherente e incongruente arriaron sus banderas y sin acuerdos programáticos, solo burocráticos se declararon aliados del presidente que promueve propuestas antagónicas y entraron a formar parte de la coalición del gobierno. Cuando debieran estar en la oposición. Todo a cambio de una parte del poder representado en puestos y contratos. Esta enorme contradicción deja en claro que anteponen los intereses personales a los de sus electores y la comunidad.

Como son defensores del status quo se opusieron durante la campaña  a las propuestas de reformas económicas, sociales y políticas, que porque representaban un salto al vacío; pero a cambio de puestos ahora las apoyarán. Estos volubles políticos dicen una cosa y hacen otra. Proponen algo y ejecutan todo lo contrario.  Son falsos. Oximorones políticos. Derechistas izquierdistas. 

Perdieron la vergüenza, la dignidad, la confianza y el respaldo ciudadano. Son organizaciones permeadas por el narcotráfico, el paramilitarismo y la corrupción. Que a pesar de perder el poder, hoy son los únicos que siguen viviendo sabroso, disfrutando las mieles de la burocracia y la contratación estatal.  Los que hicimos campaña con recursos propios y fuimos coparticipes del triunfo seguimos esperando.

Para que el gobierno progresista no tenga que depender de politiqueros sin valores, ni principios, de mercaderes políticos, debe empoderar a la militancia de la Colombia Humana y del Pacto Histórico para que sea posible el triunfo en las elecciones locales y regionales del 2023, que permitan obtener dentro de 4 años las mayorías en el Congreso de la Republica y la elección de otro presidente progresista, que le dé continuidad al mandato popular de cambio y grandes transformaciones, para consolidar una Colombia Humana, democrática, incluyente, menos desigual  y con justicia social. No podemos permitir que por un manejo ingenuo del poder regrese la caverna de los partidos autoritarios, oligárquicos y excluyentes.   

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